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    "Mientras Puerto Rico carezca de soberanía política, siempre va a haber una amenaza sobre su cultura", dijo don Ricardo Alegría.

Un homenaje a un salvador de la identidad puertorriqueña y latinoamericana.

Como muchos de los intelectuales de su tiempo, don Ricardo Alegría poseía esa visión múltiple y humanista de la cultura. Conocía perfectamente los cánones de la arqueología, era un investigador de documentos, al mismo tiempo un conferencista apasionado y era sobre todo, un caminante.

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Así definió en su momento quien fuera el historiador de La Habana, Cuba, Eusebio Leal, a su maestro, el boricua Don Ricardo Alegría.

“Me contaban que por las calles arruinadas del Viejo San Juan predicaba la causa de la restauración de los monumentos, hablaba de lo que nadie creía, compartía la idea de que era posible a través de la salvación de las piedras de San Juan, perpetuar la identidad del pueblo puertorriqueño”.

Las palabras del también insigne restaurador de La Habana Vieja resultaron un homenaje póstumo a quien dedicó su vida a salvar la identidad cultural puertorriqueña, siendo colonia estadounidense la isla del encanto.

Así, Leal dijo en exclusiva que “don Ricardo estaba en el meridiano de aquello que yo quería hacer y trabajar en pro de La Habana Vieja, que él también admiraba extraordinariamente. De cómo convirtieron a las contrariedades, como a las piedras, en un escalón más alto, para construir el monumento…”.

“Pero es que son diferentes los obstáculos que él tuvo que enfrentar, son el desconocimiento de la soberanía. Yo soy hijo de la Revolución, nací en el proceso revolucionario. Mi trabajo y el de mis colaboradores habrían tenido otra característica de no existir la Revolución”.

En su visita a La Habana, de una emoción a otra, el eminente arqueólogo, antropólogo e historiador boricua recibió la medalla Haydée Santamaría, conferida por la prestigiosa institución cultural, Casa de las Américas.

En la fachada de la Casa Carmen Montilla, el homenaje resultó ser único, aseguró Leal.

Foto: Cortesía

“Don Ricardo Alegría iba a ser el primer intelectual vivo al que se le erigiera un monumento en La Habana Vieja. Y ahí precisamente, frente a la Basílica de San Francisco de Asís, el lugar más relevante en el corazón de La Habana Vieja, está la lápida que él pudo ver con sus ojos. Ahí, aparece exaltado que su ejemplo inspiró el nuestro y que su vocación inspiró la mía”.

Una amistad heredada del fundador cubano don Emilio Roig de Leuchsenring, el primer historiador de la ciudad de La Habana, lo hizo depositario de este homenaje al cumplirse el centenario del natalicio de este salvador de la cultura puertorriqueña.

La noticia de la muerte (2011) estremeció a todos en medio de la certidumbre de su claridad mental y la convicción de la grandeza de un hombre que es sencillamente inmortal.

En una entrevista realizada previamente, apareció con su mano alzada, sonriente, de punta en blanco, guayabera, pelo y alma. La combinación perfecta para un retrato de sí mismo, en el balcón de su casa en el Viejo San Juan.

"Saludos, ahora les abro la puerta."

Foto: Cortesía

Cámara en mano, detallaba cada loza o artesanía antiquísima que nos separan del segundo piso, a donde aguardaba. Ahí estaba, erguido en su sabia majestad. Enfrentó con tierna mirada y tendió el abrazo.

"¡Yo tengo muchos amigos allá! Le estuve diciendo a mi esposa en el último viaje que fui a Cuba. ‘Ya usted verá cómo me reciben en Cuba y cuando llegue a Puerto Rico, me cogen las Aduanas norteamericanas  y empiezan a investigar, ‘¿de dónde usted viene?', para que le tenga que decir, ‘¡de Cuba!' Entonces ellos se molestan."

-Se molestan, ¿y por qué?

(Sonríe)... "¡Bueeeeno, porque, ya tú sabes!" - por la sutileza de su entonación, todos sonreímos- "es por la situación colonial que sufrimos."

De tránsito hacia su espaciosa sala, llama la atención un hermoso busto de don Ricardo.

