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Podemos leader Pablo Iglesias. (Photo: Reuters)

Podemos leader Pablo Iglesias. (Photo: Reuters)

Publicado 23 julio 2014



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El buen resultado de Podemos ha generado - casi de inmediato - que analistas alrededor del mundo interpreten un “descalabro en los cimientos de la política española”, como afirmaba un articulista en el prestigioso New York Times.

En las recientes elecciones al parlamento europeo, un nuevo partido llamado Podemos ha causado sensación, ganando 8% de los votos después de apenas 4 meses de existencia. Fue un resultado admirable, considerando la tradicional apatía que se refleja en las elecciones europeas y tomando en cuenta que se percibe al partido como el brazo político del Movimiento 15-M (un movimiento de base que nació de las protestas del 15 de mayo del 2011).

El buen resultado de Podemos ha generado - casi de inmediato - que analistas alrededor del mundo interpreten un “descalabro en los cimientos de la política española”, como afirmaba un articulista en el prestigioso New York Times.

El nombre Podemos es tal vez una referencia – en forma de burla o no – al lema de la campaña presidencial de Barack Obama en el 2008 (“Sí podemos”). Mientras que la impresionante campaña de Obama deslumbró al mundo del marketing, Podemos también se merece un reconocimiento, por lograr números sorprendentes después de apenas 11 semanas de existir. Tal vez aun más asombroso ha sido que el partido obtuviera esta votación posicionando preguntas legítimas, a pesar de ser una organización que reivindica sus raíces en el movimiento anti-capitalista y anti-austeridad 15-M, cuyas protestas llegaron hasta la portada del Washington Post.

Pero ¿es realmente Podemos una amenaza para aquellos en el poder en Madrid y en Bruselas?

Como reporta el New York Times, Podemos “se autoorganizó en alrededor de 400 círculos o asambleas, formadas en vecindarios o en sectores específicos, como una asociación de estudiantes”. Esta estructura, muy similar a la de las asambleas de vecindarios del movimiento 15-M, es un indicio de que Podemos es, de hecho, una continuación del movimiento de Los Indignados.

La evolución del 15-M en tan fuerte partido político es muy inspirador. Entonces ¿cuál es el problema? La intensa campaña de Podemos se vio acompañada por una constante exposición de su líder Pablo Iglesias. Esto ha hecho que muchos se pregunten por qué los poderosos ayudarían a un grupo político que pretende enfrentarlos.

Podemos definitivamente representa, para muchos fuera de España, un oasis de esperanza en un paisaje político lleno de cinismo y desesperanza. Entonces ofrecer una visión crítica del único caso de democracia participativa en Europa es suficiente demostración. De todas formas es importante distinguir entre un partido político como Podemos y un movimiento de base, como el 15-M.

Ambas formas de organización buscan el cambio social y ambas requieren altos niveles de compromiso. La diferencia crucial es que, en el caso de un partido político, se requieren altos niveles de acuerdos a partir de la negociación y está obligado a lidiar con la realidad para lograr suficiente consenso que le permita ganar las elecciones. La dificultad de Podemos es que es un grupo político manejado como un movimiento democrático, a pesar de estar dentro del marco de la política partidaria. Como un movimiento basado en asambleas, su programa político es completamente producto de un debate interno y del trabajo en asamblea. Sirven a valores sociales que consideran importantes, como la autogestión y la participación ciudadana. Sin embargo, esto presupone un problema serio de compatibilidad con la política partidaria: ¿cómo puede este tipo de movimiento lograr suficiente consenso para ganar la mayoría de los votos?

Cualquiera interesado en lograr el cambio social, más allá de una postura política, debe reconocer este dilema. Y para complicar aun más las cosas, uno debe tomar en cuenta la singularidad de las elecciones para el Parlamento Europeo, en donde un país como España escoge 52 de 751 miembros del parlamento. Esta realidad estadística – o debería decir disuasiva – obliga a cualquier grupo político a aceptar la necesidad de lograr un consenso para tener alguna esperanza de alcanzar un verdadero cambio social.

