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    El peligro de un rebrote se vuelve muy real. Ha pasado un año desde que el coronavirus aterrizó en América Latina.

Dos tercios de las muertes a causa de la Covid-19 en Latinoamérica, se concentran en México y Brasil. El gigante sudamericano, es una preocupación mundial.

Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo. Advertía Sófocles, el poeta trágico griego, sobre la naturaleza humana, algo que ha definido para algunos el sentido de la vida en medio de la pandemia o al menos eso dicen.

A tenor de las políticas de contención para restringir la propagación de Covid-19, se impuso el distanciamiento social, los estados de emergencia, las cuarentenas, el sálvese quien pueda, como esenciales en la lucha por “aplanar la curva” de contagio en todo el mundo.

Los datos de ubicación de teléfonos celulares confirmaron en Estados Unidos - unos 15 millones de usuarios, según el tamaño de la muestra-  con incapacidad de quedarse en casa. Lo único que va en aumento es la desigualdad de ingresos y es mayor que en casi cualquier otro país desarrollado, según el Consejo en Relaciones Exteriores, un centro de análisis en Washington. Realmente, quedarse en casa, es un lujo que cerca de 40 millones de estadounidenses que viven por debajo de la línea oficial de pobreza, no pueden permitirse.

Fuente: Archivo de Internet

“Los ricos tienden a permanecer más en casa y comenzaron a hacerlo varios días antes que las personas de ingresos más bajos”. Son datos que  desnudan las desigualdades, son los “menos” quienes tienen el privilegio de quedarse y trabajar de forma remota, desde la seguridad de su propio hogar. La Covid-19, puede continuar como el más reciente virus que discrimina a los pobres. 

Latinoamérica y el Caribe

Después de un año en que fueron tomados los datos por Google, la situación económica desesperada, la enfermedad y la muerte por el letal virus, han alcanzado a millones de personas.

A inicios de Marzo del año en curso, más de 114,6 millones de personas se han enfermado y más de 2,5 millones de personas han perdido la vida por la Covid-19. Sigue Estados Unidos como el país más afectado por la pandemia, con 515.640 muertes por el virus.

En América Latina, de las dos naciones más habitadas que no implantaron cuarentenas obligatorias, la de mayor mortalidad la encabeza Brasil, -también el segundo en mortandad después de EEUU-; le sigue México. En tercer lugar está Colombia, refiere el más reciente balance de la Universidad Johns Hopkins.

Para Brasil, registran 255.720 personas fallecidas por el virus y 10.587.001 las que han contraído la enfermedad. En México, 2.089.281 se han contagiado de coronavirus y 186.152 han muerto. En Colombia, que aparece en el tercer lugar con más muertes por la Covid 19 en Latinoamérica, hay 2.255.260 casos confirmados de coronavirus.

Fuente: Archivo de Internet

Al comparar los cambios en los patrones de movilidad a raíz de Covid-19, los países de ALC, con una mayor proporción de personas que viven en la pobreza, han visto reducciones menores en las tendencias de movilidad fuera del hogar en  todas las líneas internacionales de pobreza (1,90 dólares por día,  3,20 por día y  5,50 por día).

Para que las medidas de contención sean exitosas, se debe considerar una compensación a aquellos que no pueden generar ingresos, particularmente en contextos de alta pobreza y alta informalidad. Para todos es sabido que proporcionar -a los trabajadores informales- fuentes alternativas de ingresos, permitiría que esta población reduzca sus viajes fuera del hogar.

¿Quiénes podrán aguantar por menos tiempo? Aquellos que no dispongan de ahorros, red familiar, o que no puedan generar ingresos desde sus domicilios. ¿Dónde están los más vulnerables en una región tan desigual como Latinoamérica?

El peligro de un rebrote se vuelve muy real. Ha pasado un año desde que el coronavirus aterrizó en América Latina. Fue  cuando Brasil confirmó el primer caso en São Paulo el 26 de febrero del 2020. Fue cuando los países de la región cerraron las escuelas y aeropuertos, clausuraron negocios e implementaron un rango de restricciones, en un intento fallido por controlar la pandemia. Trágicamente, pocos fueron útiles, y el total de muertes por Covid-19 en los primeros diez días de marzo del 2021, de los países de Latinoamérica y el Caribe fue de 700 022 muertes y 22 140 444 infectados, detrás de Europa, que es el continente con mayor cantidad de fallecimientos con un saldo de 876 511 personas.

Las muertes, el costo emocional, social y económico. América Latina y el Caribe experimentaron, según el FMI, una contracción del 7.4 por ciento en 2020. Amenaza in crescendo  en el 2021, al comenzar con brotes y temores por nuevas variantes del virus.

¿El 2021 será peor?

Sabemos que las vacunas no estarán disponibles masivamente, al menos hasta el segundo semestre del 2021 y su aplicación puede tomarles varios años a muchos países.

Mientras tanto, el foco está en proteger a los trabajadores de la salud, buscar soluciones sostenibles a largo plazo, “aplanar la curva” y proteger  a los más vulnerables.

Ya la Organización Panamericana de la Salud advirtió que 2021, puede ser mucho peor que el 2020, si se relajan las medidas de salud pública contra el virus. 