"Ese lo hizo Juan de Avalos, un escultor muy bueno. Sabes que lo han repudiado porque trabajó con Franco, que era el dictador y quien podía darle trabajo. Digo, yo fui a ver a Los ‘Amantes de Teruel'. Él hizo el ‘Valle de los caídos', que es como las pirámides de Egipto, que las ‘hicieron' los faraones, dictadores. En igual sentido, ¿vamos a repudiar ahora a Miguel Ángel y a los artistas que ayudaron en su obra?".

Es la misma sintonía de Eusebio Leal. Algunas personas han querido desoírlo, mientras él afirmaba que el arte y la historia hay que defenderlas por encima de todo.

"Por eso" -agregó don Ricardo- "me dicen, ‘¿pero tú eres amigo de Eusebio Leal?' y mi argumento es, pues dime qué está haciendo el historiador de La Habana. ¿Está destruyendo los edificios? Está beneficiando al país con la preservación de la arquitectura, de las obras de arte. A mí mismo me criticaban por arqueólogo. Decían que quería vivir en el pasado."

"Mira" -me dijo mientras avanzaba con pasitos cortos, apoyado por un bastón y custodiado por su inseparable perro, Canela- "ahí tengo libros firmados por Fernando Ortiz (historiador y etnólogo cubano). Yo quiero mucho a Cuba, siempre la tengo en el recuerdo y mantengo buena comunicación con los amigos que tengo allí."

Foto: Waka

- ¿Quién mejor que usted, que es una autoridad en la preservación del patrimonio, que es decir preservar la nación puertorriqueña, para hablarme de este concepto? ¿Qué lo lleva a vincularse al rescate de estos valores?

"Déjame decirte que nosotros hemos tenido una lucha más que centenaria, por defender nuestros derechos y nuestra soberanía. Estoy casualmente escribiendo algo sobre el Tratado de París (10 de diciembre de 1898, terminó la Guerra hispano-estadounidense), de la invasión innecesaria a Puerto Rico, porque nosotros habíamos aceptado, lo que ya era muy tarde para Cuba”. 

“Te hablo de la ‘autonomía' que permitía hacer tratados comerciales con otros países extranjeros y que decía que no se podía cambiar sin el consentimiento de los puertorriqueños. Entonces se nos invadió injustamente”.

"Estados Unidos no sabía dónde colocarnos y declaró que éramos un ‘territorio'. Esta palabra es un eufemismo que Estados Unidos usa para la colonia. Y ahí hemos sufrido”.

"Yo que soy una persona tan vieja, padecí desde esos años terribles de los años 1920, en que nos imponían todo en inglés, hasta en las escuelas. Por eso no pude progresar mucho en matemáticas, no pasé de la tabla del ocho. Y fue verdaderamente triste”. 

“Yo tenía el apoyo de mi padre, que fue uno de los fundadores del Partido Nacionalista. En mi casa yo veía desde niño las visitas de Pedro Albizu Campos y de otros patriotas que hablaban con mi padre y eso me mantuvo activo en el amor por Puerto Rico."

"Hay personas que quieren la independencia y no le dan la importancia a la cultura".

"Mi padre fue un defensor de los edificios históricos que se querían ‘echar', enfatizando que el ‘progreso' era lo que había que respetar”. 

“En el año 1955 ocurrió algo en Puerto Rico, que por ser reciente no se le ha dado importancia, y es que se establece una política cultural. Inspirada en el deseo de conservar, de defender, de fomentar todas las expresiones de la cultura nacional. Y fui yo la persona seleccionada para encaminar esa política en 1955”.

"No creas que fue fácil. Muchas personas creían que detener la demolición de los edificios era absurdo. Los arquitectos decían que estaba deteniendo su labor”. 

“Como yo era arqueólogo, defensor de la herencia española, decían que por eso yo quería conservar los edificios. Pero al fin, esa pelea la ganamos. Se salvó el viejo San Juan y otras ciudades como Ponce, muchos edificios históricos a través del país”.

"Según iba restaurando un edificio, se le daba un uso de acuerdo con la historia. Por ejemplo, la Iglesia de Porta Coeli en San Germán, la convertí en un Museo de Arte Religioso. El Castillo de San Jerónimo, aquí en el Viejo San Juan, lo hice el Museo de la Historia Militar de Puerto Rico, para explicar los ataques que había sufrido la Ciudad de San Juan, que el último fue en 1898”.

