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    La labor desplegada por Benito Irady para descubrir a los venezolanos las maravillas de su propia pero casi oculta Diversidad Cultural es realmente notable.

Estamos ante un caso revelador, justo cuando Benito Irady arriba a 70 años de vida de los cuales 50 ha entregado absolutamente a la defensa del patrimonio cultural de su país, Venezuela.

Muchos historiadores, investigadores, comunicadores, músicos, antropólogos y artistas de las más variadas vertientes han estado haciendo hincapié en la necesidad de reivindicar las historias locales como forma de lograr una mayor riqueza y coherencia de las historias nacionales y de estas con la conexión global que es el mundo de hoy. Estamos ante un caso revelador, justo cuando Benito Irady arriba a 70 años de vida de los cuales 50 ha entregado absolutamente a la defensa del patrimonio cultural de su país, Venezuela.

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Para empalmar con la vida y obra de uno de los más grandes custodios del patrimonio cultural de los venezolanos, defensor de la diversidad en todas sus manifestaciones y fecundo articulador de la proyección cultural de Venezuela ante organismos de rango mundial, hay que atender a esa historia local, porque ofrece indicios para saber de donde viene tanto ahinco cultural.

El Tigre

Al consultar con el profesor Benito Irady, nacido en la ciudad de El Tigre, estado Anzoátegui, el 21 de marzo de 1951, por el contexto de su nacimiento, señala:

“Estaba pequeño yo y ya mi padre, José Manuel Irady, me hablada del impacto histórico de la emigración a oriente por parte de los patriotas ante la pérdida de la república y de tanto muerto que hubo en la zona, y mi madre, Estílita Genoveva Arias, me contaba que estaba barrigona de mí cuando se produjo el asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, al mando del país en ese entonces, noviembre de 1950.

Juan Liscano y Benito Yradi en los Bordones.

Yo nazco cuando el poder de Pérez Jiménez empieza a marcar una etapa y recuerdo perfectamente cuando empecé a estudiar mi primer grado lo que significó el 23 de enero de 1958. Nací en El Tigre, un lugar muy marcado por la política”.

“El Tigre se trataba de un campamento petrolero donde llegó gente de muchos lugares, de los llanos, del oriente margariteño, de las costas sucrenses, gente que venía del estado Zulia, de los andes, de otras regiones de occidente, en fin la gente que después del Balatá y del Oro llegan al petróleo porque buscaban las riquezas. ¿Y qué empieza a ser el petroleo y qué empieza a ser El Tigre con toda aquella gente donde nunca faltó la presencia de los norteamericanos? Recuerdo perfectamente los rostros de esa gente. Y luego, por circunstancias de la vida, me voy vinculando desde muy niño a los pueblos indígenas Kariña, con la gente afro descendiente que llegaban de Trinidad, muchísima gente de El Callao que llegó a ese lugar, de tal manera que las celebraciones en El Tigre, un carnaval, un tiempo de navidad o de la Virgen de El Valle era una forma de encontrarnos con la diversidad cultural. Allí fue donde entendí desde niño lo que significaba esa suma de culturas”.

“Las formas en que se mezclaban las gentes me fue dando una comprensión que no me daban en la escuela donde teníamos que rendirle culto a los símbolos patrios y atender toda esa historia que nos indicaban, y se evidenciaba qué nos enseñaban en la escuela y qué aprendíamos en la calle. Allí está la diferencia. Creo que eso marcó el camino para esa comprensión de lo que fue , es y seguirá siendo el mundo de la cultura”.

El indicio que ofrece el profesor Irady en torno a su zona de origen no es un dato menor. Tanto en la historia como en la cultura encontramos personajes muy importantes que asocian sus logros y/o aportes a la zona de nacimiento, a la crianza, a ese contexto de la vivencia infantil. Desde Simón Bolívar y Antonio José de Sucre hasta José Martí, Alejo Carpentier, Aquiles Nazoa, Jorge Amado, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillén, Diego Rivera y más recientemente el propio presidente venezolano Hugo Chávez son ejemplos de la importancia de la historia local en el desarrollo de una vida.

