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  • Las partículas de polvo más pequeñas pueden penetrar en la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, donde son capaces de afectar otros órganos internos y provocar trastornos cardiovasculares.
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    Las partículas de polvo más pequeñas pueden penetrar en la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, donde son capaces de afectar otros órganos internos y provocar trastornos cardiovasculares.

La OMM explica que el tamaño de las partículas de polvo es muy relevante para que se pueda determinar el peligro en la salud de la población.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido que las tormentas de arena y polvo pueden afectar el clima, la salud humana, el ambiente y diversos sectores socioeconómicos.

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Según el ente, “la tormentas de arena y polvo constituyen peligros meteorológicos comunes en las regiones áridas y semiáridas. En general, están causadas por tormentas —o fuertes gradientes de presión asociados a ciclones— que incrementan la velocidad del viento en una amplia zona”.

Solo en Irak, las autoridades informaron recientemente que unas 216 personas resultaron perjudicadas por una tormenta de arena que inició en la provincia de Saladino, pero que también fue registrada en otras partes del país, particularmente en las localidades ubicadas al sur.

Por su parte, en mayo pasado, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdollahian, planteó que se realizara un encuentro entre las autoridades de los países que también han tenido problemas por las tormentas de arena.

El diplomático resaltó la necesidad de “conformar un fondo como parte de la convención para recolectar ayuda regional e internacional y combatir el fenómeno de las partículas de polvo y la desertificación de manera más rápida y coordinada”.

Afectaciones en el ambiente

Los fuertes vientos son capaces de arrastrar cantidades de arena y polvo a miles de kilómetros de distancia, siendo la vida media de las partículas de polvo en la atmósfera desde horas hasta diez días.

“Las partículas de polvo, una vez liberadas de la superficie, se elevan a niveles más altos de la troposfera por mezcla turbulenta y corrientes convectivas. El viento puede transportarlas por distintos períodos, dependiendo de su tamaño y de las condiciones meteorológicas, antes de depositarlas otra vez en la superficie”, precisó la OMM.

Además, un 40 por ciento de los aerosoles de la troposfera, es decir, la capa inferior de la atmósfera de la Tierra, está conformado por partículas de polvo que provienen de la erosión eólica.

Estos polvos minerales provienen, principalmente, de regiones áridas de África septentrional, la península arábiga, Asia Central y China. En menor medida, también surgen de Australia, Estados Unidos (EE.UU.) y Sudáfrica, asevera la OMM. 

Los polvos minerales ejercen una influencia en el tiempo y en el clima. Para la OMM, “la modificación de la composición microfísica de las nubes cambia su capacidad de absorber la radiación solar, lo que indirectamente afecta la energía que llega a la superficie de la Tierra. Las partículas de polvo también influyen en el crecimiento de las gotitas de agua y los cristales de hielo de las nubes, lo que afecta la cantidad y la ubicación de las precipitaciones”.

Efectos en la salud

El polvo suspendido en el aire implica un riesgo grave para la salud. Para el 2014, se estimó que la exposición a las partículas de polvo provocó unas 400.000 muertes prematuras, esto, por enfermedad cardiopulmonar en la población con más de 30 años de edad.

La OMM explica que el tamaño de las partículas de polvo es muy relevante para que se pueda determinar el peligro en la salud de la población. Por ejemplo, cuando el tamaño de las partículas supera los 10 μm (micra, unidad de longitud equivalente a una milésima parte de un milímetro), no se pueden respirar y pueden afectar los órganos externos, provocando irritación en la piel, ojos, conjuntivitis y susceptibilidad a las infecciones oculares.

Por otra parte, cuando su tamaño es menor a 10 μm, pueden inhalarse y quedan atrapadas en la nariz, la boca y la parte superior del tracto respiratorio. En estos casos se vinculan con trastornos respiratorios como asma, traqueítis, neumonía, rinitis alérgica y silicosis.

No obstante, las partículas mucho más pequeñas pueden penetrar en la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, donde son capaces de afectar otros órganos internos y provocar trastornos cardiovasculares.

Aunado a ello, ciertas enfermedades que son infecciosas se pueden transmitir a través del polvo. Un ejemplo de ello es la meningitis meningocócica, una infección bacteriana de la fibra membrada que rodea el cerebro y la médula espinal, capaz de producir daños cerebrales y, en algunos casos, la muerte.

El polvo también ha sido relacionado con la transmisión de la fiebre del valle, una enfermedad que puede ser letal.

De acuerdo con la OMM, los investigadores han analizado que la inhalación de partículas de polvo, cuando el tiempo es cálido y seco, puede causar daños en las mucosas de la nariz y la garganta, creando las condiciones para que se desarrolle una infección bacteriana.

Impacto en aumento

Sobre esta situación, en 2021, la jefa de la División de Investigación sobre el Medioambiente Atmosférico de la OMM, Oksana Tarasova, ya estimaba que el impacto de fenómenos, como las tormentas de arena, sería mayor en los siguientes años.

“Los fenómenos de fuerte impacto, como las tormentas de arena y polvo y los incendios forestales, se han incrementado en algunas partes del mundo y se prevé que sigan aumentando como consecuencia del cambio climático y la degradación del medioambiente", declaró en su momento.

De no implementar acciones inmediatas para contrarrestar el impacto del cambio climático, la calidad del aire irá disminuyendo cada vez más, generando mayores afectaciones tanto en la salud como en los diversos sectores sociales que mermará aún más la calidad de vida de las personas.


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