"Y así íbamos haciendo, por ejemplo, una casona en el Viejo San Juan, para ilustrar cómo se vivía. Y las ideas de defender la cultura nacional, las heredé de mi padre, quien a su vez las recibió de José de Diego (1867-1918), como también Pedro Albizu Campos (1891-1965)”. 

Foto: Ciudad de Bayamón

“Porque hay, aunque me da pena decirlo, algunas personas que hablan de la independencia de Puerto Rico, pero no le dan la importancia a la cultura. Y yo francamente quiero la independencia para salvar la cultura”.

"Para mí la cultura es el alma de la nacionalidad. Por eso mi vida ha sido dedicada a la defensa, la conservación de los monumentos que tenemos y otras expresiones, como la lengua española”. 

“Ni yo, ni mi padre, ni De Diego, ni Albizu Campos, se opusieron a que se enseñara inglés en Puerto Rico, porque es una lengua importante. Ahora bien, para enseñar inglés, no hay que enseñar aritmética, ni historia, ni geografía en inglés; eso de tratarnos en esa forma colonial, es un disparate. Esa ha sido la labor que llevé a cabo durante 18 años en que dirigí el Instituto de Cultura”.

"Ayudamos a formar jóvenes que mandamos a estudiar a Francia, Italia, a Estados Unidos, a México, a otros países de Hispanoamérica. Fueron a recibir conocimientos en el campo de la Música, las Artes Plásticas. Fue como estimular todas las expresiones, fundar”.

“Por ejemplo, la gente se burlaba de las artesanías de Puerto Rico, y decían que cómo yo, en el siglo XX, iba a estar hablando de hamacas y canastas”, relató don Ricardo Alegría. 

“Hoy día las artesanías son de gran importancia, porque en ella uno ve la influencia indígena, africana, española. Puedo mencionarte también el teatro. Comenzamos con El Festival de Teatro Puertorriqueño y más tarde los ampliamos a Hispanoamérica, España, Estados Unidos”.

"Tenemos una influencia cultural muy rica en el campo de la música, que quisimos salvaguardar, sin olvidar la herencia indígena, porque tenemos muchos instrumentos de entonces, como la maraca, que viene de los Tainos”. 

“Veamos el Museo de Las Américas, que es lo último que fundé, allí hay una interesante sala dedicada a esta herencia africana. En Puerto Rico, hemos sufrido también el prejuicio racial."

"A mí la lucha me estimula"

"A veces, cuando cambia el Gobierno se adelanta el trabajo, en otros años, se persigue a quienes defienden la cultura. A mí me han cerrado muchos museos. El Museo del Indio, el de Historia Militar, el primer Museo del Niño, también me lo clausuraron, o sea, ha sido una lucha ardua”, expresó en su momento.

"Afortunadamente la lucha me estimula, porque si me cierran algo, yo trato de hacerlo nuevamente o hacer el doble. Trabajamos en la publicación de libros, la creación de bibliotecas y el Archivo Histórico que no existía”. 

“Los documentos se destruían y los que quedaban se los llevaban a España, a Estados Unidos; entonces teníamos que lograr que nos los devolvieran. Todo eso ha sido la labor que hemos realizado”, resaltó el mayor artífice de la preservación cultural en Puerto Rico.

"En la lucha por San Juan -y esto es interesante porque está vinculado con Cuba- logramos que España nos ayudara a establecer algunos talleres aquí, para enseñar el rescate de artesanías de origen hispánico que se habían perdido”. 

“Me refiero, por ejemplo, al aprendizaje de la preparación de la mampostería que era una forma de construcción, tallar la piedra (...) y esos talleres existían, pero en unos de esos cambios de Gobierno en que llegó un partido asimilista y anexionista al poder, acabó con toda la herencia española que ellos repudian”.

"Casualmente, estaba aquí de visita el historiador de La Habana, Eusebio Leal. Vio ese taller y le expliqué que teníamos que cerrarlo. Él llamó a España y consiguió que ese taller se estableciera en La Habana”. 

