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La extrema derecha. ¿Lista para sacar ventaja de la guerra del capital financiero en Grecia?

| Foto: Reuters

Publicado 27 julio 2015



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La francesa Marine Le Pen está explotando los sentimientos anti-UE, anti-alemán y anti-capitalista que se mueven a través del continente.

Los detalles finales aún no han golpeado, pero no hay duda de que el acuerdo impuesto por la Euro Zona en Grecia, no permitirá que Grecia pague su deuda aplastante de € 344 mil millones, ni que se recupere de la depresión en la que ahora se encuentra.

El acuerdo es un triunfo para el capital financiero, pero a un terrible costo que eventualmente tendrá un efecto boomerang sobre los bancos, la Unión Europea, y su ejecutor, Alemania.

La paz Cartaginesa del capital para Grecia

Un memorando confidencial revelado recientemente por el Fondo Monetario Internacional reconoce que Grecia necesita urgentemente alivio de la deuda. Un análisis anterior del FMI admitió que el Fondo no había previsto la magnitud de los daños causados ​​por la camisa de fuerza de austeridad en la que el país fue colocado desde el 2010.

El producto interno bruto fue del 25 por ciento menos en el 2014 en comparación con el 2008, y el desempleo se sitúa en el 26 por ciento, con un desempleo juvenil en un soporífero 52 por ciento. Los recortes de pensiones, subidas de impuestos al consumo, y otras medidas draconianas que los griegos son susceptibles a ser sometidos con el nuevo acuerdo, acabaran con cualquier aumento de la demanda interna, necesaria para que la economía crezca. El rescate de € 86 mil millones al que Grecia tendrá acceso, será de poca ayuda, ya que prácticamente toda esa ayuda, el 90 por ciento, según algunas estimaciones - encontrarán su camino de regreso a los principales acreedores del país, el Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional, y bancos alemanes y franceses - como servicio de la deuda.

Por qué la Eurozona, liderada por Alemania, impuso una paz cartaginesa a Grecia, será discutido durante mucho tiempo, pero está claro que los motivos principales eran salvar a la élite financiera europea de las consecuencias de sus políticas irresponsables, hacer cumplir el principio de hierro de la amortización de la deuda total, y crucificar a Grecia para disuadir a otros, como los españoles, irlandeses y portugueses, de rebelarse contra la esclavitud de la deuda.

Como Karl Otto Pöhl, ex jefe del Bundesbank de Alemania, admitió hace algún tiempo, el ejercicio draconiano en Grecia, es tratar de "proteger a los bancos alemanes, pero especialmente a los bancos franceses, a partir de la cancelación de deudas".

El sometimiento de los griegos es la última victoria con muescas del capital financiero, desde que comenzó su contraofensiva contra las fuerzas que buscan limitarlo y regularlo desde la crisis financiera que estalló en el 2008. Sin embargo, su victoria es probable que sea pírrica, un asunto extremadamente costoso que es probable que conduzca a un mayor desastre.

Dando marcha atrás al consenso del G-20 de Pittsburgh.

Cuando el G-20 se reunió en Pittsburgh, en las profundidades de la vorágine financiera en noviembre de 2009, dos medidas resaltaron en el programa de reformas aprobado por los participantes. Una de ellas fue el mantenimiento de los programas de estímulo para acelerar la recuperación económica, la otra era regular efectivamente el sector financiero. Como se leía en el Comunicado de los Líderes del G 20, "Después de la conducta imprudente y la falta de responsabilidad que condujeron a la crisis, no vamos a permitir un retorno a la banca como de costumbre”

El capital financiero y sus aliados fueron capaces de contener los empujes y lanzar una contraofensiva que hizo que los ciudadanos paguen el precio por el desastre económico.

