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    Seis músicos e investigadores, cuatro de los cuales son o han sido residentes de la zona natal de Sojo ofrecen una panorámica completa en homenaje a uno de los personajes más importantes de la historia musical venezolana.

Se cumplen 134 años del natalicio de Vicente Emilio Sojo, uno de los principales creadores de la escuela moderna de música venezolana y un recopilador insigne de la tradición musical de Venezuela. 

Vicente Emilio Sojo (1887-1974) es sin duda alguna, el personaje más importante de la música de tradición escrita en Venezuela durante el siglo XX.

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Su magnetismo, cualidades de liderazgo (Caudillo, según el Historiador Fidel Rodríguez Legendre), tenacidad, y su particular perspicacia, permitieron que los tres pilares fundamentales de toda su vasta obra se convirtieran en una realidad que impactó notablemente en la vida musical en Venezuela: la Fundación de la Orquesta Sinfónica Venezuela (junio de 1930 que fue la orquesta más antigua del continente americano después de la Orquesta Sinfónica de Boston); el Orfeón José Ángel Lamas en 1930, aun cuando otros sostienen que fue en 1928; y la Cátedra de Composición de la escuela de Música José Ángel Lamas en 1936.

Desde estas tres Instituciones se desplegó la más importante obra de la vida musical caraqueña y venezolana: de carácter divulgativo en las dos primeras; y de aportes invaluables a la educación musical y la creación de una generación completa de creadores que constituyen lo más brillante de la música de tradición escrita en Venezuela en el siglo XX.

Lo anterior es expresado por el Maestro, Director de Orquestas e investigador Diego Silva Silva, quien además expresa: Si por una parte Sojo no era proclive a aceptar las nuevas propuestas en la creación musical (su pensamiento estético y conceptual estuvo aferrado al siglo XIX), su elevada disciplina y niveles de exigencia le permitieron crear una escuela de compositores (e inclusive de intérpretes) que constituyen la segunda iniciativa nacional en poner a los creadores al servicio de su culturalidad ( la primera se desprendió de Juan Manuel Olivares a finales del siglo XVIII y su "escuela" tuvo un participación descollante hasta la primera mitad del siglo XIX), lo cual representa un hecho reflexivo de indudable fortaleza, en momentos en que la visión de "nacionalidad" como expresión territorial cultural, corría los riesgos de ser sub valorada o minimizada por las "novedades" que nos llegaban de las grandes metrópolis del mundo occidental, que pretendían hacer ver el tributo a lo "nacional" como un signo de atraso.

Zapatitos de Lluvia

 

 

Esta posición sólida de Sojo trascendió en una gran cantidad de investigadores y estudiosos de nuestra musicalidad. Con especial atención en el siglo XIX sus destellos alcanzaron a la muy prestigiosa Fundación Vicente Emilio Sojo, creada en 1978 y disuelta sin explicación coherente el 15 de enero del 2016, dejando el ámbito de la investigación y difusión musical en Venezuela sin una de sus más importantes instituciones, herencia del pensamiento de Sojo.

Contextualizando la vida y las labores de Vicente Emilio Sojo, Silva Silva acota: Si tomamos en consideración el período histórico que abarcó su accionar podemos constatar que fue un hombre que lidió con situaciones de adversidad y apatías a las manifestaciones artísticas, propias de un país que emergía de guerras caudillescas intestinas, y que apenas comenzaba a liberarse de su condición rural; de ser una especie de hacienda.

Podemos establecer el año 1920 hasta 1974 (fecha de su defunción) como un período en que Venezuela atravesó dictaduras, gobiernos inestables y autócratas, y luego el primer intento de democracia representativa (desde 1958), y a través de esos años convulsionados y llenos de controversia, la labor de Sojo constituyó una especie de oasis ya que no solo se empeñó en que existiera una elevada y calificada formación para los músicos, sino que sus condiciones laborales y económicas fueran las más dignas posibles, equiparables a un docente universitario en algunos casos.

En su legado destacan las Misas: Coral, Cromática, Blanca a Santa Eduvigis, Palabras de Cristo en el Calvario, Misa Breve, Misa para Santa Cecilia, y Hodiesuper nos fulgebit lux; composiciones polifónicas populares, salves, motetes y cánticos; y la recopilación y armonización de cerca de 300 obras de música popular tradicional venezolana, siendo uno de los primeros que se ocupó del archivo de música colonial que había sido descubierto en los sótanos de la Escuela Lamas en Santa Capilla.