“Eusebio Leal ha sido uno de los asesores que nos ha dado estímulo para continuar en esta lucha, porque toda América ve lo que se ha estado haciendo en La Habana. La riqueza lograda con la restauración de los edificios y el uso que se les da. No solamente tienen una importancia sobre la herencia cultural, sino que también tienen una función económica, social".

Foto: Enciclopedia PR

- ¿Qué opina del concepto integrador, de vincular a la comunidad en la preservación de su propio patrimonio?

"Aquí lo hicimos desde el principio -afirmó don Ricardo Alegría- soy autor de mucha legislación a propósito, porque conservar estas casonas antiguas no es fácil. Ésta misma, si estuviera lloviendo, empezarían a caernos las goteras”.

"Yo les hablaba a los arquitectos del orgullo, de que cada obra estaba hecha por un antecesor de ellos. Eso no quiere decir que habría que detener la obra moderna”. 

“Cuando creé el Centro de Bellas Artes, busqué a un arquitecto que diseñara una obra moderna, fuera de los límites de la zona histórica. A veces hay muchas violaciones que destruyen cosas, como ha sucedido en la histórica ciudad de Ponce”.

"Me lleno de alegría cuando veo personas de las zonas del campo de Puerto Rico, que vienen a retratar las casas y uno ve el orgullo, en un país que es una colonia donde existe un complejo de inferioridad. Los puertorriqueños ven entonces estas casonas grandes de su país, donde se les decía, que aquí no se había construido nada; ahora las gentes las visitan, las admiran."

- ¿Por qué quieren cerrar el  Instituto de Cultura Puertorriqueña? 

"Sí, ahora mismo debe haber proyectos para cerrarlo, aunque sé que no los van a aprobar."

- ¿Con qué argumentos pueden cerrar un instituto como ése?

"En el partido anexionista de Puerto Rico, que data desde el momento de la invasión norteamericana, hay unas personas que quieren que el país se convierta en un estado de la Unión Americana”.

“Ellos tienen una teoría, a mi juicio, totalmente equivocada, de que Estados Unidos jamás permitiría que por nosotros conservar nuestra cultura, nos acepten como estado”. 

“Hasta eso para mí es un disparate, porque allá -en Estados Unidos- hay estados como Nuevo México, Arizona, Luisiana, que tienen una herencia extranjera. Pero aquí se interpreta en esa forma”.

"Cada vez que ellos, los anexionistas, llegan al poder, el Instituto de Cultura Puertorriqueña es atacado. Ellos también se opusieron a la creación del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1955”. 

“En ese sentido, a mí se me hicieron todos los ataques que se pueden hacer. Como yo era arqueólogo, hasta me decían que era hispanófilo. Pero nuestra persistencia contribuye al orgullo nacional”. 

“Por ejemplo, San Juan es la segunda ciudad de América fundada tempranamente (1521), después de Santo Domingo. Allí fui invitado para dar a conocer lo que hicimos aquí en la preservación histórica y cultural. También fui convocado a Venezuela, hemos recibido esos honores, a nombre de Puerto Rico."

Soberanía política

"El problema es ese, mientras Puerto Rico carezca de soberanía política, siempre va a haber una amenaza sobre nuestra cultura”, manifestó durante la entrevista. 

“Nosotros hemos tenido el apoyo de países hermanos, no tanto como yo hubiera querido, pero sí de Cuba, República Dominicana y Venezuela. Se parecen a nosotros o nosotros a ellos”.

"Tienen además un compromiso histórico de que tanto Simón Bolívar (1783- 1830), como José Martí (1853-1895) los dos grandes libertadores de América, se interesaron por Puerto Rico y reconocieron que mientras este país no tenga su soberanía política, es una amenaza para el resto de América”.

"Bolívar intentó preparar una expedición para liberarnos, pero Estados Unidos e Inglaterra lo impidieron, no lo estimularon, no lo permitieron”. 

“Más tarde Martí, cuando funda el Partido Revolucionario Cubano (1892), en el primer párrafo dice que se constituye para lograr la libertad de Cuba, pero también para ayudar a la de Puerto Rico. Esos momentos y documentos históricos, son muy importantes para nosotros los puertorriqueños."