En los EE.UU., Wall Street fue capaz de conseguir en el 2008 que el gobierno rescate a las instituciones gigantes cuyos balances fueron fatalmente deteriorados por los activos tóxicos de alto riesgo, en lugar de nacionalizarlos. Luego, en 2009 y 2010, elaboraron el Acta de Ley Dodd-Frank de Wall Street  de Reforma y Protección del Consumidor con tres elementos clave que se consideraban necesarios para una verdadera reforma: reducir el tamaño de los bancos; separar institucionalmente lo comercial de la banca de inversión; y la prohibición de la mayoría de derivados y regular efectivamente el llamado "sistema bancario en la sombra" que había provocado la crisis. Como Jonatahan Kirshner, de la Universidad de Cornell escribe, las "reformas regulatorias Dodd Frank, y las disposiciones, como la regla Volcker, destinadas a restringir los tipos de inversiones de riesgo en que se les permite participar a los bancos, simplemente no se han diluido (o al menos hundido en la sumisión) por una cascada de excepciones, exenciones, cualificaciones y lenguaje vago ... Y las pocas que quedan, son totalmente dependientes para su aplicación de la (muy sospechosa) voluntad de los reguladores".

Instrumental en la obtención de este resultado fueron los $ 344 millones que la industria gastó para presionar al Congreso de los Estados Unidos en los primeros nueve meses del 2009, justamente cuando los legisladores estaban trabajando en la reforma financiera. El senador Chris Dodd, presidente del Comité Bancario del Senado, recibió $ 2.8 millones en contribuciones de Wall Street en 2007-08. También ayudó que hubo voces poderosas en el nuevo gobierno de Obama, que simpatizaban con los banqueros, en particular el secretario del Tesoro, Tim Geithner, y el Consejo de Asesores Económicos, con Larry Summers a la cabeza, quienes habían servido como estrechos colaboradores de Robert Rubin, quien tuvo sucesivas encarnaciones como co-presidente de Goldman Sachs, secretario del Tesoro de Bill Clinton, y Presidente y Consejero senior de Citigroup. Más que nadie, Rubin, en las últimas dos décadas, ha simbolizado la conexión de Wall Street – Washington, que desmanteló los Nuevos Acuerdos sobre el capital financiero y allanó el camino para la implosión del 2008.

Cambiando la narrativa

El capital financiero no sólo resistió con éxito la re-regulación. También fue capaz de cambiar la narrativa sobre las causas de la crisis financiera, arrojando la culpa por completo al Estado. Esto se ilustra mejor en el caso de Europa. Al igual que en los Estados Unidos, la crisis financiera en Europa fue impulsada por la oferta de la crisis, ya que los grandes bancos europeos buscaban alta rentabilidad, sustitutos de retorno rápido a los bajos rendimientos de la inversión en la industria y la agricultura, al igual que los préstamos de bienes raíces y la especulación en derivados financieros, o colocando sus fondos excedentes en bonos de alto rendimiento que son vendidos por los gobiernos.

En el caso de Grecia, los bancos privados alemanes y franceses sostuvieron alrededor del 70 por ciento de la deuda de € 290 mil millones del país al comienzo de la crisis. Los bancos alemanes fueron los grandes compradores de los activos tóxicos de las instituciones financieras, y aplicaron el mismo entusiasmo a la compra de bonos del gobierno griego. Por su parte, aun cuando la crisis financiera se desarrollaba, los bancos franceses, según el Banco de Pagos Internacionales, aumentaron sus préstamos a Grecia en un 23 por ciento, a España en un 11 por ciento, y a Portugal en un 26 por ciento.

De hecho, en su campaña para recaudar más y más beneficios de los préstamos a los gobiernos, los bancos locales y los promotores inmobiliarios, los bancos de Europa vertieron 2,5 billones de dólares en Irlanda, Grecia, Portugal y España. Se dice que al ser estos países parte de la Euro Zona, "engañaron" a los bancos, que pensaron que sus préstamos estaban a salvo, ya que habían adoptado las mismas reglas para ser miembro de la misma unión monetaria a la que la economía más fuerte de Europa, Alemania, pertenecía. Lo más probable, sin embargo, es que la membresía de un gobierno a la Zona Euro proporcionó la justificación necesaria para desatar los enormes excedentes que los bancos  poseían y que no tendrían ningún beneficio si se quedaban en sus bóvedas.

