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    La Cepal asegura que “los diferentes impactos socioeconómicos reflejan la matriz de la desigualdad social en la región".

La ONU alerta que la Covid-19 provocará en Latinoamérica la peor recesión de los últimos 100 años.

La Organización de Naciones Unidas advirtió, a inicios de este mes, que la crisis provocada por la propagación del coronavirus provocará en América Latina efectos fatales: La contracción del producto interno bruto (PIB) en un 9,1 por ciento, la caída de las remesas en un 20 por ciento, aproximadamente, y el incremento de los niveles de pobreza en al menos 45 millones de personas. Estos indicadores, según la ONU, traerán otros males: 28 millones de personas entrarán en la pobreza extrema y unos 44 millones se verán desempleados en toda la región.

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La pobreza: Un repaso al concepto

En un libro publicado en el 2019 por Ediciones Cuarto Mundo, bajo el título “Las dimensiones ocultas de la pobreza”, sus autores llegan a conceptos muy aludidos en lo que respecta a desigualdades e indigencias.

El libro, resultado de un proceso colectivo de contribución y crítica con equipos de investigación en Bangladés, Bolivia, Francia, Estados Unidos, Tanzania y Reino Unido, asegura que “vivir en la pobreza representa experimentar un intenso sufrimiento físico, mental y emocional acompañado de una sensación de impotencia”. Para los autores, Rachel Bray, Robert Walker, Marianne De Laat, Xavier Godinot y Alberto Ugarte, la pobreza acorta la vida “debido a las malas condiciones de las viviendas, una alimentación inadecuada y a las exigencias diarias de la supervivencia”.

Si bien desde 2010, en la iniciativa de Oxford sobre Pobreza y Desarrollo Humano -OPHI, por su sigla en inglés- se habla del nuevo índice de pobreza multidimensional (IPM), que incluye parámetros de ingresos junto con otros tipos de privaciones que afectan la vida de las personas –en la educación, la salud y el nivel de vida en diez indicadores–, el libro parece traducir esos índices cuando asegura que “la mala salud causada por la pobreza deja en las personas cicatrices físicas y emocionales”. “El sufrimiento –asegura el texto- incluye pensamientos y emociones negativas omnipresentes y agobiantes: El miedo constante a lo que podría suceder y a perder los recursos o los bienes muy escasos”.

La ONU: Las remesas caerán

El informe de la ONU no se circunscribe solo a anunciar esos 28 millones de personas que entrarán en la pobreza extrema y los 44 millones de desempleados. Más allá de esa contracción del 9,1 por ciento del PIB, la ONU advierte que las economías de los países latinoamericanos experimentarán una reducción de las remesas, caídas en el sector del turismo y fuertes contracciones. La Covid-19, asegura el organismo internacional, provocará en Latinoamérica la peor recesión de los últimos 100 años.

“Las remesas familiares poseen un efecto directo en la vida de mil millones de personas en el mundo, es decir, una de cada siete personas. En conjunto, las remesas son tres veces mayores que la asistencia oficial para el desarrollo y superan el total de la inversión extranjera directa”. Así decía, en junio 2019, António Guterres, secretario general de la ONU, con motivo del Día Internacional de las Remesas Familiares.

Según resultados del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla), los ingresos por remesas en Latinoamérica y el Caribe acumularon aumentos en la recepción durante diez años consecutivos. En 2019, los países que recibieron más remesas fueron México (36.000 millones de dólares); Guatemala (10.508 millones de dólares); y República Dominicana, Guatemala y Honduras veían el mayor aumento con respecto al año anterior.

La caída de las remesas entraría, según la ONU, a agravar la economía familiar. Otra de las preocupaciones que alarma al organismo internacional es la posibilidad del aumento de las tasas de homicidio y violencia de género. La ONU ve esta crecida como una consecuencia del aumento de los pobres. Si bien los homicidios cerraban 2019 con la tasa más alta en El Salvador –según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito–, las estadísticas de violencia de género eran también alarmantes. En Latinoamérica, el escenario no es menos atroz.

La región es la segunda más peligrosa en el mundo para las mujeres, solo superada por África. En 2019, según Latin American Post, los países con más feminicidios en 2019 fueron: México, con 470 casos de feminicidio; Guatemala, 243; Colombia, 248; Argentina, 195 casos; Brasil, 126; y El Salvador, 120 casos. El informe de la ONU llama a velar por este tema.

El turismo también caerá

La ONU se hace eco, además, de las valoraciones que hace la Cepal. Este centro estima que, entre los factores externos que pueden conducir a la caída del PIB en Latinoamérica, no solo está la caída de las exportaciones o el desmoronamiento de las remesas, sino también la merma del consumo en el sector del turismo. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en su anexo estadístico de junio de 2020, las llegadas de turistas disminuyeron un 35 por ciento en América del Sur y Centroamérica, y un 39 por ciento en el Caribe durante los primeros cuatro meses del año, en comparación con el mismo período de 2019.

