La percepción del sonido de la propia voz, suele generar una sensación desagradable y ser, en ocasiones, hasta tortuosa. Existen dos teorías que dan una explicación a este fenómeno de aversión que pueden experimentar la mayoría de los seres humanos.  

1. La teoría de los dos canales

Esta teoría responsabiliza al cráneo de esta situación molesta, pues debido a la fisiología del grupo de huesos que forman el caparazón de la cabeza, esta ejecuta un sonido encapsulado o envolvente, que desaparece al ser captado en una grabación. 

En este sentido, la diferencia en la captación del sonido se debe a que las ondas llegan a los oídos a través de dos canales o bandas por separado.

Los sonidos suelen llegar a nuestros oídos por vía externa a través del aire, captados por la caracola que poseemos en el oído: llega al tímpano, luego al oído medio y finalmente hasta la cóclea, que es donde se procesa el sonido que se percibe, llamada "conducción aérea". 

Las cuerdas vocales hace que los huesos del cráneo vibren y es por ello que la voz producida es diferente a la que se escucha en alguna grabación, conocida como "conducción ósea". 

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2. La concepción psicológica

Los avances tecnológicos han permitido que nos sea más usual reconocer y asumir la propia voz reproducida por grabaciones. Las generaciones actuales sufren este impacto auditivo en menor grado que las generaciones antecesoras.

Por ejemplo, en la época de los años sesenta cuando inició el boom de las grabaciones, las personas de ese entonces tardaban más en reconocer su propia voz en alguna cinta audible. 

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“La voz es una característica muy especifica de la persona, no solo se origina en la garganta, sino que involucra todo el cuerpo y delata cómo somos y cómo nos presentamos ante el mundo”, afirma la psicóloga Núria Escudé.