Para Benito Irady no queda duda del origen de las fuentes de donde bebió el conocimiento, inquietudes y determinaciones que lo llevarían a su destino vital.

“Yo comienzo a trabajar en el diario Antorcha a los 16 años. Ya estudiaba bachillerato. El subdirector del periódico Antorcha, Juan Meza Vergara, era vecino a mi casa, y como yo era menor de edad solicitó a mis padres que permitieran que yo fuera a trabajar al diario y él garantizaba mi cuidado; y empecé primero en los talleres gráficos, aprendí ahí cómo se trabajaba con el plomo, aprendí de los linotipos. Ese taller fue para mí un hallazgo, un descubrimiento extraordinario. De ahí pasé a hacer columnas, pasé a escribir”.

La vida lo puso frente a un abogado que llegaba a El Tigre como Juez accidental. Era Gustavo Pereira, con quien desde entonces mantiene una fructífera amistad.

“La Biblioteca de Gustavo Pereira era el espacio para yo aprender, para descubrir lo que no sabía y Gustavo se convirtió en mi maestro. Dirigió un suplemento dominical en Antorcha durante los dos años que estuvo en la Mesa de Guanipa. Cuando marchó, yo asumí esa dirección”.

Otro detalle lo ofrece la lucha estudiantil política y cultural que desemboca en la creación de la casa de la Cultura de El Tigre. Irady se convierte en Director de esa institución. “A todos los inmigrantes que llegaron a El Tigre, árabes, españoles, portugueses, italianos, norteamericanos, los de las Antillas menores, a todos los vinculé a la Casa de la Cultura de El Tigre. Teníamos mucha actividad de solidaridad, por ejemplo con los pueblos árabes, con los presos políticos, con los propios pueblos indígenas. Ese fue mi inicio, el liceo, el periódico, los inmigrantes, las luchas, la casa de la cultura, el aprendizaje que no me dio el liceo sino la otra escuela, la de la calle, los amigos, las luchas políticas porque eso me ayudó mucho a entender el espacio en que vivía”.

Hacia Cumaná

Quién diría que las luchas estudiantiles por obtener un núcleo de la recién creada Universidad de Oriente para El Tigre culminarían con el traslado de Benito hacia la sede principal de la UDO, en Cumaná? Ya era visible su accionar y se sabía que no había protagonismo sino ganas, que había la urgencia de conocer y rescatar, de preservar, de divulgar lo que es el venezolano como portador de tradiciones y saberes. Víctor Fossi Belloso, quien fuera Rector de la UDO lo vislumbró y le planteó la necesidad de que la juventud asumiera mandos. Así Benito Irady sale de El Tigre en 1972 para entrar de una vez a la Dirección de Cultura de la UDO. Se puede afirmar que Benito Irady fue un trabajador de la Cultura durante casi 20 años sostenidos desde el recinto universitario de oriente… su oriente. Abarcando no solo a Cumaná sino a todo Oriente y Guayana Benito Irady desplegó toda una misión de conocimiento y rescate. Tenía los elementos y los utilizó. Así nació, más allá del cine o la literatura la Unidad de Recopilación y Difusión del Folklore de la UDO. En ese trajín conoce en 1979 al fotógrafo italiano Rafael Salvatore, quien hasta hoy permanece en Venezuela junto a Benito Irady y su epopeya.

Salvatore lo cuenta así:

 


Buen custodio

La labor desplegada por Benito Irady para descubrir a los venezolanos las maravillas de su propia pero casi oculta Diversidad Cultural es realmente notable. Esa urgencia de rescate y divulgación porque sabía que la Soberanía estaba involucrada con el tiempo se volvió constitucional y después universal gracias a las legislaciones que en la materia dictó la Unesco, organismo de las Naciones Unidas para la Cultura.

