El año de 2021 ha tenido una serie de episodios que seguramente han generado toda una amalgama de acontecimientos históricos.

Uno de ellos sin duda ha sido el caso de la continuación de la pandemia del virus SARS-CoV-2. A final del año el contagio mundial ha entrado en su cuarta ola, el crecimiento de la variante ómicron revela como lo señaló el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhamon, “esté provocando un tsunami de casos”.

Según la Universidad Johns Hopkins, que lleva el recuento mundial de infectados y fallecidos, hasta los últimos días de diciembre el número de contagios a nivel mundial había alcanzado a casi 286 millones de personas.

Figurando en los primeros lugares de los contagios los principales países occidentales como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y España.  En tanto que la cantidad de decesos alcanzaba a más de 5 millones 426 mil muertes. Incluso considerando que el proceso de vacunación había logrado un determinado número de vacunados en el mundo desarrollado.

Sin embargo, resalta que las naciones donde porcentualmente habían llegado a tener un mayor número de vacunados mostraba otros indicadores en que los países desarrollados no figuraban en los primeros lugares.

Por ejemplo, en primer lugar de vacunados figuran tres países como Maldivas, Malta y Emiratos Árabes Unidos con el 99.9%, en tanto Chile alcanzaba un 94.6% y Cuba un 92.5%. Es de resaltar que en el caso cubano es el único país no desarrollado que logró implementar cinco vacunas: Abdala, Soberana 01, Soberana 02, y Soberana Plus, así como  Mambisa que se administra por vía nasal y ha demostrado una alta respuesta inmunológica.

Situación que contrasta con el hecho de que gran parte de los países más pobres del planeta han recibido muy pocas vacunas, concentrándose principalmente en los países con mayores recursos económicos. Tal es el caso de Haití donde la vacunación a su población es tremendamente escasa.

Este escenario sin duda pone en graves situación a la mayoría de la población mundial que se ubica en los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina y el Caribe. De ahí que las perspectivas para salir de la crisis epidemiológica son muy débiles, sin embrago no hay que perder el ánimo y levantar la moral en el combate a la pandemia.

Si bien es cierto que la tendencia es que para 2022 la misma epidemia de la Covid-19, haga crecer en mayor número la situación de pobreza en el mundo, también es cierto como lo ha apuntado el mismo director de la OMS: “Este es el momento de superar el nacionalismo a corto plazo y proteger a las poblaciones y las economías contra futuras variantes, poniendo fin a la desigualdad mundial en materia de vacunación”.

Recordemos como lo apunta acertadamente el refrán popular: “Mientras hay vida hay esperanza”. Y eso es lo que más se necesita para el 2022.