Al cumplir dos años y medio de gestión de Gobierno, el presidente de Bolivia, Luis Arce, afirmó en un balance que su administración está firme a “pesar de todos los intentos, internos y externos, de acortar su mandato” y aseguró que la “independencia económica y soberanía política plenas” deben ser resultado del debate y no de la violencia.

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En ese sentido, aseguró que su país está reconstruyendo y reactivando su economía en medio de un contexto internacional adverso, dado por las secuelas de la Covid-19 y los efectos del conflicto entre Rusia y Ucrania.

Asimismo, destacó el “adecuado control” de la pandemia, la reanudación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) y las medidas implementadas que han permitido a Bolivia, desde su primer día de Gobierno, retomar la senda del aumento económico con justicia social.

En 2021, el crecimiento de la economía boliviana superó el 6 por ciento, y en 2022 alcanzó el 3,5 por ciento. Tales resultados son “muy importantes” a pesar de “los intentos de boicot” a la economía y “el funesto paro en la ciudad de Santa Cruz entre octubre y noviembre del año pasado, indicó el presidente.

Asimismo, informó que el Producto Interno Bruto (PIB) nominal se incrementó a sus 40.703 millones de dólares en 2021 y a sus 44.315 millones de dólares en 2022, “la cifra más alta de la historia del país”.

De igual forma, en 2022 el PIB per cápita se aumentó en 7,4 por ciento respecto a 2021, al alcanzar los  3.691 de dólares. Este también es el mejor dato registrado por Bolivia.

En tanto, la desocupación disminuyó sustancialmente de un pico de 11 por ciento en 2020 a un nivel de 4 por ciento al cuarto trimestre de 2022. Mientras que la pobreza extrema, la cual había aumentado al 13,7 por ciento en 2020, se redujo al 11,1 por ciento en 2021,  siendo esta la cifra más baja en el devenir de la nación.

También la relación entre el 10% más rico y el 10% más pobre, presenta el nivel más bajo, pues paso de 27 veces en 2020 a 20 veces en 2021, lo que significa que se están cerrando las brechas de desigualdad.

Pero, además, Bolivia presenta  la tasa de inflación más baja de la región y una de las más bajas del mundo, una hazaña en un contexto internacional adverso, que se refleja en un incremento de precios a escala mundial.