Personajes de la vida cultural venezolana son ratificadores de esa trayectoria y de lo que significa la Diversidad Cultural. Ellos dicen:

Gustavo Pereira

A Benito le conocí en 1969, en El Tigre, en donde yo dirigía el suplemento literario del diario "Antorcha". Era Benito entonces un joven de 18 o 19 años a quien le publicamos, tan pronto lo recibí, un relato en el suplemento. Desde aquel día se convirtió en colaborador insustituible del suplemento y poco después, tras mi partida, lo dirigió.

Hace dos siglos Bolívar llamó a la nuestra "un pequeño género humano" e incluso precisó desde entonces el menoscabo de nuestras culturas originarias y africanas, sometidas por la hegemonía de la europea colonizadora. Todos los colonalismos lo hicieron y lo hacen, algunos con más saña que otros. Derrotado el español, sus secuelas siguen inalterables en nuestra América bajo distintas aberraciones y formas de violencia, ahora bajo otros dictados imperiales. Esto es una larga lucha porque se trata de anti valores inculcados durante generaciones. Las transformaciones sociales, que en su esencia son culturales, espirituales, devienen de largas y pacientes acciones para intentar conformar conciencias sensibles mediante inquebrantables voluntades y ejemplos. Junto al conocimiento, los valores éticos, frutos de toda razón sensible, constituyen la piedra angular de todo proceso transformador.

Benito siempre fue un apasionado defensor y activista en la salvaguarda y divulgación del legado cultural de nuestro pueblo. Sería largo relatar sus empeños. Desde muy joven, cuando dejó El Tigre para incorporarse a la UDO en Cumaná, tuvo allí un maestro impulsor para llevarlo a cabo, Alfredo Armas Alfonzo.

Casi no hay rincón del país en donde los artistas populares y artesanos no conozcan de la abnegada labor que por 50 años viene haciendo Benito. Por ella ha logrado que algunas de nuestras tradiciones ancestrales sean consideradas por la UNESCO como Patrimonios de la Humanidad. El tiempo ha pasado y él sigue, desde el Centro de la Diversidad Cultural, haciendo su abnegado trabajo, silenciosamente, como suelen hacerse las cosas buenas y trascendentes.

Ernesto Villegas

Estoy muy orgulloso de haberme cruzado en el camino de la vida con una persona como él, que ha dedicado más de 50 años al trabajo, investigación, sistematización, promoción, acompañamiento y reconocimiento de nuestras manifestaciones culturales tradicionales, con una pasión, disciplina y rigor que debe ser ejemplo para las nuevas generaciones, lo mismo que su empeño en hacerlo siempre con las comunidades como protagonistas.

Su formación autodidacta lo hace aún más meritorio. Es una cátedra ambulante de nuestra identidad, con una obra escrita notable y gran capacidad para comprender y adaptarse a las condiciones cambiantes de nuestro tiempo, especialmente complejas por el bloqueo y la pandemia.

Respeto mucho su celo por la preservación de la autenticidad de cada una de nuestras manifestaciones culturales frente a las fuerzas del mercado, la moda y la estandarización capitalista. El reconocimiento de UNESCO de 8 manifestaciones culturales venezolanas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y las que vienen en camino -un logro indiscutible de la Revolución Bolivariana- lo ha tenido a él como actor fundamental.

Lilia Vera

Yo recuerdo haber conocido a Benito entre 1973 y 1974. Había mucha actividad en la Universidad de Oriente. Yo conozco a María Rodríguez a través de Benito Irady, y luego se dio el contacto con Oswaldo Láres para la realización de un disco. Tengo esa fecha presente porque tuve el honor de conocer a María y quien me dio esa satisfacción fue Benito Irady. En el contexto de lo que fueron esas actividades para difundir los valores de la música popular venezolana yo hice presencia y es para mi un recuerdo muy puntual.

