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    Restauraciones permanentes, espacios acogedores, habitantes plenos de moral y luces y una limpieza impresionante ratificaron lo que puede hacer un buen gobierno local.

La sociedad cubana posee un universo de personajes típicos que son reflejos de la abundante fusión de culturas presentes en el devenir histórico y en el itinerario formativo de la nacionalidad.

Fue la primera mujer en habitar el recinto del Museo de Cera de Bayamo y aquello pareció una Declaración de Principios. Se trataba de Rita, La Caimana, la legendaria bailadora de las calles de la capital de la provincia de Granma. Rita jamás fue un espejismo. Existió y se hizo una con la cotidianidad del pueblo que escogió para vivir, pues según algunas voces ella nació en Manzanillo. Dicen, pero más bayamesa no pudo ser.

En la actualidad en el Museo de Cera de Bayamo hay otras mujeres. Está la inolvidable Celina González, la Reina del Punto Cubano y está otra Rita, La Única, Montaner.

Quienes trabajan en el museo colocaron a Rita Montaner justo donde debía ser: al lado de su compañero de música y de mil conciertos, Bola de Nieve.

Vayamos por partes.

Para la Cultura Nacional

Fue una información que viajó con lentitud y cuando llegó por los lados de Caracas fue impactante: ¿Un Museo de Cera en Cuba?. ¿Un Museo donde están Compay Segundo, Bola de Nieve, Carlos Puebla, Sindo Garay y Beny Moré, entre otros? Un Museo donde el arraigo y la identidad se hacen votación popular para transformarse en espectaculares figuras de cera para la permanencia y la reivindicación? ¿Un Museo de Cera que no está en La Habana sino en la oriental ciudad de Bayamo, tierra que cuenta en los orígenes y desarrollo del Son?

A los pocos días estábamos en Bayamo, la histórica ciudad fundada en 1513 (54 años antes que Caracas) con las puertas quemadas por sus heroicas mujeres, que dieron origen a “La Bayamesa” y el lugar donde reposan los restos del increíble Sindo Garay. La ciudad sigue mostrando los coches a los que cantara Adalberto Álvarez con el Son 14.

Restauraciones permanentes, espacios acogedores, habitantes plenos de moral y luces y una limpieza impresionante ratificaron lo que puede hacer un buen gobierno local.

Le llegamos desde Santiago de Cuba pasando por la delicia visual de San Luís, Palma Soriano, Contramaestre, poblados y ciudades donde el esfuerzo digno es el mismo. Y es que en esas zonas la calidad humana no se sacrifica ni dosifica.

Luego de caminar un buen trecho del hermoso Paseo (bulevar) de Bayamo, lo vimos. Allí, flanqueado por otros locales igualmente acogedores incluyendo el Acuario de la ciudad estaba el Museo de Cera, el único de Cuba y posiblemente el único del Caribe. Y de una entramos en el recinto que inaugurado como galería en julio de 2004 pasó a ser museo con todas las de la ley en diciembre de 2007.

Cera musical

Con los amigos y colegas que acompañaron el periplo nos introdujimos en un espacio absolutamente sorprendente. Parecía que íbamos a presenciar un concierto, de tanta luminaria junta y de tanto sabor esperando. En una esquina el Beny (Ya sabemos que Moré escribía su nombre con una sola N), mas allá Carlos Puebla sentado y como dispuesto a hacer sonar su guitarra, un poco más acá Sindo Garay hasta con cigarro, y el Bola con su piano y todo, y el Guajiro Natural Polo Montañez estaba allí, y Compay Segundo con su eterna sonrisa… y de repente vimos a la mujer con su faldón y cabellos al aire. “¿y ésta, quién es?” Y allí estaba como dama de gloria Rita, La Caimana. “Carajo, entonces existió. No es cuento”.

 

A un lado de la imagen un escrito propio de los trabajadores del Museo evidenció el afecto y las convicciones:

“Bayamo ha visto andar por sus calles no sólo a insignes patriotas y figuras relevantes de la cultura, la ciencia y el deporte; también han desfilado personajes de gran arraigo popular. Ellos representan el patrimonio inmaterial y constituyen parte de nuestro folclore.

La sociedad cubana posee un universo de personajes típicos que son reflejos de la abundante fusión de culturas presentes en el devenir histórico y en el itinerario formativo de la nacionalidad. Tal mezcla de saberes y sensibilidades son las bases de la diversidad cultural que nos caracteriza.

Tal vez alguien crea que no existieron, que son el producto de la riqueza imaginativa del pueblo. Ellos forman parte de nuestra cultura y, por consiguiente, nos seguirán siendo entrañables, cercanos, necesarios.”

Rita no fue cantante, ni tampoco fue científica, pero el pueblo de Bayamo y los cubanos en general reconocen en ella la gracia y la ocurrencia asociada a una etapa terrible de la historia de Cuba. Como pasa en nuestros pueblos y ciudades, Rita caminaba de arriba abajo las calles de la ciudad arrastrando su pobreza como aquél “Napoleón” que tan profundamente retrató Alí Primera. Y Alí decía: “La sociedad no se lava: se destruye ó se construye, pero según quien lo haga”.