Habiendo hecho esta importante distinción entre estos dos campos, debemos ver el programa político de Podemos para determinar si hay suficientes razones para pensar que un grupo como Podemos puede ganar, en el futuro cercano, las elecciones y con ello implementar un verdadero cambio social. En otras palabras, veamos sus propuestas para identificar si existen o no contradicciones sociales.

¿Qué contradicciones sociales hay y por qué son importantes?

Una contradicción social es una que puede apartar a la opinión pública de grupos políticos, con poca o ninguna probabilidad de reconciliación. Una contradicción social es una en donde hay contrastes entre un negro, un blanco y un poco de gris en el medio. Generalmente, uno puede encontrar en temas como el aborto una contradicción social, o el matrimonio gay, la secesión de un territorio, teorías de género, religión, etc. Estos también son conocidos como “botones calientes” o “asuntos de tercer carril”.

En realidad no hay ningún asunto que dividiría a la opinión pública per se. Ello depende en gran medida del lugar en el cual el debate se desarrolle. Por ejemplo, el control de armas sería una contradicción social en EE.UU, mientras que en los países europeos no se considera como un asunto que pueda dividir a la opinión pública.

Ahora, entendiendo la importante noción de contradicción social, debemos revisar a Podemos e identificar si existen o no contradicciones sociales en sus planteamientos que pudieran determinar su prospecto de triunfo. La regla que utilizaremos es que, entre mayor número de botones calientes (contradicciones sociales) se reflejen en sus propuestas, menor es su potencial electoral y por ende que el partido se encuentre más alejado del triunfo y de un verdadero cambio social.

Por favor noten que el cálculo que vamos a hacer es solamente un estándar entre analistas políticos (aunque usted tal vez no vaya a aprender esto leyendo el New York Times) y todos los adversarios de Podemos en las elecciones hicieron probablemente este cálculo antes que nosotros lo hiciéramos.

Se requeriría un largo ensayo para revisar cada una de las propuestas de Podemos, que en total suman 36 páginas. Se trata de un denso documento que cubre casi todas las áreas de la actividad política humana, desde asuntos económicos hasta derecho, familia y aborto.

El primer “problema” - desde una perspectiva electoral – es que muchas de sus propuestas requerirían de modificaciones a los tratados de la Unión Europea.

Podemos impulsa el control del movimiento de capitales (propuesta 5.2). A pesar del atractivo de este argumento, se debe contemplar el hecho de que esa propuesta es una violación directa al artículo 63 del Tratado de Lisboa, que estipula que “cualquier restricción al movimiento de capital entre países miembros y terceros países está prohibido”.

Por ende, al ir en contra del tratado como lo hace aquí Podemos, implica una modificación del tratado, pero ello no puede ser resuelto sólo por Podemos. La única forma en que los tratados de la Unión Europea pueden ser modificados es mediante el consenso absoluto de los 28 países miembros. Las probabilidades de que algo así pase equivalen a las de ganar dos veces seguidas la lotería.

Para alcanzar el consenso absoluto entre los 28 países miembros, se tendría que imaginar un escenario en el cual Luxemburgo – cuyo PIB depende profundamente de movimientos de capital – decida que no le interesa permitir los flujos capitales. Si su imaginación llega hasta ese punto, entonces trate de imaginar que esto pase 28 veces.

Las propuestas de Podemos que implican un cambio en el Tratado de Lisboa son numerosas. Para mencionar algunas: la eliminación de los privilegios en la pensión de los servidores civiles de la UE (5.6), control de precios en productos agrícolas (6.3), el alcance de las iniciativas propuestas por la ciudadanía (2.2), la creación de un presupuesto de participación (4.1), la salida de España de la OTAN (4.6), el rechazo al Tratado de Lisboa (sic) (5.1), etc.

Ninguna de estas propuestas está acompañada de un modus operandi que permita comprender cómo se implementarían, y en ningún momento se contempla modificar los tratados de la UE. De hecho el asunto de modificar algún tratado nunca se menciona. Dado que esta es la única forma legal en que se pueden implementar las propuestas, o bien abandonar la UE – que nunca es sugerido por Podemos, ni siquiera verbalmente – entonces es difícil ver cómo se implementaría su programa.