La diversidad es de lo que nos valemos para poder comunicarnos con el mundo exterior. Tenemos una presencia y contundencia de valores que están dentro de las distintas manifestaciones conocidas. La africanía, el imaginario colectivo, el ritmo, la identidad del pueblo venezolano. No es solo la música, es la comida, su modus vivendi, su oralidad, muchas aristas tiene nuestra diversidad cultural. Lo correcto es llevarla con nosotros día a día para preservar lo que antes llamaban la identidad nacional, y eso está plasmado. Hoy hablamos de diversidad cultural en todas sus regiones, Zulia, Falcón, Margarita, Caracas. Distintas manifestaciones y una diversidad. Lo único que podemos preservar es lo que amamos.

Benito une y enlaza la cultura con otros pueblos y las da a conocer. El sabe desde lo artesanal, desde los repentistas, ha hecho noble y gran trabajo para que lo nuestro sea reconocido y escuchado con un trabajo limpio, pulcro, de investigación con carga emotiva consagrado a nuestra cultura.

El vitral de Gladys Meneses queda en el Centro de la Diversidad Cultural como testimonio de una mujer de Tucupita y él le dio su valor por su visión que une esfuerzos y experiencia. El es un captador de señales a mi manera de ver. Y no olvidemos lo que hizo cuando fue Director de Cultura del estado Bolívar. Una obra gigantesca.

Pedro Calzadilla

A Benito lo conocí en medio de la Revolución Bolivariana. Sería en el 2006 o 2007 en el Ministerio de la Cultura, ya estaba él al frente del Centro de la Diversidad Cultural y yo impulsando el Museo Nacional de Historia y luego el Centro Nacional de Historia. Ya entonces era Benito una respetada referencia de la cultura venezolana. Nos tocó compartir varias reuniones de la Plataforma de Patrimonio. Atesoro muy buenos recuerdos de ese tiempo y de todo lo que aprendí de la sabiduría de Benito.

Somos un pueblo culturalmente diverso como lo son, a mi juicio todos los pueblos del mundo. La venezolanidad lo es entendida en su dimensión diversa, plural. La Revolución Bolivariana provocó un cambio significativo en el campo de la cultura. Al adoptar la definición de diversidad cultural abrió las puertas para un proceso profundo de democratización de nuestras identidades. Fuimos poco a poco dejando de hablar de "cultura popular" que había sido nuestra lucha en los 70, 80 y 90... Empezamos a llamarla Diversidad Cultural. En ese marco el pueblo venezolano tiene en Benito uno de los principales defensores de su identidad. Supo hilvanar el esfuerzo y la lucha inmensa librada durante décadas por muchas y muchos defensores de nuestra cultura y hacerlas una política revolucionaria del Estado Bolivariano.

Lissette Torres Olmos

Recuerdo. Fue en 2004 en el Consejo Nacional de la Cultura y yo venía del Cenal e iba a trabajar en el Conac, en su Sala Estratégica. Él me habló de su trabajo por todo el país mostrando las expresiones culturales y visibilizando, reconociendo el trabajo de los cultores. Tenía diagnosticado todo el pais en sus expresiones culturales, y hacía un trabajo de registro y resguardo del patrimonio del país. Lo recuerdo como siempre es: Un gran maestro, bondadoso de su conocimiento, de sus saberes, dulce y cariñoso aliado, respetuoso del ser humano.

Diversidad Cultural es un espacio natural porque es el espacio de creación del ser humano y de aproximación a las culturas del ser humano. Es sumamente amplia, rica y da muestra de la identidad de los pueblos, y es el espacio de resguardo de las características, de las expresiones y de las culturas de las naciones. Es un espacio que promueve y resguarda la identidad y en ese sentido es un espacio de soberanía. Es muy importante para los pueblos conocerla, resguardarla, promoverla, amarla, sentirnos orgullosos y preservarla. A través de ella las naciones se manifiestan, se comunican, se expresan.

