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Recientemente la petrolera estadounidense Exxon Mobil descubrió un yacimiento petrolífero en Guyana, territorio despojado a Venezuela en 1899.

Recientemente la petrolera estadounidense Exxon Mobil descubrió un yacimiento petrolífero en Guyana, territorio despojado a Venezuela en 1899. | Foto: teleSUR

Publicado 23 julio 2015



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La disputa entre Venezuela y Guyana sobre la región del Esequibo es un nuevo frente en la desestabilización de Venezuela.

La disputa fronteriza en curso, entre la República Bolivariana de Venezuela y su vecino del Este, Guyana, no es un sencillo desacuerdo sobre una línea arbitraria en un mapa. En realidad, se trata de un conflicto de dimensiones políticas y económicas importantes, uno que tendrá implicaciones geopolíticas profundas y de largo alcance en el corto y largo plazo.

El área en cuestión es conocida como Guayana Esequiba (Esequibo), una región con reivindicaciones territoriales que se remontan a más de un siglo, a un momento en que los intereses imperiales británicos dominaron los contornos del mapa político de gran parte del mundo, incluyendo América Latina. Desde 1966, cuando Guyana se convirtió en un país nominalmente independiente, este territorio ha sido objeto de controversia por las partes interesadas; Venezuela ha reclamado el territorio como parte de su autoridad soberana que se remonta a una odiosa decisión a favor de Gran Bretaña en 1899. Sin embargo, eso no ha impedido  que Guyana trate de socavar la estabilidad de la región, afirmando la soberanía de facto sobre la totalidad del territorio y vendiendo concesiones de petróleo y exploración de gas de gran valor a corporaciones claves de energía corporativa de América del Norte. Estas acciones han dado lugar a una intensificación del conflicto, obligando a Venezuela a responder con presión diplomática y política.

Pero, por supuesto, como con todo lo que participe Venezuela en el escenario internacional, hay una agenda oculta enraizada en la política imperial de Washington. En su intento de sofocar el desarrollo político y económico de Venezuela, como un actor regional independiente, los EE.UU. están utilizando su influencia para desestabilizar la región. Los objetivos son distintos, pero íntimamente conectados: enriquecer a las empresas estadounidenses de energía a expensas de Venezuela y, al mismo tiempo, posicionar tanto los activos militares y dar forma a la propaganda que pinta a Venezuela como un agresor, proporcionando así el pretexto para una escalada de los EE.UU.. De esta manera, Washington está tratando de reafirmar a hurtadillas la hegemonía que una vez mantuvo a la fuerza bruta.

La economía y la política de Esequiba

En el centro de esta disputa fronteriza está la energía y los miles de millones de dólares en ganancias que pueden extraerse del territorio de la costa. De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), "La cuenca Suriname Guyana es la segunda en el mundo, por potencial entre las cuencas inexploradas del mundo y la décimo segunda, por aceite, entre todas las cuencas del mundo - exploradas e inexploradas". La cuenca, que se extiende desde el Este de Venezuela a las costas del Norte de Brasil, es uno de los principales premios en el mundo de las corporaciones energéticas y los Gobiernos.

De hecho, el USGS estima que alrededor de 15 mil millones de barriles de petróleo por descubrir y 42 billones de pies cúbicos de reservas de gas se encuentran debajo de la cuenca, a la espera de ser extraídos. Tal potencial económico asombroso ha hecho que las aguas territoriales de Venezuela y Guyana sean muy codiciadas, sobre todo porque los reclamos fronterizos hacen que los obstáculos legales para la exploración sean mucho más superables, ya que permiten a las empresas negociar con un frente de Gobierno obediente, en Georgetown, en lugar de un independiente, en Caracas.

El conflicto no resuelto sobre las reivindicaciones territoriales no detuvo al recién electo Gobierno guyanés de David Granger, para que este continúe lo que su antecesor dejó, y apoye a la perforación y exploración de Exxon Mobil en el Stabroek Block, ubicado en el corazón del territorio en disputa. La importancia de las demandas en competencia es aún más llamativa por el hecho de que la misma semana de la victoria electoral de Granger, Exxon Mobil reportó un "descubrimiento de petróleo significativo" en la misma zona. Sea que el anuncio del descubrimiento se hizo coincidir con la adhesión de Granger a la presidencia, o que fue mera coincidencia, es algo secundario al hecho fundamental, que este anuncio infunde la disputa con un componente económico importante; ya no es meramente sobre depósitos de energía potenciales, sino la extracción de energía real. Este desarrollo ofrece un añadido imprescindible a los EE.UU. para flexionar sus músculos en este conflicto.

Y así lo ha hecho. Recientemente los EE.UU. han lanzado oficialmente todo su peso, firmemente detrás de la política y economía de su aliado militar, Guyana. Sin embargo, más allá de apoyar a Guyana en forma bilateral, los EE.UU. han ejercido su influencia en la organización de la Comunidad del Caribe (CARICOM) para posicionar a la agrupación de "estar firmemente detrás de Guyana", como Freundel Stuart, primer ministro de Barbados y presidente de CARICOM declaraba a principios de este mes. A diferencia de ALBA y Petrocaribe, dos agrupaciones regionales encabezadas por Venezuela, que no están bajo el dominio de Washington, la CARICOM es en muchas formas, parte de la proyección del poder estadounidense en la región.