Fuente: Internet

A Rita Salazar Sánchez no le lavaron el rostro. Le reconstruyeron la vida transformando su condición sin quitarle el don que la hace inmortal: el baile. Y es que Rita, La Caimana aliñaba sus caminatas con el baile espontáneo cada vez que escuchaba un son montuno, una guaracha, una rumba. Y bailaba tan bien, que entonces los transeúntes le premiaban con su aplauso y colaboración monetaria. Como sería el asunto que “Los Compadres”, Lorenzo y Reinaldo Hierrezuelo (pues Compay Segundo ya se había salido) le dedicaron un tema que puso a circular el nombre y el arte de Rita por todo el mundo: “Como baila Rita, la Caimana”. Con seguridad la vieron en Bayamo y no se sustrajeron al encanto de la bailadora. Y miren que hay versiones y versiones de esta guaracha. "Bayamo tiene dos cosas/ que no las tiene La Habana/ una historia muy hermosa, y una Rita, La Caimana".

 

El Estado Cubano se hizo cargo de la vida de Rita y de sus hijos. Tuvo hogar, cariño y descanso, y cuando falleció, hace algunos años, la noticia adquirió rango nacional de primera página. Rita murió en Bayamo reivindicada como Patrimonio de una ciudad que se respeta a sí misma.

Y entonces resulta que los hacedores de las imágenes de cera, los integrantes de la familia Barrios del poblado de Guisa, en la misma provincia de Granma (cuya capital es Bayamo) se hicieron eco de ellos mismos y de todos los pobladores. Así Rita, La Caimana, junto a Sindo, Beny, Compay, Puebla, Bola, Polo Montañéz y otras figuras, y junto a un hermosísimo bosque de cera que contiene a la flora y fauna de la zona, espera al visitante, ya no sólo para reivindicar la vida y obra de los cultores populares sino los entornos y la historia contada y cantada de la isla con forma de caimán, que Rita era La Caimana.

Fuente: Internet

El impacto que produce el Museo de Cera de Bayamo por la reivindicación de la Diversidad Cultural se parece al que se produce cuando se está al frente de las esculturas hechas por José Villa Soberón, quien bajó a las estatuas de los pedestales y las colocó en las calles (Beny Moré), en las plazas (John Lennon) y hasta en recintos de cotidianidad (Hemingway en su bar preferido, el Floridita). Es que los cubanos en ese sentido se deslastraron del eurocentrismo invasor y colocaron la vitalidad de su cultura plena, diversa y una en el centro de su reconocimiento. El desagravio también es historia.

Actualizando

Rita, La Caimana, a pesar de los años transcurridos desde la apertura de lo que fuera primero una Galería sigue siendo una de las figuras que más atrapa tanto al cubano como al visitante extranjero, sobre todo a caribeños y latinoamericanos. Ella sorprende al público que la visualizaba como una vedette según lo que imaginaba al escuchar a Los Compadres, y se topan con la espontaneidad de esa figura salida de las manos de Rafael y Leander Barrios Milán, los artesanos de Guisa, los hijos del Maestro Rafael Barrios Madrigal.

En el caso de La Caimana el prejuicio no ha faltado porque ‘cómo una mujer que se la pasaba en la calle puede estar en un sitial como el del Benny y el de Martí’. Olvidan que los caminos de la cultura llevan a la permanencia cuando son auténticos y reflejo del pueblo que los vive y catapulta. En el imaginario colectivo de Bayamo Rita siempre fue algo más que una mujer que bailaba en las calles.

 

En la actualidad el Museo de Cera de Bayamo ha crecido a nivel de salas de exposición. Cuenta con las salas de Patrimonio Natural, Víctimas del Terrorismo, Personalidades y Diversidad Cultural. También se ha enriquecido con la incorporación de altos exponentes de la historia y la cultura nacional cubana. Allí pueden apreciarse ahora, además del Benny, Compay Segundo, Rita La Caimana, Carlos Puebla, Sindo Garay y Bola de Nieve, a Gabriel García Márquez y a Ernest Hemingway, a Rita Montaner, Celina González, Juan Formell, Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Teófilo Stevenson, Nicolás Guillén, Faustino Oramas y Luis Carbonell. En lista de espera estaban Alicia Alonso y otras luminarias del arte y la cultura.

Como Galería nació el 14 de julio de 2004 y como Museo, con todas las de la ley surgió el 29 de diciembre de 2007. Es único en Cuba y el Caribe. En la América Latina solo México y Ecuador poseen Museos de Cera.

La cera policromada moldeada por los hermanos Barrios ciertamente es una cera que reivindica y llama, que impresiona y deja huella, la de la historia de personajes que a su manera sembraron fértilmente en la conciencia cubana y latinoamericana.


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