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Clientes compran en la farmacia de una tienda Target en el barrio de Brooklyn en Nueva York

Clientes compran en la farmacia de una tienda Target en el barrio de Brooklyn en Nueva York | Foto: Reuters

Publicado 4 septiembre 2015



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La decisión de la FDA para aprobar un medicamento diseñado para aumentar la libido de la mujer no es una victoria feminista - sino un recordatorio por lo que tenemos que luchar.

Gracias a fuertes presiones de las empresas farmacéuticas, en conjunto con organizaciones feministas como la Organización Nacional de Mujeres (NOW), la FDA aprobó recientemente un fármaco diseñado para aumentar el deseo sexual de la mujer. Un comunicado de la EMPRESA dice que la FDA "hizo lo correcto al aprobar el primer tratamiento médico para la queja sexual más común de las mujeres" –el deseo sexual hipoactivo (TDSH).

El cabildeo para la pequeña píldora rosa (conocida como Addyi) fue encabezado por ‘Even the Score’, que pretende buscar "equidad en la salud de las mujeres". Los hombres tienen 26 medicamentos de ayuda para enfrentar la disfunción sexual, dice ‘Even the Score’, y las mujeres, hasta ahora, no tenían ninguno.

Pero, ¿el acceso a Addyi ayuda a las mujeres a lograr la equidad en salud? Difícilmente. Parece más un medicamento de alto precio que es moderadamente eficaz y tiene efectos secundarios significativos. La píldora, que se debe tomar diariamente y necesita semanas o meses antes de que funcione, puede causar desmayos, sobre todo si se mezcla con alcohol. Peor aún, Addyi proponeuna perspectiva estrecha y medicalizada sobre la sexualidad de las mujeres, y ayuda a enmascarar fuentes de inequidad mucho más grandes, que si se podrían arreglar, serían probablemente de más ayuda para el deseo sexual de la mujer.

¿Significa esto que las feministas deberían cabildear en contra de la píldora? No necesariamente. Tal vez la píldora será útil para algunas mujeres, y debemos apoyar que exista una amplia gama de herramientas que estén disponibles para que las mujeres puedan alcanzar el máximo de sus posibles identidades sexuales. Pero deberíamos verlo como lo que es: una herramienta limitada y potencialmente peligrosa.

Rosa y diminutiva no puede ocultar el peligro

Antes de empezar con cuestiones más sustantivas, hay que decirlo: Si usted está apoyando la equidad en salud sexual, ¿porque reforzar las normas de género estereotipadas? Addyi es de color rosa. ¿En serio? Eso es retro, incluso para un ‘baby shower’ cuando "es una niña" ¿Y a qué genio del marketing se le ocurrió ese nombre? El medicamento para la disfunción eréctil de los hombres, Viagra, suena muscular, como la palabra vigor. Addyi (pronunciado ADD-ii) suena como una muñeca estadounidense y desafortunadamente rima con papá (daddy). Pero que sea de color rosa y con sonido diminutivo, no debe distraernos de sus peligros. La organización de salud feminista, ‘Our Bodies Ourselves’, argumentó que la droga debe ser sometida a un mayor escrutinio, ya que, a diferencia del Viagra que afecta a la mecánica del flujo de sangre al pene y que se toma en demanda, Addyi actúa sobre el cerebro y se debe tomar todos los días. Esto añade preocupaciones toxicológicas si tenemos en cuenta que las mujeres pueden optar por tomar el medicamento por el resto de sus vidas.

El otro peligro de esta droga es que nos distrae de los factores sociales más profundos y dañinos que necesitan nuestra atención, y eso no va a ser solucionado por una pastilla. Tenga en cuenta estas historias:

Estrés post-parto y agotamiento

Christine, quien ayudó en la difusión de Addyi, dijo a un periodista de la NBC, "un día tuve este impulso sexual increíble y una gran relación con mi esposo", comentó ella, "y al día siguiente, no pensé en ello nunca más". Como una acotación al margen, el periodista menciona que Christine y su esposo "notaron el cambio después del nacimiento de su primer hijo".El hecho significativo no amerita discusión, y la historia de Christine se reduce a un mal funcionamiento de la libido.