Dos tercios de las muertes a causa de la Covid-19 en Latinoamérica, se concentran en México y Brasil. El gigante sudamericano, es una preocupación mundial, al contar 266 398 muertos y más de 11 millones de infecciones.

Por lo pronto, seis países de la región -Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Chile y Argentina- han comenzado a vacunar, por acuerdos bilaterales que han hecho con los productores, sin embargo, tienen cantidades muy limitadas de la vacuna. 

El país con la mayor proporción de población vacunada es Estados Unidos y apenas supera el 3%, lo que corresponde aproximadamente a los trabajadores de la salud y una parte de los más ancianos. El resto de los países han vacunado a menos del 1% de su población.

“Si seguimos siendo diligentes, tenemos el poder de controlar este virus, pero si nos relajamos, que nadie se equivoque, 2021 puede ser mucho peor que 2020”, explicó la directora de la OPS, Carisse Etienne.

En el segundo semestre podría llegar la mayoría de los 2000 millones de dosis aseguradas para 2021, por la iniciativa COVAX: colaboración para un acceso equitativo mundial a las vacunas contra la Covid-19, porque mientras la cantidad de vacunas siga siendo pequeña, no se puede depender de ellas para aplanar la curva de contagio y muerte.  

Al asecho continúan las nuevas cepas mortales. La Organización Panamericana de la Salud además informó de que la variante del SARS-COV-2 detectada en Reino Unido, ya está en ocho países de la región: Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Jamaica, México, Perú y Estados Unidos. Además, la variante identificada en Sudáfrica, se ha encontrado en Brasil y Canadá. Aunque de momento no hay pruebas de que cause una enfermedad más grave, estas variantes sí tienen el potencial de colapsar los hospitales con más enfermos.

El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró estado de “emergencia” para toda América Latina, luego de hallarse una nueva variante de la Covid-19 en Brasil. Insistió que “la preocupación no gira tan solo en torno a Brasil, sino también en torno a los vecinos de Brasil. Es casi América Latina en su conjunto”.

¿Seguimos en casa?

Unas 260 millones de personas ya trabajaban desde sus casas, antes de la crisis del Covid-19. La estimación de la Organización Internacional del Trabajo -OIT- suponía  un 7,9% del empleo mundial.

Estos trabajadores suelen estar peor remunerados que los que trabajan fuera de casa, incluso en profesiones más cualificadas. En promedio, ganan un 13% menos en el Reino Unido; un 22% menos en Estados Unidos; un 25% menos en Sudáfrica y alrededor del 50% en Argentina, la India y México.

Fuente: Archivo de Internet

Un 56% de esos trabajadores son mujeres, lo que significan 147 millones de féminas que llevan -a la vez- el trabajo a distancia, el del hogar, más los hijos en casa. "Al paralizarse la actividad económica, salen muchas más mujeres que hombres de la fuerza de trabajo", dice Simone Cecchini, de la CEPAL. 

En los países de ingresos bajos, el 90% de estas personas desarrollan su labor de manera informal. La OIT asegura que los teletrabajadores afrontan mayores riesgos de seguridad y salud, como también tienen menor acceso a los programas de formación, lo que repercute a en su trayectoria profesional.

En América Latina, donde se ubican algunas de las ciudades más pobladas del mundo en desarrollo, continúa la rápida expansión del virus y la de los trabajadores informales. Como no tienen protección social, deben salir a buscarse la comida. 

Si alguien imagina la vida desde el amparo del hogar, debe saber que “un tercio de las personas de la región, no tiene acceso a internet, y solo un tercio del decil -cualquiera de los nueve valores que dividen a un grupo de datos ordenados en diez partes iguales- más pobre, dispone de un seguro de salud”, dice Simone Cecchini, responsable de la división de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe , CEPAL.

"Cuando habitas un territorio donde no tienes acceso a agua potable o saneamiento y donde no puede haber distanciamiento social, debido al hacinamiento, es imposible pensar que el virus pueda tener el mismo impacto que en otras personas", afirma Fernanda Arriaza, directora de Gestión Comunitaria de la ONG Techo e investigadora a cargo del estudio "El COVID 19 en los asentamientos populares", llevado a cabo en nueve países de la región.

Los desequilibrios sociales, son evidentes en las desigualdades de las etnias y género del 20 por ciento de la población urbana de la región, que vive en estas comunidades de los excluidos. 

"En 2019, su tasa de participación laboral era del 52 por ciento y en 2020 baja al 46 por ciento. Las mujeres se hacen tradicionalmente cargo del trabajo no remunerado en los hogares y, con el cierre de escuelas, ellas se ocuparon del cuidado de los hijos y de los enfermos", indica la CEPAL.

"Analizando los datos de contagios y muertes por Covid-19 en Brasil, los resultados de la población afrodescendiente son peores que los del resto de la población. Y las poblaciones indígenas viven en zonas sin acceso a la salud", apunta el experto de la CEPAL. 