Es el patrimonio de una nación que se escuha, se baila, se pinta, se escribe, se canta. Los pueblos se comunican entre ellos y con el mundo. Todo lo que se haga por difundirla, promoverla y resguardarla en todos los patrimonios, vivientes, arquitectónicos, naturales, es acto de soberanía. En ese territorio la labor de Benito es importantísima para Venezuela y para lo que somos porque se ha encargado de hacer la función que es registrar, resguardar, promover, reivindicar, dar a conocer a lo interno para reconocernos y darnos a conocer mundialmente. Las comunidades, los exponentes lo conocen y reconocen.

Earle Herrera

Benito se crió en El Tigre y yo en El Tigrito (San José de Guanipa). Entonces eran dos municipios del Distrito Simón Rodríguez, separados por unos 13 kilómetros de sabana y monte. De manera que nos vinimos a conocer rebasando la adolescencia. Era yo estudiante de comunicación social en la UCV y fui a un acto en la Asociación Venezolana de Periodistas de El Tigre. Allí le dieron un espacio a algo que debía ser la Casa de la Cultura. Al llegar me presentaron a un joven de unos 18 o 19 años, quien a esa edad estaba al frente de esa institución. Vestía un suéter cuello de tortuga. Muy serio el joven. Era Benito Irady. Desde entonces, traspasados los linderos plasmados en su libro Zona de tolerancia, el arte, la cultura y el sentimiento de terredad de la Mesa de Guanipa nos han unido en los caminos.

En la diversidad cultural está nuestra identidad profunda como pueblo. Benito ha salido al encuentro de todas esas culturas que nos constituyen y nos las ha entregado por la prensa, radio y televisión. Su labor ha sido quijotesca. Proteger y defender nuestra rica diversidad cultural es proteger y preservar nuestra esencia como pueblo. En esa andanza, me declaro escudero de Benito.

Milagros Figuera

Mi primer encuentro con Benito fue con la lectura de sus maravillosos trabajos de investigación en torno a nuestro gentilicio. Luego, tengo la fortuna de conocerlo en una presentación que hice en lo que para ese momento era Fundef como cuenta cuentos en un evento infantil. Aproximadamente hace unos 30 años. Luego el entorno música tradicional y con el trabajo con Mónico Márquez y el grupo Estribillo nos acercó muchísimo en virtud de su origen oriental. Esa cercanía me ha permitido disfrutar de extraordinarias conversaciones sumidas en su extenso conocimiento.

Nuestra diversidad cultural es extraordinaria, sin embargo, creo y voy a ser extrema y cruel, sufrimos de un gran complejo de inferioridad y colonialismo en la médula que nos hace negarnos y creer que lo demás es mejor y esa creencia nos empeñamos en pretender "mejorarla" mezclando sus géneros con ritmos e instrumentos de otras culturas. Ojo, no estoy en contra de eso en el saber de la dinámic de la cultura y que cada quien haga lo que quiere, pero, con claridad y sin permear lo nuestro, incluso llevándolo al extremo de desaparecer ante el desplazamiento de otras músicas apoyado además por la poca difusión de los medios.

Afortunadamente, existen compañeros, entre ellos Benito con un gran trabajo que apuntala el recuerdo de nuestros orígenes. El trabajo de nuestro maestro Benito Irady es fundamental para la fortaleza de nuestro gentilicio cultural, personalmente, agradezco lo que he aprendido a través de ese magnífico legado.

La Diversidad Cultural

Sigue siendo un tema de diálogo permanente, un espacio para debatir lo que somos, de dónde se viene y hacia dónde se va. El trabajo sostenido en este tema ha permitido visibilizar ante el planeta lo que ya son varios Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad, el primero de los cuales fueron los Diablos Danzantes del Corpus Christi, que regó con aguas de alegría a toda la geografía venezolana que por fin alcanzaba ese sitial de reconocimiento.

Quienes trabajan en el país profundo saben que no se trata de papeles sino de comunidades, de colectivos numerosos, que proponen y que cuando se está lejos de esa humanidad no hay propuesta que valga. De empoderamiento se trata, porque se trata del conocimiento auténtico del mosaico cultural que es Venezuela, mosaico que ahora el propio pueblo reconoce como suyo luego de abrir los ojos y mirar de frente una cultura ajena que le vendían como suya, luego de constatar la minusvalía a la que era sometida la tradición auténtica del pueblo venezolano en todas sus manifestaciones, tantas como pueblos hay en el país.