Las contradicciones sociales en el programa de Podemos

Aquí hay un dicho popular que a la gente le gusta repetir: “¡España es diferente!”. Cualquiera que vive en España por mucho tiempo entiende lo que esto significa. A pesar de que España es percibida como una sociedad progresista en muchos aspectos, en realidad sigue siendo relativamente conservadora y sólo podría ser comprendida si se analiza desde adentro. En muchas ocasiones, activistas de otros países, especialmente de EE.UU, intentan entender sociedades foráneas exportando su propio paradigma. Esta es una característica muy común entre la izquierda, que suele confundir el internacionalismo con prescripciones tipo “talla única”.

La España actual es producto de un tumultuoso siglo XXI que sólo ha logrado administrarse pacíficamente después de 40 años de dictadura mediante un compromiso negociado. Perder este punto e ignorar que existe una amplia porción del país que es conservadora es, de hecho, un error letal en política partidaria. Muchas de las propuestas que se encuentran en el extenso programa de Podemos son botones calientes, en otras palabras, contradicciones sociales que – combinadas entre sí – garantizan un techo de menos de 15% de los votos (haciendo una estimación optimista).

Para ilustrar esto tomemos la propuesta 2.11. Podemos impulsa una teoría de género y de reproducción asistida. Estas son las definiciones clásicas de una contradicción social, por lo menos aquí en España. Esto no quiere decir que si Podemos escribiese un programa lleno de contenido de consenso social – lo cual no han hecho –, junto con la inclusión de teoría de género y de reproducción asistida, lograrían atraer a un mayor segmento de la población.

Podemos también impulsa políticas que son contradicciones sociales para los votantes tradicionales de izquierda, como sus políticas migratorias. Podemos propone (4.3) que quiere que todos los inmigrantes, tanto legales como ilegales, gocen de derechos plenos iguales a los del resto de ciudadanos de la UE. Este asunto no sólo es impopular entre conservadores que favorecen un mayor control de las fronteras de la UE y de España, sino que también son impopulares entre la clase trabajadora que percibe a los inmigrantes como mano de obra barata que atenta contra sus puestos de trabajo. En un contexto en el que 26% de trabajadores están desempleados, muchos que tradicionalmente apoyarían a la agenda de izquierda pueden ver a Podemos como cómplice de una agenda neoliberal.

Otra contradicción social que garantiza que Podemos jamás pueda superar entre el 10-15% del total de votos tiene que ver con su apoyo a la autodeterminación de Cataluña y el País Vasco. Tal postura va en contra de lo estipulado por la Constitución española de 1978 y en contra de la mayoría de la opinión pública (se hacen varias encuestas sobre este controversial tema con frecuencia). Irónicamente, los lugares en que le fue mejor a Podemos – centros urbanos como Madrid – son en donde la oposición es mayor a los independentistas.

Dicha anomalía se puede explicar a partir del hecho que Podemos mantuvo virtual silencio en torno al tema durante su campaña.

Sin embargo, poco después de las elecciones, Podemos apoyó públicamente dos protestas tanto en Cataluña como en el País Vasco, apareciendo en los titulares de los principales medios de España. Uno sólo puede imaginar cuantos de quienes votaron por Podemos se sorprendieron al descubrir la posición del partido en este controversial asunto.

Asuntos que no aborda Podemos generan preguntas

Cuando por primera vez leí el programa de Podemos, descubrí con asombro la ausencia total de propuestas o críticas contra el Euro, una moneda impuesta desde arriba por Bruselas y Washington. Este ha sido uno de los asuntos más importantes y tal vez el culpable de la crisis económica en que se encuentran los países de Europa del Sur.

La imposibilidad de devaluar su moneda para impulsar las exportaciones, impide a estos países ejercer la principal medida – que se encuentra en cualquier libro de economía – para contrarrestar la crisis: política monetaria. Si España todavía tuviese su peseta, el Banco Central de España podría devaluar su moneda para abaratar los costos de los productos españoles y así hacerlos atractivos a consumidores extranjeros. Se podría afirmar que el Euro por sí mismo es en gran parte responsable – claro, junto a otros factores – de la alta tasa de desempleo (26%) y de las medidas de austeridad impuestas por Bruselas, el FMI y el Banco Central Europeo (BCE).

