• Telesur Señal en Vivo
  • Telesur Solo Audio
  • facebook
  • twitter
Lo divulgado por Snowden abrió una verdadera Caja de Pandora sobre la actuación de las autoridades norteamericanas contrarias a las normas internacionales.

Lo divulgado por Snowden abrió una verdadera Caja de Pandora sobre la actuación de las autoridades norteamericanas contrarias a las normas internacionales. | Foto: Granma Digital

Publicado 22 noviembre 2015



Blogs


El creciente auge del terrorismo en el Medio Oriente tiene como trasfondo el manejo y la financiación por parte de las potencias de Occidente.

Mientras esta semana en una reunión en Viena se analizó —sin invitar a Siria— la situación de la guerra impuesta a esa na­ción árabe; el mandatario norteamericano Barack Obama tomó la decisión de enviar fuerzas te­­rrestres a ese país, también sin contar con las autoridades de Damasco.

Rusia, a través de la diplomacia y el diálogo, además de las acciones de bombardeo sobre instalaciones del grupo Estado Islámico, muestra decisión propia y propone presencia conjunta para terminar con el dañino terrorismo.

Estados Unidos, como casi siempre ocurre, lidera una llamada “coalición”, cuyo mayor objetivo es el de acabar con el gobierno del presidente Bashar al-Assad.

Europa, atrapada —también como casi siem­­­pre— en sus vaivenes de estar al lado de Washington, ahora está muy, pero muy preocupada con el arribo de cientos de miles de personas, que huyen de la guerra o del hambre, y buscan cobija en países que una vez fueron metrópolis coloniales.

En este contexto, no se puede olvidar que Washington no ha renunciado nunca a apoyar con dinero y armas, a grupos terroristas que el Pentágono califica de “rebeldes mo­derados” pero que tienen el mismo objetivo, derrocar al gobierno e instalar uno proclive a los intereses de Estados Unidos.

A la vez, y para vergüenza de la humanidad toda, las imágenes de los millones de refugiados sirios que huyen del conflicto rum­­bo a Europa, constituyen un ejemplo desgarrador del mundo impuesto por las guerras, el terrorismo, las invasiones y ocupaciones de países, sin que una fuerza ma­yor y de paz, ponga freno.

Traigo a este comentario aspectos que, aunque el mundo mediático divulga poco, pueden explicar nítidamente quién o quiénes formaron a los grupos terroristas que hoy operan en Siria, Irak y otros países del Oriente Medio y África.

Para tal fin recurramos a las revelaciones de Edward Snowden, un consultor tecnológico estadounidense, antiguo empleado de la CIA y de la NSA (Agencia de Seguridad Na­cional por sus siglas en inglés), quien en junio del 2013, hizo públicos, a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto se­creto, sobre varios programas de la NSA, in­cluyendo los de vigilancia masiva PRISM y XKEYSCORE.

Lo divulgado por Snowden abrió una verdadera Caja de Pandora sobre la actuación de las autoridades norteamericanas contrarias a las normas internacionales.

Entre los documentos sacados a la luz se encuentra uno en el que se describe a Abu Bakr al-Baghdadi, el llamado “Califa” y lí­der del grupo terrorista Estado Islámico (EI), como un judío llamado Elliot Shimon, agente operativo reclutado por los servicios secretos israelíes y entrenado en el espionaje y la guerra psicológica contra las sociedades árabes e islámicas.

Snowden dio a conocer que “la inteligencia estadounidense, británica y los servicios secretos israelíes, conocidos como Mossad, crearon una organización terrorista (ISIS o EI) capaz de atraer a todos los extremistas del mundo a un sitio, usando una estrategia llamada ‘el nido del avispón’”, de acuerdo con informaciones del sitio web Gulf Daily News.

De acuerdo con documentos publicados por Snowden, “la única solución para la protección del Estado Judío es crear un enemigo cerca de sus fronteras”.

El propósito es luchar contra este “nuevo enemigo” y poder avanzar en sus planes de llegar a construir la “Gran Israel”. ISIS se inició como supuestos “insurgentes sirios” con el propósito de derrocar al presidente Bashar al-Assad, el cual con su ejército bien preparado logró detener los planes y arrinconó a ISIS en la ciudad de Alepo, al norte de Siria, zona fronteriza con Turquía. Sin embargo, ISIS incursionó hacia Irak, y ac­tualmente el “califato” se extiende desde la ciudad de Alepo, en el norte de Siria, hasta la provincia de Diyala, en el este de Irak.

