Pese al despliegue de la Guardia Nacional en la localidad estadounidense de Ferguson, Missouri, las protestas raciales y enfrentamientos se intensificaron tras las muerte de un joven negro por un policía blanco el pasado 9 de agosto.

El capitan Ron Johnson, de la Patrulla de Caminos de Missouri, informó que al menos dos heridos de bala y 31 personas arrestadas fue el balance de la jornada nocturna.

A lo largo de la noche el fuego también fue protagonista: los manifestantes lo usaron para evitar el avance de la policía y al menos un edificio estuvo en llamas.

El despliegue de efectivos de la Guardia Nacional del Estado es el último de una serie de intentos para sofocar el caos en este suburbio de San Luis por más de una semana, reseñó un artículo publicado en el diario The New York Times.

Según trascendió, los periodistas recibieron la orden de retirarse de la zona por seguridad, pero un fotógrafo de la agencia Getty y dos reporteros alemanes fueron detenidos por algunas horas.

La Policía utilizó vehículos blindados, gases lacrimógenos y bombas de humo para hacer retroceder a los centenares de manifestantes que volvieron a ocupar la Avenida West Florissant, de Ferguson, epicentro de las protestas pacíficas seguidas de choques violentos.

Los últimos enfrentamientos ocurrieron después de un día en el que un patólogo contratado por la familia de Michael Brown dijo que el muchacho desarmado, recibió una herida de bala en el brazo derecho que indica que sus manos estarían en alto o él se encontraba de espaldas cuando fue baleado.

Testigos presenciales declararon desde un inicio que Brown tenía las manos por encima de su cabeza y no ofrecía resistencia cuando el policía Darren Wilson le disparó en repetidas ocasiones.