Otro dato de la OMT arroja que México fue el país más visitado en América Latina durante el 2019, y el séptimo a nivel mundial. La organización estimaba que en 2020 llegarían 1.400 millones de turistas internacionales al territorio mexicano; sin embargo, la llegada de la Covid-19 ha cambiado el panorama en toda la región.

Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), citada en el informe de la ONU, anunció “un fuerte golpe en el sector turístico debido a la pandemia”.

El desempleo: Un récord histórico

El informe de la ONU es revelador con respecto al desempleo: Asegura que pasará del 8,1 por ciento en 2019 al 13,5 por ciento en 2020, lo que se traducirá en más de 44 millones de desempleados en toda la región. 

En ese sentido, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala a Chile, Brasil, México y Colombia como los países más afectados. Las restricciones al comercio, a la vida laboral y al turismo, entre otros, como medidas de contingencia para tratar de contener la propagación de la Covid-19, dejan 41 millones de personas desocupadas, según un balance de la OIT.

Examinando las estadísticas de la organización, en donde señalan que antes de la emergencia sanitaria 26 millones de personas ya se encontraban sin trabajo, se deduce entonces que 15 millones de personas perdieron sus empleos durante estos meses de Covid-19. Se trata de "un récord histórico, la cifra más alta de desocupación" desde que hay registros, aseguró el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinicios Pinhero.

Si se consultan, además, las estadísticas por países, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE), el país suramericano registró una tasa de desempleo del 11,2 por ciento entre marzo y mayo, la cifra más alta en los últimos diez años. Con 21,4 por ciento, Colombia marcó récord de desempleo en mayo. Es la tasa de desocupación más alta, en términos mensuales, desde que existen los registros del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), según señaló la entidad. Brasil registró también la tasa más alta de desempleo en los dos últimos años –alcanzó un 12,9 por ciento entre marzo y mayo–, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Diferentes grupos, diferentes afectaciones

El informe de la ONU asegura que “la pandemia está teniendo diferentes repercusiones en la salud y las condiciones socioeconómicas en función de la edad, el género, la orientación sexual, el origen étnico y la situación migratoria o la condición de refugiado, entre otros factores”. “En toda la región –señala el documento– existe un estigma, una discriminación y un discurso de odio crecientes dirigidos a las minorías, al personal sanitario y a los sospechosos de ser portadores del virus. Las políticas públicas deben abordar estas asimetrías y combatir el racismo, la xenofobia y la discriminación, basando la lucha contra la Covid‑19 en los derechos humanos”.

La Cepal asegura que “los diferentes impactos socioeconómicos reflejan la matriz de la desigualdad social en la región, cuyos ejes estructurantes son la pertenencia a distintos estratos socioeconómicos o clases sociales, el género, la etapa del ciclo de vida, la condición étnico-racial y el territorio, a lo que se suman otros factores como la condición de discapacidad, el estatus migratorio o la situación de calle. Estas desigualdades se acumulan, se potencian e interactúan entre sí, causando múltiples discriminaciones que conllevan diferencias en el ejercicio de los derechos”.
 

La ONU y la Cepal: Entre la esperanza y el temor

El informe de la ONU afirma que “en América Latina y el Caribe, reconstruir mejor significa reconstruir con igualdad” y agrega que “la inclusión social contrarresta el avance de la xenofobia y de la estigmatización de los grupos marginados”. Señala también que “una sociedad más igualitaria no permite que la concentración del poder económico distorsione las políticas públicas”. “Las medidas hacia este objetivo deben incluir el combate a la corrupción y la delincuencia organizada y la presencia efectiva del Estado”.

Un mensaje de Alicia Bárcena, secretaria general de la Cepal, en una conferencia virtual organizada por la Corporación Andina de Fomento (CAF) por su 50 aniversario, era quizás más sentencioso: “El continente enfrenta hoy el resultado de décadas de privatización y mercantilización de los servicios de salud", cuyo gasto público "no ha pasado del 2 por ciento del PIB". La crisis financiera generada por las medidas para enfrentar la pandemia de coronavirus "nos puede llevar a un retroceso de 13 años". "Nos preocupa que la región pueda salir de esta crisis más endeudada, más pobre, más hambrienta y con alto desempleo. Y, sobre todo, enojada".

El mensaje de la ONU parece dejar todavía un camino a la salvación: “Los planes de recuperación deberían orientarse hacia la transformación del modelo de desarrollo de la región apegándose a los principios de democracia, derechos humanos y paz marcados en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible”. A la vez, invita a trabajar juntos: “Trabajar juntos –dice el informe- para responder a la pandemia y buscar acuerdos políticos amplios que posibiliten reconstruir con igualdad”. 

Veamos si esta vez el llamado del organismo internacional encuentra la disposición de ayudar, sobre todo en quienes pueden hacerlo.

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