Los niños nuestros

Es un hecho que la pandemia del Covid-19, ha exacerbado la exclusión de los alumnos con menos recursos en todo el mundo. Los niños "en América Latina, son los más pobres. No pueden ir al colegio, algunos son abandonados y hay riesgo de que aumente el trabajo infantil", concluye la CEPAL.

A mediados del 2020, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), emitió un estudio titulado "Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020: Inclusión y educación". La advertencia anunciaba que unos 260 millones de niños no tuvieron acceso a la educación en el año 2018 y que las disparidades aumentaron con la pandemia del nuevo coronavirus.

La pobreza es el principal obstáculo para el acceso a la educación. En un país de ingresos medios y bajos, es tres veces más probable que los adolescentes más pudientes terminen el primer ciclo de la secundaria, que los de familias más desfavorecidas.

Fuente: Archivo de Internet

En los países más pobres, quienes sí completan el primer ciclo de secundaria y vienen de hogares más acomodados, gozan del doble de probabilidades de tener conocimientos básicos de lectura y matemáticas. La agencia de la ONU denunció que  ninguna mujer procedente de un entorno rural pobre, consigue completar la enseñanza secundaria en al menos 20 países. Fomentar sociedades más resilientes e igualitarias, es todavía un sueño. 

Hoy por hoy, un 95% - unos 156 millones de alumnos- de los escolares de América Latina y el Caribe, no va a clases por el coronavirus, por lo que la región se enfrenta a "crisis educativa sin precedentes".

La Unesco denuncia una "fractura digital preocupante en la enseñanza a distancia", en tiempos en que ésta ha cobrado impulso para frenar la epidemia de coronavirus. 

Convendría conocer que la mitad de todos los alumnos del mundo, unos 826 millones, carecen de "acceso a una computadora en su domicilio". "Y el 43% (706 millones) no tienen internet en casa".

"Las disparidades son particularmente evidentes en los países de ingresos bajos: en África subsahariana, el 89% de los alumnos no tienen acceso ni a computadores familiares y el 82% no tienen internet", subraya la organización.

"Asimismo, aunque los teléfonos móviles pueden permitir a los alumnos acceder a la información, conectarse entre ellos y con sus profesores, unos 56 millones de alumnos viven en lugares a los que no llegan las señales de redes móviles, de ellos, la mitad en África subsahariana", agrega la UNESCO.

Algunos niños salen a ganarse el pan de cada día, incluso junto a sus padres y madres, que no pueden parar de trabajar expuestos al virus. “Si no vendo, no comemos. Así de fácil”. Dice mientras sigue atendiendo su puesto de hamburguesas en plena acera de la Ciudad de México.

Cuando en la mayoría de los países, los esfuerzos gubernamentales contra la pandemia paralizan la actividad económica, la perspectiva es peor. La mayoría de las personas viven al día, con escasos o inexistentes ahorros. Están expuestos al mayor peligro de contraer el virus, porque su gestión de trabajo los obliga a estar en contacto con extraños, en precarias condiciones y al final del día, cuando van a descansar, lo hacen  en viviendas hacinadas.

Entre la vida y la muerte

“Para nosotros enfermarse es un lujo”, dice desde el altiplano sudamericano, mientras recoge materiales reciclables. En Perú más de 21.000 personas, entre ellos vendedores ambulantes y otros trabajadores de la economía informal, han sido detenidos por no cumplir con el mandato oficial de quedarse en casa.

Algo muy simbólico es que la primera persona que murió por Covid-19 en Río de Janeiro, fue una señora de la limpieza. Hoy, otra señora de la limpieza acude a recoger donaciones de alimentos. No tiene ingresos, ha perdido su trabajo y depende totalmente de las ayudas para alimentar a su familia.

Los gobiernos en América Latina han prometido apoyar a los más pobres y en algunos lugares han anunciado programas de ayuda en efectivo que no llegan o no satisfacen las más imperiosas necesidades.

Con cuarentenas obligatorias, la mayoría de países latinoamericanos se blindan ante el avance del virus en la región. La crisis económica y sanitaria que ya padecen muchos de ellos, se profundiza aun con la esperanza de la inmunización. Toque de queda, cierre de fronteras, suspensión de vuelos internacionales, clases, reducción de la jornada laboral, el desamparo del trabajo informal y todos los intentos por controlar los contagios, restringen aún más sus economías nacionales, reflejada en el plato de cada persona vulnerable.

Aceptar quedarse en casa, con el agotamiento físico y emocional, el desgaste que supone enfrentarnos a una situación de estrés acumulativo y abandono, parece un eufemismo. Llevamos un año en esta peculiar y triste situación. Por ahora, sobrevivimos al miedo, a la soledad, a la muerte, al duelo. 

El escenario de incertidumbre es agotador, pero hay que seguir, como lo hace ese colectivo que desdice al viejo Sócrates. Con alto riesgo continúan de pie los profesionales sanitarios, que están haciendo frente a la pandemia, igual a tanta gente fraterna que nos ayuda a vivir el día.

Porque también es verdad, que la fatal circunstancia ha hecho emerger muchos valores como la empatía y la solidaridad, el "nosotros" en lugar del "yo" en medio de la pandemia, que comparada con una guerra ya no es una metáfora.

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