Estados Unidos Decide

Inmigración

El tema de que los inmigrantes sigan cruzando la frontera en búsqueda de mejores oportunidades en Estados Unidos, es una de las decisiones políticas centrales que hará el próximo presidente. Desafortunadamente, solo hay unas cuantas indicaciones de que Hillary Clinton o Donald Trump mejorarán la situación, y algunas pocas razones para creer que podrían empeorarla.

Para discernir lo que Trump hará, uno solo necesita tomarle la palabra. Trump ilustremente ha amenazado con construir un muro que se extienda a lo largo del borde del sur de los Estados Unidos. Objetivamente, remontando la división de Alemania Oriental y Occidental en la era de la guerra fría, los muros han sido históricamente recursos contraproducentes, criminalizando inmigrantes y antagonizando virtualmente a todos del lado equivocado. Y sobre todo en lo que no se dice, típicamente es que la comunidad empresarial en los Estados Unidos favorece en silencio a la inmigración ilegal, ya que le provee de trabajadores con un suministro estable, barato y con horarios flexibles. Pero la demagogia de Trump le atrae al creciente fervor de nacionalistas blancos que define a los Estados Unidos en la agonía de un profunda crisis. Por otro lado, Clinton tiene un discurso progresivo, pero su historial y quizá, igual de importante, su cercana relación con los dos presidentes demócratas de Estaos Unidos, su marido y por supuesto, Barack Obama, con quien hizo gobierno como secretaria de Estado, sugiere que su enfoque al tratar con la inmigración pueda ser más militarizado que el de Trump. Lo que ella dice es: “Estoy 100% detrás de la reforma de inmigración que incluya un camino a la ciudadanía.”

Su historial sugiere lo contrario. La Fiscal Federal del presidente Clinton, Janet Reno, implementó la “Operación Guardián,” en 1994 para reducir el flujo de inmigraciones ilegales desde Tijuana a San Diego, construyendo no un hipotético muro como propone Trump, si no una zona fortificada, en respuesta al acuerdo del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual fue aprobado ese mismo año. En su papel de senadora de Estados Unidos y como secretaria de Estado, Hillary Clinton dobló su apuesta por el TLC, presionando por pactos de comercio a lo largo de las Américas y la Cuenca del Pacifico que acabará con muchos más empleos que el TLCAN, y alentaría incluso más inmigración.