Multiplicar, multiplicar espacios, conocimientos, propuestas, estímulos, historias, ancestralidades… Es un desafío que desde el Centro de la Diversidad Cultural dirigido por el profesor Benito Irady, es la labor cotidiana. Se trata de que el venezolano se reconozca en lo que es.

Y de ese auto reconocimiento da fe la Unesco, que desde 2012 observa y califica, año tras año la maravillosa sorpresa de la cultura de tradición de Venezuela.

Irady presentó ante la Unesco a:

Diablos Danzantes del Corpus Christi (11 cofradías)

Parranda de San Pedro de Guarenas y Guatire (Miranda)

Tradición oral del pueblo Mapoyo (Salvaguardia urgente. Bolívar)

Cultivo y trabajo con la Curagua (Monagas)

Carnaval de El Callao (Bolívar)

Cantos de trabajo del Llano (binacional)

Tradición de la Palma Bendita de Chacao y Margarita

Cumple 70 años el depositario de tanta tradición, el que ha trabajado sin descanso y con tesón y que solo aspira a seguir descubriendo para presentar la maravilla que da soporte al ser venezolano.

Así lo felicitan:

Gustavo Pereira

Más que amigo un hermano menor, Benito representa uno de esos ejemplos tan necesarios para conformar una realidad cada vez más lejana de los desequilibrios y la demencia del capitalismo.

Ernesto Villegas

Con motivo de sus 50 años de trabajo cultural, en 2019 el Presidente Nicolás Maduro decidió otorgarle la Orden José Antonio Abreu, siendo hasta ahora la única persona en haberla recibido. ¿Qué le deseo? Larga vida y la materialización plena de cada uno de los planes de salvaguardia de todas nuestras manifestaciones culturales que han sido o sean reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Sé que es una de sus más sentidas aspiraciones.

Lilia Vera

Maravilla darse cuenta de haber conocido un hombre tan valioso. Hay que gritar con voz plena que ha sido positivo para nuestras culturas y ha sido consecuente e invalorable.

Pedro Calzadilla

En sus 70 nos ponemos de pie para aplaudirlo y reconocerlo por la obra cumplida.

Lisette Torres

Le deseo salud plena y que sus luces y razones sean cada vez compartidas por mas venezolanos porque es la forma de mantenernos libres y a salvo de cualquier intento de transculturación.

Earle Herrera

¿De modo que Benito está cumpliendo 70 años? Caramba, voy a extrañar más a Emilio Arvelo, quien acaba de partir casi en silencio. ¿Qué le puedo regalar a quien le ha regalado a mi país tantos patrimonios inmateriales de la humanidad? El amor de todo ese país que le estará por siempre agradecido. Para robar a Gustavo Pereira, abrazamos a Benito con “los cuatro horizontes del cielo” guanipense.

Milagros Figuera

Gracias, Amor y Luz para Benito. Y salud, salud y más salud.

¡Felices y bienaventurados 70!.

Le consultamos finalmente al profesor Irady acerca del carácter anti imperialista de la Diversidad Cultural por su naturaleza tan endógena, tan propia y ancestral. Esto dijo:

Fundamentalmente la Diversidad Cultural se entiende contraria al poder hegemónico y a los efectos de la globalización económica. En eso se inspira la Convención de la diversidad de las expresiones culturales. Lucho por lo mismo que siempre he luchado, pero ahora consigo soporte en las Convenciones de la Unesco.

Toda mi vida he sido antiimperialista. Cuando niño vi la bandera norteamericana en los campos petroleros de la mesa de Guanipa, donde vivían desde hacía siglos los Kariña, y entendí el significado de la venta de un país. La lucha prosigue y ahora la aculturación industrial y los avances tecnológicos abren nuevos campos de lucha.

No hay descanso.


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