- A estas alturas de su vida, con 90 años cumplidos, ¿cuál es su mayor orgullo?

"Es haber contribuido a que el puertorriqueño conozca hoy día más de lo que conocía antes. Ver a más puertorriqueños orgullosos de su nacionalidad, de su cultura”. 

“Yo he participado con puertorriqueños que están fuera de la isla, por ejemplo en Nueva York, Estados Unidos, en la organización de los Desfiles Puertorriqueños, fui honrado por ellos como ‘El Gran Mariscal", afirmó con orgullo. 

"Llevé a Nueva York la primera exposición de Arte Puertorriqueño que se hizo, después logré que el Metropolitan - Museo de Arte Metropolitano de Nueva York- abriera sus puertas a nuestros artistas. Y me queda un gran orgullo, hoy día, por ver que ya son menos los puertorriqueños que atacan a su cultura, como lo hacían en 1955”.

"Se van produciendo unas expresiones en el campo del arte, la literatura, una buena relación con los países hermanos de Hispanoamérica.

"Pero no siempre tuve esa comprensión. Por ejemplo, Fernando Ortiz (etnólogo e historiador cubano) decía cuánto me apreciaba, porque trabajé mucho con él y fui su discípulo. Incluso escribió el prólogo de mi primer libro. Pues él se ponía furioso cuando personajes importantes de la época comentaban que cómo ese joven, que tiene un doctorado de Arqueología de la Universidad de Harvard, se va a poner a sacar los huesos de los indios y las piedras de aquí, cuando podría estar excavando en Grecia o en Roma".

- Una vez, a finales de 1990, le hice este comentario a Eusebio Leal. Tiene que ver con el planteamiento de algunas personas acerca de que salvar -en ese caso La Habana Vieja- era solamente ‘matar el hambre de hoy', porque la verdadera dimensión era restaurar La Habana toda. ¿Cómo lo ve usted?

"Para mí, primero es salvar la ciudad. Creo que es importante que el puertorriqueño tenga ese orgullo. Que la vean hasta los propios norteamericanos que vienen aquí”. 

“Los Estados Unidos me han dado los premios más grandes de restauración que ellos otorgan. Y las leyes nuestras hasta les han servido de orientación para la preservación de los objetos históricos. Igualmente, yo he ido presentando este plan en varios países”. 

"Salvar la ciudad tiene una gran importancia, también desde el punto de vista económico, lo que para mí ha sido secundario, la conservación del San Juan colonial es vital para eso”.

"Por eso cuando se me designa como director del Instituto de Cultura Puertorriqueña, no existía ningún museo en el país. Ahora la creación de los museos que hicimos contribuye a dar un mayor conocimiento a los puertorriqueños de su historia y vinculación con los países hermanos.

"Por ejemplo, la última actividad fue fundar el Museo de las Américas, precisamente con la idea de poner ahí obras de artistas tanto de Hispanoamérica, como de Estados Unidos. Que el pueblo pueda apreciar la obra de nuestros artistas y a la vez, vean que la nuestra no es inferior a la que se presenta allí”. 

“Eso contribuye notablemente al orgullo nacional, porque es importante para un país como nosotros que vivimos el coloniaje. El complejo de inferioridad es lo que a veces estimula y mantiene el coloniaje. En mis 90 años... si duro un poquito más, tengo muchas cosas que hacer".

- Cuando hace un recuento de su vida, si lo hace, ¿qué haría de otra manera?

"Es muy difícil -dijo mientras soltó una carcajada- es que yo no sé hacer otra cosa. Seguiría haciendo lo mismo y es lo que estoy tratando en mis 90 años (...) si duro un poquito más, tengo muchas cosas que hacer."

- Como por ejemplo, ¿qué le queda por hacer?

"Tengo muchos libros inéditos. Usé un sistema de ir acumulando materiales, quizá por todas las funciones que yo tenía, como la de fundar museos, rescatar artesanías. Estoy casualmente organizando mis papeles. Tengo como 200 carpetas con materiales que pretendía estudiar, algún día".