La verdad es que las propuestas hechas por Podemos requerirían mucha mayor capacidad de maniobra. En otras palabras, requerirían que España recuperara su soberanía perdida. Esto sólo se puede lograr mediante la salida de la UE y de la zona del Euro. En ninguna parte del programa de Podemos se menciona la posibilidad de abandonar la zona Euro y por ende la UE, a través del artículo 50 del Tratado de Lisboa que establece que “cualquier Estado miembro puede decidir retirarse de la unión de acuerdo a sus requerimientos constitucionales”.

Irónicamente, sólo el artículo 50 no requiere del voto unánime de los 28 Estados miembros, pero inclusive sería el único planteamiento que no representaría una contradicción social ante el cual se podría construir un consenso.

Por estas razones, creo que Podemos en su forma actual no representa una amenaza a las élites gobernantes en la UE, ni a las de su patrocinador estadounidense.

Una mirada a los números: un triunfo relativo para Podemos

Sería útil recordar que, sin importar lo bien que le ha ido a Podemos, estas elecciones en España fueron notables por otro hecho: una victoria cómoda para el Partido Popular (PP) con 26% de los votos, seguido por el Partido Socialista (PSOE) y la Coalición de Izquierda (10%).

El partido de derecha, actualmente en el poder, ganó las elecciones, tal vez una victoria relativa pero una victoria al fin de cuentas. Este es quizá el único caso en el panorama político europeo en el que ha ganado un gobierno plagado de altos niveles de corrupción y después de 3 largos y duros años de medidas de austeridad (dictadas por Bruselas, Frankfurt y Washington), y con un 26% de desempleados. Dadas las circunstancias, nada pudo haber salido mejor para el gobierno de Mariano Rajoy.

Como nos recuerda el analista Nicolas Klein en su excelente artículo sobre Podemos (solamente disponible en francés), no sólo el PP ha reafirmado su posición en los bastiones tradicionales de apoyo, sino que también ha logrado ganar en regiones históricamente de izquierda, como Castilla-La Mancha.

Por su parte al PSOE le ha ido relativamente bien, como se esperaba, principalmente en el Sur de España (Andalucía) y en Asturias en el Norte, donde la industria de minería de carbón es en gran medida dependiente de la protección del Estado (que suele estar asociado a las políticas de los socialistas).

También, como era esperado, los partidos independentistas de Cataluña y el País Vasco – que se vieron obligados a construir coaliciones (las elecciones europeas suelen ser menos favorables para estos partidos que las nacionales) – obtuvieron un buen resultado en sus regiones.

Podemos logró obtener 5 de 751 asientos en el Parlamento, en otras palabras, una gota en el balde. Para quienes conocen el funcionamiento en las instituciones de la UE, podrán entender que el impacto del Parlamento Europeo en el proceso de toma de decisiones es relativo. De hecho, las instituciones de la UE se rigen directamente por la Comisión Europea, que es la que decide poner en práctica las leyes aprobadas.

La política partidaria requiere que logremos consensos ahora más que nunca...

Debemos unir a las personas de todos los países europeos, en España como en cualquier otro país, en torno al asunto central de la soberanía nacional. En otras palabras, el único partido político que puede prometernos un regreso al poder de la gente es el que proponga aplicar el artículo 50: “cualquier Estado miembro puede decidir retirarse de la unión de acuerdo a sus requerimientos constitucionales”. Me temo que cualquier otro programa político es una lista de deseos o simplemente un engaño.

...pero ahora más que nunca debemos continuar construyendo de pequeños a grandes movimientos de base que contemplen el cambio que queremos

Si bien se puede o no estar de acuerdo con proyectos como la Organización Internacional de Participación, o con economías a nivel de vecindario, o inclusive cooperativas a gran escala, debemos de mantener los esfuerzos por construir el tipo de sociedad que queremos. Es hora de entender que el siglo XXI va a ser activista o no va a ser.


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