Su recuerdo patrimonial, unido a aquel hombre honorable que caminaba por la esquina de Santa Capilla, con su enorme y reluciente bigote "moustache" y su elegante bastón, se ve empañado por la deplorable situación de ruinas y escombros en que está reducida lo que fue la flamante Escuela Superior de Música (edificio que además fue vivienda de Juan Bautista Arismendi y Luisa Cáceres de Arismendi entre 1819 y 1841, y en el que en 1881, José Martí dictó charlas de oratoria y literatura), entre las equinas de Veroes a Santa Capilla, en la Avenida Urdaneta, desde donde este gran hombre de Venezuela desarrolló su vida entregada totalmente a la música en todas sus facetas.

La Influencia de Guatire

“Para los que saben de música mejor que uno la gracia mayor del Maestro Vicente Emilio Sojo fue su capacidad de detenerse a escuchar. Esa habilidad pasmosa de oído-sabio le permitió captar bajo la resolana con 35 grados a la sombra de su natal Macaira, en el mismísimo centro de Guatire donde nació en 1887, los compases de las lavanderas o el chirrido cansado de las carretas que atravesaban el pueblo polvoriento con su avituallamiento de verduras frescas, frutas y café para abastecer de prodigios gustosos al pueblito agrícola dedicado a la producción de los ingenios de caña de donde emergían todos los días melcochas y almidoncitos, aguardiente y papelón.

Ese oído, afinado en la guataca bajo la batuta del maestro Régulo Rico, a su vez heredero de la savia del Padre Sojo, se hizo ávido buscador de los matices populares que fue incorporando con habilidad prodigiosa al cerrado orden de la ortodoxia académica de su tiempo, dotando al país todo de una nueva tonalidad capaz de expresar renovación, como lo expresa en su "Comparsa Carnavalesca" y tantas otras piezas construidas con la sonoridad de la calle y el pentagrama.

Si de noche ves que brillan

 

Afirma el cronista Aníbal Palacios que uno de los mayores aportes del maestro Sojo a la música académica venezolana, es no haberse desvinculado jamás del terruño e incluso, lograr que sus alumnos lo quisieran, le cantaran, le compusieran y lo homenajearan permanentemente”.

Lo escrito por el periodista e investigador Marlon Zambrano, quien reside desde hace 25 años en Guatire, vuelve a ser corroborado por Miguel Alciro Berroterán, Músico, abogado y Directivo del Centro de Educación Artística Andrés Eloy Blanco de Guatire. Señala Berroterán: La historia musical de Guatire pudiera ser referida desde el Padre Sojo, pasando por Henrique León y Régulo Rico hasta el maestro Vicente Emilio Sojo cuyo legado representa un material de importancia mundial. Sus obras han sido ejecutadas por las orquestas más reconocidas de los cinco continentes, no solamente la música orquestal académica, también las composiciones corales de todo género. El maestro Vicente Emilio Sojo, considerado el músico más importante del siglo XX, fundador de la Orquesta Sinfónica Venezuela y el Orfeón Lamas, primera agrupación de voces mixtas del país, por su imborrable huella, es maestro de maestros, formó a una generación de profesionales que le siguieron los pasos con su mismo empeño en el arte musical; sus alumnos y discípulos fortalecen la historia que inmortalizó.

A sus 134 años de nacimiento, Guatire, la tierra que lo vio nacer , muy especialmente el Centro de Educación Artística “Andrés Eloy Blanco” CEA, lo recuerda y lo mantiene en un sitial de honor, y se espera que pronto esta tierra sea declarada “Cuna musical de Venezuela” gracias a esos grandes hombres nacidos en ella, distinguidos en dos generaciones, antes y después del maestro Vicente Emilio Sojo.

Fue en Macaira

El cronista e investigador Aníbal Palacios, refiere:

Vicente Emilio Sojo nació en Macaira, un cercano sector del centro de Guatire, aunque para aquella fecha del 8 de diciembre de 1887; tenía carácter rural.

Aprendió Vicente Emilio sus primeros compases musicales en la Iglesia de la Santa Cruz del Valle de Pacairigua y Guatire, donde cantaron misa Pedro Ramón Palacios Sojo Gil y Arratia, Enrique León y Régulo Rico; es decir, de casta le viene el galgo.