Otras revelaciones fueron que el llamado Estado Islámico (EI), como parte de la oposición armada al gobierno sirio, fue apoyado inicialmente por Estados Unidos, otros países europeos y monarquías del golfo.

BBC Mundo refiere en un largo artículo que el grupo extremista más fuerte en la actualidad, el llamado Estado Islámico (EI) nació en el lugar que debió ser más improbable: una prisión estadounidense en el de-sierto de Irak.

Según relatos de analistas y jefes y soldados de esa instalación carcelera llamada Camp Bucca, situada en las afueras de la ciudad de Basora, y que llegó a tener 27 000 detenidos, por la misma pasaron, en­tre otros, nueve miembros de la cúpula del Estado Islámico, entre ellos su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, que estuvo allí cin­co años.

“Antes de su detención, Al-Baghdadi y otros eran radicales violentos (...), pero su tiempo en prisión hizo más profundo su extremismo y les dio la oportunidad de au­mentar el número de seguidores”, escribió el antiguo militar Andrew Thompson en el diario The New York Times en noviembre del 2014.

Allí, en Camp Bucca, Al-Baghdadi coincidió con el que después sería el número dos en el EI, Abu Muslim al-Turkmani, así co­mo con el experimentado militar Haji Bakr, hoy fallecido.

Al respecto, el jefe de la policía en Irak, Saad Abbas Mahmoud, dijo al diario estadounidense The Washington Post que “es­tos hombres no estaban plantando flores en aquella prisión”.

Por su parte, James Skylar Gerrond, co­mandante encargado de la instalación entre el 2006 y el 2007 refirió que “a muchos de nosotros en Camp Bucca nos preocupaba que, en lugar de solo alojar detenidos, hu­biésemos creado una olla de presión del extremismo”.

Se conoce de igual forma lo escrito por el veterano periodista de BBC, Peter Taylor, quien relata que el llamado Estado Islámico en pocos meses amasó una fortuna de 2 000 millones de dólares y llegó a controlar am­plios territorios de Siria e Irak, y contaba en sus filas con no menos de 50 000 terroristas. Además utiliza con gran destreza las redes sociales con objetivo propagandístico, lo que le ha facilitado que sus filas se nutran con unos 12 000 mercenarios extranjeros.

Por su parte, David Petraeus, general estadounidense que dirigió la invasión y ocupación de Irak, ha señalado que “estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones”. A lo que agregó: “La prisión se convirtió en una universidad virtual de terroristas”.

Hoy, cuando la situación siria no aguanta más y una solución solo puede ser posible dando participación en ella al pueblo y al gobierno de esa nación árabe, vale volver a la  Doctrina de Seguridad Nacional, publicada el 6 de febrero del 2015, en la que el presidente Obama escribía:

“Una estabilidad a largo plazo [en el Me­dio Oriente y en el norte de África] requiere más que el uso y la presencia de fuerzas militares estadounidenses. Exige socios que sean capaces de defenderse por sí mismos. Es por eso que invertimos en la capacidad de Israel, de Jordania y de nuestros socios del golfo para desestimular una agresión, manteniendo a la vez nuestro inquebrantable compromiso con la seguridad de Israel, incluso mediante su ventaja militar cualitativa”.

No obstante, es preciso recordar también que solo en la región del golfo Pérsico, el Pentágono tiene instaladas bases militares en todos los estados, excepto Irán, y que una de ellas, la mayor, está en Yibutí, a po­cos kilómetros de la península arábiga.

Quiere decir esto que, al margen de la ayuda en armas, dinero y asesoría militar que facilita Washington a sus aliados de la re­gión, principalmente a Israel, mantiene tam­bién instalaciones, medios militares mo­­dernos y ofensivos, así como tropas, en varios puntos de la convulsa geografía.

De acuerdo con fuentes norteamericanas, Washington ha gastado en las últimas cuatro décadas no menos de diez millones de mi­­llo­­nes de dólares (diez billones) para ga­ran­tizar los suministros de petróleo que aseguran el funcionamiento de su economía.

Pudiera entonces ser este, el objetivo real en la nación árabe, contra la cual Occidente ha usado todas sus armas y medios, tal y como aparece en las revelaciones salidas de la Caja de Pandora siria.

Fuente: Granma Digital 


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

Comentarios
0
Comentarios
Nota sin comentarios.