El secuestro y posterior asesinato de tres integrantes del Partido Comunista de Chile, en plena dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), pasó a la historia como el caso Degollados y fue uno de los detonantes de la caída del régimen militar.

El 29 de marzo de 1985 agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomar) secuestraron a Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino. Luego fueron encontrados sin vida y se comprobó que recibieron crueles torturas.

Para este domingo los chilenos convocaron a una manifestación por la memoria y la justicia de los comunistas. Desde la Plaza Italia hasta el Memorial, en Santiago de Chile (capital), se espera que la ciudadanía proteste en contra de la impunidad.

Así como lo hizo el año pasado Manuel Guerrero, quien recibió el mismo nombre que su padre, víctima de los Carabineros. En una extensa publicación en su cuenta de Facebook, el sociólogo detalló los suplicios que padeció.

“Ami padre le extrajeron las uñas de las manos, le quemaron ambas orejas y le quebraron la frente de un culatazo (...). Al alba del día 30 de marzo decidieron el método para deshacerse de ellos: utilizar un corvo atacameño para degollarlos y que murieran desangrados”, relató.

Según algunos periodistas chilenos los hechos acontecieron en un cuartel secreto del centro de Santiago, donde se fraguó el “crimen de Estado” que desató varias protestas en contra de los Carabineros y Pinochet.

“Tal como se aprecia, no se trata de un delito simple, sino de un crimen de Estado. El caso cumple todos los requisitos para que sea calificado de Terrorismo de Estado”, denunció Manuel Guerrero en marzo de 2017.

En la actualidad, solo uno de los autores del crimen permanece en prisión, el civil Miguel Estay Reyno. Los demás están libres sin cumplir sus condenas.

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