"Sigo encontrando cosas. Por ejemplo, casualmente estoy ahora para enviar al periódico Clridad y espero que me lo publiquen, un artículo que encontré sobre lo que nosotros decimos "Las Carpetas". Esas que se preparaban aquí cuando los puertorriqueños defendíamos, por ejemplo, la cultura. A mí mismo me hicieron una carpeta."

- ¿Usted fue “carpeteado”? 

"Es natural, y yo entiendo las cosas como antropólogo. Todo poder político que tiene la colonia, tiene que vigilar lo que está pasando. Tiene que saber que esas personas son opuestas a la situación política que existe”. 

“Aquí en Puerto Rico, el carpeteo existía desde tiempos de España. Acabo de encontrar un documento que lo pienso publicar ahora, donde el Gobernador español de Puerto Rico le escribe al cónsul general de España en Nueva York, diciéndole que le envíe la lista, nombres y ocupación de los 200 puertorriqueños que se reunieron en 1892 en Nueva York, para luchar por la soberanía de Puerto Rico”.

"Ese es un detalle muy interesante acerca de muchos puertorriqueños que lucharon por la independencia en el Grito de Lares, en 1868. Ante el fracaso de esa lucha, digo fracaso militar, que impresionó mucho a Ramón Emeterio Betances (1827-1898), él siempre tuvo la preocupación, la creencia, de que no había existido alguien con conocimiento militar para dirigir esa lucha”. 

“Es algo en lo que quiero trabajar porque tengo esos datos -comentó el historiador de Puerto Rico- Betances trató con varios generales dominicanos para que vinieran a Puerto Rico y se preparó. En 1897 se estaba organizando, bajo un general dominicano, con una invasión que se gestaba en Nueva York. Y esto es para que conozcan que en Puerto Rico, existió, existe y existirá el "carpeteo" mientras no tengamos soberanía."

- ¿Sabe a dónde va, el que no sabe de dónde viene?

"No. Ese es el problema nuestro. Tú tenías que darle mayor información. Por ejemplo, cuando niño me eduqué en las escuelas públicas de Puerto Rico y lo que aprendí, fue de un libro que había escrito un norteamericano acerca de nuestra historia. No podía aceptarlo, cuando leía en esos libros que los indios que vivían aquí a la llegada de los conquistadores españoles, tenían una mentalidad inferior. O sea, ya estaban estableciendo un prejuicio".

"Por esa razón siempre repito que para querer a Puerto Rico, tienes que estar orgulloso de tu historia. Muchos no tienen el conocimiento, desgraciadamente, por eso no le sirven con dedicación”.

"Parte de ese conocimiento es la vinculación con los pueblos hermanos. He estudiado mucho esa relación con República Dominicana, con Cuba. Es conocer a los líderes intelectuales e historiadores de esos países”. 

“Yo desde muy joven me carteaba mucho con Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), historiador cubano. Intercambiábamos publicaciones en las revistas universitarias. Cuando él vino a Puerto Rico, nos hicimos buenos amigos”.

- Cuando va a definir la relación entre Cuba y Puerto Rico, ¿qué podría destacar en el sentido histórico?

"Podríamos empezar con el conocimiento de los indios de Cuba, eran tainos. Me refiero a los últimos, porque Cuba tuvo una riqueza de población indígena. El país tiene que entender que nuestra relación con Cuba y República Dominicana data desde el comienzo de la época geológica, porque formamos parte de un todo. Después se separan las islas y probablemente también la población indígena”.

"Yo he encontrado documentos que hablan de un cacique de La Española, en Santo Domingo, donde ellos están celebrando la rebelión de los indios de Puerto Rico, y dice que él era pariente del cacique principal de Puerto Rico. Eso demuestra la hermandad que data desde épocas prehistóricas. El propio cacique Hatuey, de Cuba, era de Santo Domingo. La vinculación nuestra es desde el comienzo. Eso es importante que se conozca”.

"Puerto Rico goza de soberanía deportiva. En el campo de la cultura se nos ignora"

"Últimamente estuve en una campaña, en la cual Cuba me ha ayudado mucho, para que Puerto Rico sea miembro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). A eso, desgraciadamente algunas personas de aquí se han opuesto”, comentó en su momento.

