Así como Eduardo Galeano comienza Las venas abiertas de América Latina explicando cómo en las relaciones económicas en el mundo hay partes que se especializan en ganar y otras en perder, de género y política internacional vale reflexionar.
El género es uno de los temas favoritos de la agenda mundial: ONU Mujer habla de ello, el PNUD pregunta por esto, los canales internacionales lo señalan pero aquí también;hay quienes se especializan en ganar y otros en perder.
Nuestro ganador de siempre será el Norte, en especial en los países de Escandinavia y nuestro perdedor, el Sur, verá las culpas distribuidas entre el “machismo latinoamericano” y el “opresor mundo musulmán” pasando por las prácticas bárbaras del África. Así, tan blanco y negro, las mujeres que son cambios acelerados, que tienen una historia propia que no es ni la de la pasarela del Miss Venezuela, ni la del embarazo precoz, aparentemente no existen en la escala de valoración.
Cuando una en Latinoamérica lee esto es casi por casualidad porque el público que visa no es el Sur, siempre culpable, si no el Norte siempre prejuiciado. Para ambos estas lecturas traen un efecto terrible: no mirar su propio ombligo en el que por ejemplo, el Norte está plagado de diferencias atroces de salario entre mujeres y hombres.
Así más que propiciar los procesos de cambio, las políticas del orden mundial sobre género buscan desarticular el movimiento de base y proponer un esquema de estereotipo de mujer, que no tendrá quizás la falda a la rodilla y la olla en la mano pero que se corresponde a una concepción europea y alienante de la vida.
Algunas veces se guarda la cortesía, pues finalmente, eso es el derecho internacional y sale un informe que cuenta los avances en dejar de ser malos -pero no en dejar de perder- que tienen los países no llamados a la gala y se reconoce por ejemplo que Venezuela para la mujer tiene la ley, el Ministerio, el Banco, la política pública y sobretodo la realidad.
Pero eso no sale en Twitter, como tampoco sale la mujer que con su franela roja atiende la Casa de Alimentación o la que con su bata blanca atiende un enfermo, ni la que camina todo el centro de Caracas, pues ellas, son las cosas incomodas para echar las culpas: mujeres que sin financiamiento de la ONU ni manual de procedimientos se han hecho libres.
Entonces va aquel Twitter “inocentón” por amor a “la democracia” que borra a las mujeres de un país libre al citar solo que algunas señoras de blanco caminan en silencio para seguir haciéndonos la clínica del botox y el cinismo internacional.
Fuente: http://bit.ly/1qpndsJ