Las grandes farmacéuticas deben arrodillarse en agradecimiento a su primo corporativo, los medios de comunicación, que proporcionan el estado maternal de Christine como si no fuera relevante. Si alguna vez has tenido un bebé y lo criaste durante el primer año de vida, sabes que es una de las cosas más agotadoras que se puede hacer. Para los nuevos padres, según LiveScience.com, las "principales causas de pérdida del impulso sexual fueron la fatiga, los hábitos de sueño del bebé y la falta de tiempo".Si se añade a esto el hecho de que sólo el 12 por ciento de los estadounidenses tienen acceso a una licencia de paternidad remunerada, es comprensible qué la mayoría de los padres puedan sufrir estrés severo alrededor de esta época, lo que se refleja en la libido.

Un círculo vicioso de ira y culpa

Una historia en el ‘International Business Tribune’ presenta a Kelly, otra mujer que sufre de TDSH y que potencialmente podría beneficiarse de Addyi. Kelly rechazó los avances de su marido en su noche de bodas. Según ella, él respondió con ira explosiva. Ella rechazó sus avances durante la luna de miel de una semana y tuvieron enormes peleas por eso. De mala gana y de vez en cuando ha tenido relaciones sexuales con él durante su matrimonio de diez años, y continúan con problemas al respecto. Kelly se siente culpable por rechazar a su esposo por tanto tiempo, hace poco empezó a buscar tratamiento para su bajo deseo sexual. "Lo estoy haciendo por mi marido", dice ella.

Las grandes farmacéuticas deben postrarse ante su gran amigo, Actitudes-Patriarcales-Hacia-Mujeres. Este amigo nos ha convencido que los cuerpos de las mujeres están aquí para el placer de los hombres, que ni siquiera dudamos ante la idea de que la libido de Kelly es el origen del problema en esta ecuación. Las acciones o inacciones de su marido y cómo pueden contribuir a su libido ni siquiera se abordaron. Las grandes farmacéuticas entran en acción y toman ventaja directa de la culpabilidad de Kelly, ofreciéndole un medicamento riesgoso para que se "cure" a sí misma - para el beneficio de su marido, no el suyo.

Cáncer y Vejez

El perfil de otra persona en esta historia es el de Judith, una mujer de negocios de 67 años de edad que hasta los cuarenta años disfrutó de relaciones sexuales con su marido una o dos veces al día. Hasta que tuvo cáncer de mama, lo que significó que no podía tomar su terapia de reemplazo hormonal, lo que significó que sufría de sequedad vaginal, lo que significó que disfrutaba menos del sexo. Para hacer frente a estos problemas, Judith gasta cientos de dólares al mes en geles, testosterona y esteroides. Ahora, Judith y su marido apuntan por "al menos una vez al día", por lo que le gustaría incluir Addyi en su régimen "para recuperar la pasión que una vez tuvo".

"Oh", las grandes farmacéuticas deberían decir. "Alabado sea mi aliado, La-medicalización-para-hacer- de-todo-con-el-cuerpo-de-la-mujer". Con este gran aliado, las compañías farmacéuticas pueden enmarcar los procesos naturales del cuerpo de las mujeres como "problemas" y luego vender una solución para ello. En el caso de Judith, el problema no es aún un problema. A los 67 años ella está teniendo sexo casi todos los días. Si siente un ligero bajón en la pasión que "una vez tenía",¿no podría nuestra cultura ofrecer un poco de ánimo y confianza? Es normal. Su cuerpo cambia a medida que envejece. Usted no tiene que arreglarlo (especialmente cuando pone en riesgo su salud para hacerlo).

Faltan en estas historias mujeres de bajos ingresos y mujeres de color. Gracias a la mensajería desenfrenada que los cuerpos de algunas mujeres no importan en absoluto, las grandes farmacéuticas pueden gastar miles de millones en el desarrollo de fármacos que son dirigidas a mujeres privilegiadas, en su mayoría blancas.

Como feministas, no debemos caer en la trampa de tratar de "Even The Score"(igualar el marcador), con los hombres: si los chicos toman pastillitas azules, entonces nosotros (al menos las que pueden pagarlo) debemos tomar pequeñas pastillas de color rosa!

En 2010, cuando la FDA rechazó la primera Addyi, la escritora feminista, Jennifer Terry se preguntó si las personas que se ocupan de esta cuestión podrían recurrir a otras herramientas. Tal vez un curso en línea para enseñar a las parejas, ¿"cómo hacer el amor a una mujer diagnosticada con TDSH" o educación para las mujeres acerca de cómo funcionan sus cuerpos? Eso sería un gran comienzo. Añada a eso análisis y maneras de luchar contra la forma en que las grandes farmacéuticas se alinean con diversas fuerzas sociales para explotar a las mujeres con fines de lucro, y usted tendrá el tipo de re-enfoque que este debate necesita!


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