"De acuerdo con el reglamento de Unesco, una vez que se asumió que habían naciones como la India, Senegal, Jamaica, que eran colonias y no podían participar de los beneficios de Unesco, brazo cultural de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se establece por los años 1940, una nueva categoría, la de "Miembro Asociado", que tienen los mismos derechos, pero no pueden votar en las elecciones generales”.

"Cuando descubrí eso, empecé una campaña en los años 1980. Para eso fui a Cuba a hablar con el ministro de Cultura, Armando Hart, para que me ayudara con una campaña con los países africanos, en función de que aprobaran eso en una Asamblea General”.

"Luché y aquí en Puerto Rico logré que la Asamblea Legislativa lo aprobara. Dice el reglamento de Unesco que el país que debe hacer la petición es quien tiene la soberanía”. 

“En principio, Estados Unidos no se opone, pero los puertorriqueños anexionistas de aquí sí se oponen, porque dicen que eso es ‘separarnos' de los Estados Unidos. Toda una polémica."

- ¿En que quedó esa historia?

"En ese momento, vino a verme el director de la Unesco a excusarse porque no me podía complacer, el gobernador anexionista dijo que no”, dijo en ese entonces.

"Puerto Rico goza de soberanía deportiva. Ahora, en el campo de la cultura se nos ignora. Me ha dado mucho coraje cuando Unesco convoca, en la República Dominicana, una reunión para discutir la historia de la esclavitud en América y a nosotros no se nos invita”. 

“Me da pena que los artistas nuestros no puedan exponer en la galería de Unesco en París (Francia) o en cualquier lugar del mundo, donde esta institución auspicia”.

- Cuando siente que tiene esos escollos, que en el orden táctico y estratégico, pudieran ser muy importantes para el avance de la cultura, ¿qué sentimientos alberga?

"Me duele, porque a veces es incomprensión. A veces amigos míos independentistas me dicen ‘oye Ricardo, eso de que Estados Unidos sea quien presente a Puerto Rico (...) cuando seamos una República entraremos en la Unesco.' Y les digo, ‘pero oye, yo lo quiero, para adelantar esa llegada, desde ahora, porque en Hispanoamérica muchos no nos conocen".

"Aquí hay un poco de mito sobre eso. Yo mismo recuerdo que recomendé al principal novelista nuestro para Premio Nobel, Enrique Laguerre (1906-2005) y le escribí a muchos amigos intelectuales de Hispanoamérica. Me decían, ‘Ricardo, es que nadie sabe quién es él'. Y tienen razón", enfatizó.

"Porque Unesco funciona por regiones geográficas y culturales. Estaríamos con el Caribe, con Cuba, con Venezuela, con nuestros hermanos, pero algunas personas no lo entienden y se han opuesto. Esa es la historia, presiones que uno tiene, pero se sigue luchando."

- ¿Ve a alguien, después de usted, que continúe en todas esas batallas?

"Yo creo que sí, que hay personas que luchan en Puerto Rico. Quizá por mi formación como antropólogo entré en muchos campos distintos”.

“Ahora tú encuentras gentes en la lucha por mantener el Viejo San Juan, otros en las artesanías, algunos que se formaron conmigo, otros defensores de los documentos históricos”. 

“Para que veas la situación crítica nuestra, ahora mismo en la Universidad de Puerto Rico, en la Facultad de Humanidades, han quitado el curso de Historia de Puerto Rico, como clase obligatoria. Es triste, y eso está pasando ahora mismo”, lamentó durante la entrevista. 

“Cuando era universitario, era un gran defensor de la historia nacional. Sigo creyendo que toda persona que se gradúe de bachiller de nuestras universidades, especialmente en el campo de las humanidades, especialistas en arte o literatura, deben conocer la historia de Puerto Rico. ¡Eso me sorprende!".

- ¿Le sorprende?

"Me sorprende y sigo defendiéndolo. Debe ser obligatorio ese conocimiento para todos, aunque sea un ingeniero, un médico. La historia es vital. Si no conoces la historia de tu país, no puedes estar orgulloso de él."

Sirva esta, su última entrevista, como homenaje a un salvador de la identidad puertorriqueña y latinoamericana, en medio del enclave colonial estadounidense, don Ricardo Alegría, en ocasión del año centenario de su nacimiento.


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