Correspondió a la hábil y exigente batuta del maestro Régulo Rico dirigir esos primeros pasos; y es esa misma Iglesia donde la Orquesta Sinfónica Venezuela suele presentarse cada 8 de diciembre para rendir homenaje a su fundador; porque, en mi opinión, es precisamente la Orquesta Sinfónica Venezuela la mayor de las creaciones del maestro Vicente Emilio Sojo.

Canción otoñal

 

Una de las mayores virtudes del maestro Sojo fue potenciar las ya grandes cualidades de un grupo de músicos contemporáneos y de jóvenes promesas del difícil y exigente arte de la musicalidad, para ahondar en las raíces históricas de la música nacional, recopilar ese legado social y proyectar dentro y fuera del país la riqueza y variedad de nuestras tradiciones musicales; de allí la trascendencia de su obra.

Pese a su congestionada agenda de trabajo, el maestro Sojo jamás se desvinculó del terruño e incluso logró que sus alumnos quisieran a Guatire tanto como él, le cantaran, le compusieran y homenajearan permanentemente; de allí nuestra eterna gratitud a todos los integrantes de la Orquesta Sinfónica Venezuela, a través de su historia.

¿Cómo no sentirse orgulloso de la obra de Vicente Emilio Sojo y de los grandes músicos que precedieron su labor en esta aldea? Para los guatireños, la presencia histórica del Padre Sojo, Régulo Rico y Vicente Emilio Sojo, responde claramente a una vieja interrogación musical: los cantantes podrán ser de La Loma pero en Venezuela, los músicos son de Guatire.

El Gran Coloso

El Músico e investigador, además de viceministro de Cultura, Ignacio Barreto, señala: Vicente Emilio Sojo fue un coloso en todo sentido. Un autodidacta que logró actualizar el sistema de formación musical venezolano, dándole estructura y definición.Llegó a ser el maestro creador de la más importante escuela de composición venezolana del siglo XX, la llamada escuela de Santa Capilla, integrada por los compositores más insignes de ese período. Entendió la importancia de conocer y admirar nuestras raíces musicales, tanto de la tradición oral como de la escrita para que , desde lo local, se fortaleciera una propuesta musical original que aportara al patrimonio universal. En fin, repito, un coloso al que se le debe un agradecimiento eterno, porque, si Venezuela es ahora referente musical en el mundo, si en este país se logró crear un sistema de orquestas infantiles y juveniles, si existe un prestigio por la calidad de las agrupaciones corales venezolanas en el mundo, todo esto y mucho más se le debe, en definitiva a Vicente Emilio Sojo.

El Ilustre

Dos grandes personajes se enarbolan como emblema del pueblo guatireño. Uno de ellos se dedicó enteramente a la política y, en prueba de su éxito, quedó bautizado con el apelativo de ilustre, mientras que el otro, músico, literato e investigador, era ilustre.

El nombre de Vicente Emilio Sojo resuena en cualquiera que se acerque a la música en Venezuela, en donde no somos pocos quienes transitamos esa senda. Se nos aparece tímidamente cuando, de niños, ingresamos a los coros escolares y encontramos que la mitad del repertorio navideño consiste de aguinaldos recopilados y registrados oportunamente por el maestro. ¡La Navidad sin Sojo no sería lo que es!

Aguinaldos

 

Es acertado por demás el periodista y músico Eduardo Parra Istúriz, cuando, además acota: Más adelante, si seguimos en ese camino musical descubrimos un Vicente Emilio Sojo mucho más académico y formal, capaz de crear obras maestras sin dejar de apelar al humor, al drama o a la formalidad, según si escuchamos sus misas o sus comparsas.

Pero el maestro nos guarda aún más sorpresas: fundó la Orquesta Sinfónica de Venezuela y es el responsable de la primera escuela de composición musical que se instaló en el país. No en vano recibió el Premio Nacional de Música en 1951.

Pero el homenaje más auténtico, el más hermoso, es la alegría de los venezolanos cuando salimos de parranda o cuando cantamos aguinaldos. Entonces nos escucha desde el éter y sabe que su semilla no cayó en el pedregal: el maestro nació en diciembre y son sus obras y esfuerzos los que han dado sentido popular a este mes. A Sojo lo llevamos en la garganta y en el corazón. Es exactamente así.

Y con gratitud.

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Música Venezuela Vicente E. Sojo

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