Vehículos blindados patrullando las calles, hombres con máscaras negras y armas de cañón largo abren fuego contra civiles frente a sus casas, casas de té y mezquitas, niños de pie detrás de las ventanas rotas de edificios acribillados, y el sonido de los bombardeos sin tregua.

Esta es la vida diaria bajo toque de queda militar en Silvan, Cizre y Nusaybin, ciudades kurdas en el sudeste de Turquía.

Mientras el pueblo kurdo claramente se siente arrastrado a una guerra civil, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, afirmó que los toques de queda no eran una cuestión de operaciones de la policía, sino que fueron impuestos por el bien del "orden público". Al referirse a las manifestaciones organizadas por el Partido Democrático del Pueblo (HDP) en solidaridad con la resistencia en Silvan y otros lugares, Davutoglu dijo que no es necesario hacer un "show", y que las operaciones continuarán hasta que la parte sureste del país sea completamente "limpiada de terroristas".

Cuando los estados hablan de orden y la estabilidad pública, sobre todo enmarcados en una retórica anti-terrorista, generalmente significa que algunas políticas antidemocráticas están tratando de ser legitimadas. Turquía ha llegado a ser bien conocida por su infame paranoia de seguridad que se expresa constantemente a través del nacionalismo radical y represiones violentas contra los kurdos. Por lo tanto, el conflicto turco-kurdo siempre ha sido descrito únicamente a través de una narrativa étnica entre turcos y kurdos. La naturaleza política del conflicto es a menudo suprimida o ignorada.

La situación en el país se agravó después del 7 de junio. Tras el éxito electoral del HDP, el Presidente Erdogan y su AKP no lograron llegar a la mayoría absoluta necesaria con el fin de cambiar la Constitución ya su vez transformar el sistema parlamentario existente en uno presidencial. Las primeras elecciones se fijaron para el 1 de noviembre

En el período previo a las elecciones, el Estado turco intensificó la represión contra los partidarios del HDP, así como contra los campamentos del PKK, que fueron atacados en Qandil con aviones militares F16, matando a muchos civiles en la aldea de Zergele. Una vez más un pueblo entero fue etiquetado como terrorista y la violencia estatal y la represión fue llevada a ciudades en el sureste del país donde los alcaldes electos se encuentran en el punto de mira político. Por ejemplo, la alcaldesa, CizreLeylaImret, miembro del HDP, fue suspendida por el Ministerio del Interior como parte de una persecución política sistemática. Fue acusada de provocar a los jóvenes / "propaganda terrorista", y se impusieron toques de queda con la orden de tirar a matar, y cuerpos torturados fueron exhibidos en público.

Tras esto, los distritos urbanos de las ciudades kurdas declararon su autonomía, uno tras otro en agosto de 2015. El fracaso de las instituciones estatales en las ciudades, combinadas con los intentos de asesinato en masa del estado, fueron las razones aducidas por el pueblo. En muchas ocasiones anteriores, varios grupos guerrilleros habían reclamado autonomía sobre las mismas provincias. En esta ocasión, sin embargo, era una organización urbana y la movilización de civiles buscando construir mecanismos de autodefensa, basados en los principios de autogobierno.

La violencia del Estado ha incrementado la resistencia en las ciudades. Esto se ve claramente en la cantidad de tanques de combate, vehículos de combate de infantería y ataques aéreos, así como imágenes brutales de cadáveres atados a la parte trasera de los vehículos blindados que son arrastrados por las calles, o mujeres embarazadas y ancianos muertos a tiros en frente a sus casas. Los toques de queda en las ciudades kurdas, sin duda, siempre vienen con un creciente número de muertos.

Turquía podría ser el próximo país que se encuentre en una guerra civil.

Esto no se debe a que los kurdos defienden los intereses nacionalistas a favor de la separación - como dice la falsa propagada del Estado turco. Sino debido a que Turquía se enfrenta a tensiones políticas debido a un choque de dos intentos de cambio de régimen.

El conflicto turco-kurdo va más allá de su dimensión étnica. Se ha convertido en un conflicto de dos visiones fundamentalmente diferentes para el futuro de Turquía y la región: una presidencia autoritaria presentada por el gobierno del AKP, por un lado, y una "autonomía democrática" defendida por el movimiento kurdo junto con fuerzas progresistas no -Kurdas por el otro.

El gobernante AKP publicó una propuesta para el sistema presidencial en noviembre de 2012. De acuerdo con esta, el Presidente debería tener la facultad de nombrar y destituir a gobernadores y ministros, así como a la mitad de los jueces constitucionales, y poder disolver el Parlamento sin ninguna condición significativa que no sea la voluntad del Presidente y promulgar decretos sin el consentimiento del Parlamento. La versión turca de un sistema presidencial ejecutivo significaría la personificación del poder político, por lo tanto, la concentración de poder expresada en un sistema autoritario basado en un solo hombre.

En un estado ya altamente centralizado, con un constante aumento de demanda para su descentralización y autodeterminación, este tipo de golpe de estado electoral, sin duda, tiene un carácter anacrónico. Mientras que el gobierno de Ankara centra toda su energía en la forma de poner, de la manera más eficaz, el sistema al servicio de un hombre, el HDP, así como el movimiento kurdo y sus aliados, continúan promoviendo una alternativa civil democrática y libertaria basada en los principios de un modelo autónomo democrático presentado por Abdullah Öcalan, líder y padre ideológico del PKK, que ha estado detenido en régimen de aislamiento desde abril de 2015.

La idea detrás de la autonomía democrática es eludir la autoridad del estado mediante el desarrollo de estructuras de base, sobre la base de las libertades civiles y la emancipación de las mujeres, puestas en práctica por órganos administrativos participativos de abajo hacia arriba. Este concepto tiene como objetivo evitar cualquier tipo de hegemonía política en la conformación de una sociedad multiétnica, multireligiosa y multicultural, sin dejar de lado por completo al Estado como tal. Si bien este nuevotipo de gobernanza se ha establecido con éxito en el Kurdistán sirio en medio de la guerra de Siria, la resistencia democrática en Turquía, en contra de las hostilidades del Estado turco, está cada vez más cerca de convertirse en una, junto con la resistencia en el Kurdistán sirio y Shengal.

Una de las primeras declaraciones de autonomía se hizo en la ciudad kurda de Sirnak, el 11 de agosto, tras el asesinato de tres civiles por un equipo de operaciones especiales en el distrito de Silopi. La declaración decía: "Ningún Gobernador nombrado debe gobernar de esta manera... Vamos a gobernarnos a nosotros mismos a partir de ahora y no permitiremos que nadie gobierne sobre nosotros".

Simbólicamente hablando, la referencia exhibe el choque entre la visión del AKP de una presidencia autocrática y la voluntad de la mayoría de la población kurda. El conflicto es político, ya que determina el estado no sólo del pueblo kurdo, sino el futuro de la democracia en Turquía y la región en general.

La resistencia actual en las ciudades kurdas no es debido a una coyuntura política temporal, sino más bien la acumulación de una lucha por el estatus político sobre la base de la igualdad democrática - una lucha centenaria.

**Rosa Burç, 25, es estudiante de doctorado y asistente de investigación en el ‘Department of Comparative Government, University of Bonn’. Su investigación es sobre‘los Estados-Nación y las Teorías del (post) Nacionalismo’.**