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Vecinos reportaron que la llamas alcanzaron los 92 metros (Foto:NBC)

Vecinos reportaron que la llamas alcanzaron los 92 metros (Foto:NBC)

Publicado 7 mayo 2014



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Ando como picao de avispa y no aguanto las ganas de armar una camorra amorosa. Tras la muerte, sin metáforas, de Gabriel García Márquez siento que parece que pocos se atreven o se les olvida resaltar del mismo, más allá de sus dotes y destrezas personales como escritor, una condición, la cual él mismo nunca negó y por el contrario reconocía con gusto, consistente en colocar al pueblo como soporte fundamental de su narrativa.

El hombre no buscó en las fuentes escondidas de una inspiración íntima ni en foráneas latitudes, simplemente hizo literatura a partir de la misma literatura, la vida, el pueblo que era, que fue, que es, que somos y nos sentimos bien siendo y nos gusta ser.

Fue capaz a pesar del tanto desprecio hacia uno mismo consecuencia del tanto latigazo, del tanto insulto, de percibir la belleza trágica, sublime, insólita y transcribir sin pretensiones intelectuales, las voces, la conversa, los ecos de la memoria histórica del pueblo que somos, una manera de ser, una estética.

Ejemplo tiene que ser García Márquez para erradicar para siempre la vergüenza hacia nosotros mismos que aún no nos permite reconocernos totalmente.

Es bonito observar compatriotas montados en esas alpargatas como en la campaña para diluir el odio en donde afianzados en nuestras fortalezas culturales se han producido videos hermosos sustentados en nuestra música y nuestra manera de ser; pero, al contrario, también recuerdo la película de Ezequiel Zamora en la que no se a quién se le ocurrió, ante tanto golpe de bandola, ambientar con música clásica una escena donde el general Zamora sale a la sabana a torear un toro.

Cuál diferencia puede existir entre Cien años de soledad y Un siglo de ausencia, si la soledad de quien se queda se da la mano con la del que se va. Qué diferencia tienen los relatos de García Márquez con los cuentos cotidianos, nochineteanos y milenarios que están en las calles y paredes y rostros de barro de este pueblo.

Por esos rumbos es que ameritamos buscarnos, encontrarnos, sentirnos sin tanto mamotreto cultural atiborrado en el cerebro.

Fuente: http://bit.ly/1iXcWm0


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

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