Una vez más, es poco probable que las posiciones de Estados Unidos y la CARICOM en apoyo de Guyana, anunciada con pocos días de diferencia, y dentro de las ocho semanas de un importante descubrimiento y de una más importante elección, sean mera casualidad. En cambio, son parte de una campaña más amplia de la escalada política diseñada para presionar a Venezuela en, ya sea a desistir de sus reclamos por completo o, al menos, bajar el tono de sus demandas sobre el reconocimiento y respeto de su soberanía e integridad territorial.

Pero la escalada no es sólo retórica. Más bien, los EE.UU. están poniendo más presión, tanto militar como en el reino de la propaganda y las relaciones públicas.

Un nuevo frente en la desestabilización de Venezuela

No es ningún secreto que los que los EE.UU. han tratado de socavar y destruir la Revolución Bolivariana desde casi el mismo momento de su nacimiento con el ascenso de Hugo Chávez. Aunque tal vez el ejemplo más destacado de tal subversión llegó con el golpe de Estado de 2002, contra el gobierno legalmente establecido de Venezuela - un cambio de régimen fallido y apoyado por Washington a pesar de la condena internacional casi universal - no es de ninguna manera el único intento de desestabilización. Desde la muerte de Chávez, el poder blando de la subversión y el sabotaje al Gobierno, sólo han aumentado, desde la guerra económica a la financiación y apoyo de la oposición en Venezuela. Es en este contexto que la evolución de la disputa entre Venezuela y Guyana se debe entender.
En esencia, el conflicto con Guyana es tanto de carácter económico y militar / estratégico. Si bien no hay una guerra ‘caliente’ entre los dos países, los EE.UU han colocado sus activos de una manera tal como para hacer de esto, una posibilidad muy real.

Aunque minimizando el papel de Estados Unidos, Washington ha estado enviando un mensaje claro - se podría decir una amenaza velada de fuerza - a Caracas, con algunos de sus comentarios recientes. El Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Guyana, declaró recientemente que, "Estados Unidos tiene una relación de larga data con la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF). Hemos participado en una serie de esfuerzos de cooperación y de desarrollo en los últimos años para proporcionar capacitación y experiencia... e intercambiar experiencias en una amplia variedad de áreas”. Estas declaraciones pueden parecer relativamente inocuas, pero son para ser leídas como un reconocimiento de la capacidad militar del poder de Estados Unidos en la región, que en muchos aspectos ve a Guyana como un aliado muy cercano.

De hecho, aparte de las palabras de los funcionarios estadounidenses, hay mucha evidencia sobre la cual se puede basar tal afirmación. Desde el 2010, la Armada de Estados Unidos ha tenido una relación de cooperación, incluyendo soporte y formación, con sus homólogos de Guyana con sede en Puerto Georgetown. Además, Guyana ocupa un lugar destacado en el proyecto del Pentágono en América del Sur, conocido como Comando Sur, con el país visto como un puesto de avanzada de los Estados Unidos para protección del poder militar contra Venezuela.

Aunque gran parte de esta cooperación militar ya se sabe, hay un nuevo peligro para Venezuela, que la mayoría de observadores políticos de todo el mundo o bien no lo han tomado en cuenta o lo han ignorado: la llegada de David Granger al poder. Si bien ha sido anunciada por los medios Occidentales como un reformador que lleva una coalición incluyente multirracial, el hecho que se pasa por alto es que Granger es un producto militar directo de los EE.UU. y sus aliados.

Como la Agencia de Información del Gobierno de Guyana (GINA) señaló en su sitio web, el Presidente Granger "asistió a la Universidad de las Indias Occidentales, la Universidad de Maryland y la Universidad Nacional de Defensa en los EE.UU. Recibió su formación militar en la Escuela Mons de Oficiales Cadetes y la Escuela de Infantería en el Reino Unido, el Centro de Instrucción de Guerra de Selva en Brasil, y el Comando y Estado Mayor del Ejército de Nigeria".

Los estudiantes de Historia moderna de América Latina están muy familiarizados con esta historia: El líder militar entrenado por EE.UU. y los británicos asume el control sobre un país estratégico y geopolíticamente importante en la región, que comparte frontera con un adversario declarado de Washington. A pesar de que no fue un producto de la infame Escuela de las Américas, el pedigrí de Granger, junto con su obsesión declarada en la "integridad territorial" de Guyana, presagia potencialmente peligrosos movimientos de su gobierno, sobre todo en un momento de crecientes tensiones.

Por supuesto, los EE.UU. continúan con su campaña de propaganda contra la República Bolivariana. Desde la imposición de sanciones contra Venezuela por falsos "abusos de Derechos Humanos", a declarar el país "una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos", lo que constituye una "emergencia nacional", Washington ha tomado claramente la decisión de escalar tensiones en el 2015. La disputa con Guyana es claramente un nuevo vector en esta estrategia de desestabilización más amplia.

Y así es como debe entenderse el conflicto fronterizo - un nuevo frente en una antigua guerra. Aunque puede haber miles de millones en juego para las empresas de energía, así como imperativos militares para el Pentágono, en última instancia, el conflicto es de naturaleza geopolítica. La cuestión de la Guayana Esequiba es, en su raíz, un problema de hegemonía y de imperialismo.

**Eric Draitser es analista geopolítico independiente con sede en la ciudad de Nueva York. Es el editor de StopImperialism.org y anfitrión de CounterPunch Radio. Se lo puede contactar en ericdraitser@gmail.com.


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

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