Asediados por haber sumido al mundo en una vorágine financiera, el capital financiero estaba desesperado por cambiar la narrativa en las postrimerías de la implosión financiera del 2008. Esta oportunidad surgió con dos novedades en el período 2009-2010. Una de ellas fue el anuncio a finales del 2009, por Dubái,  de que ya no podía pagar las deudas en que incurrió en la construcción de su ultra-moderno oasis de lujo para la élite mundial en el Golfo Pérsico. Sobre el efecto Dubái, el analista James Rickards señala, "se hizo contagioso, extendiéndose a Europa y Grecia en particular". El otro acontecimiento, que viene inmediatamente después de la debacle de Dubai, fue el descubrimiento de que Grecia, a través de sus complejos acuerdos financieros diseñados por la firma de Wall Street, Goldman Sachs, en el 2001, había eludido su deuda y cifras de déficit con el fin de mantenerse dentro de las estrictas reglas para seguir siendo miembro de la Euro  Zona.

La deuda de Grecia en el 2007, antes de la crisis financiera, llegó a 290 millones de euros, lo cual era equivalente al 107 por ciento del PIB. Sin embargo, los bancos no mostraron signos de que estaban particularmente preocupados por entonces y continuaron invirtiendo dinero en el país. La relación entre deuda y PIB se elevó al 148 por ciento en el 2010, lo que puso al país al borde de una crisis de deuda soberana. Los acreedores, autoridades europeas, y la prensa de negocios utilizaron el pánico que siguió, al centrar la culpa exclusivamente en el endeudamiento público sin control, suprimiendo por completo el papel desempeñado por los acreedores extranjeros irresponsables y el sector privado griego. Igualmente significativo, las mismas fuerzas utilizan la crisis de Grecia para popularizar la idea de que una crisis de deuda soberana causada por estados derrochadores también había superado a Irlanda, España y Portugal, aunque estos países tenían la deuda pública con respecto al PIB, más bien baja, y en el caso de España e Irlanda, más baja aún que la de Alemania!

La deuda soberana es la deuda que el Estado es responsable de pagar, y esto incluye la mala deuda contraída por el sector privado de los bancos extranjeros.

Desde la crisis de la deuda de 1980, las autoridades han aplicado la norma que el Estado debe asumir la responsabilidad de la deuda a los acreedores internacionales que no pueden ser pagadas por el sector privado. En España, Irlanda, y muchos otros países en crisis financiera fue la alianza mortal entre los acreedores extranjeros y los inversionistas nacionales que llevo a estos países de rodillas, no el endeudamiento del gobierno. Como escribe Marcos Blyth, "las crisis de deuda soberana son casi siempre 'booms de crédito que quiebran". Se desarrollan en el sector privado y terminan en el sector público. La causalidad es clara. Burbujas de Banca y quiebras causan crisis de deuda soberana. Punto. Para revertir la causalidad y culpar al soberano de la crisis de mercado de bonos, como los reguladores en Europa han hecho en repetidas ocasiones para permitir una política de austeridad que no está funcionando, plantea la pregunta, ¿por qué seguir haciéndolo"?.

¿Por qué en verdad? La respuesta es que esta operación ha promovido una fuerte contra-narrativa sobre las causas de la crisis financiera, donde los bancos son las víctimas, mientras que los estados son los villanos, una narrativa que permite a los bancos escapar simultáneamente de cortes para sus préstamos irresponsables y oponerse a la imposición de restricciones estatales sobre sus actividades.
Pintando a Grecia como el Futuro de América

La narrativa ha cambiado, centrándose en el "estado despilfarrador" en lugar de la financiación privada no regulada como la causa de la crisis financiera, y rápidamente hizo su camino en los EE.UU., donde fue utilizada no sólo para descarrilar la reforma bancaria real, sino para evitar la promulgación de un programa de estímulo efectivo en el 2010. Blandiendo la imagen de que los Estados Unidos pueden llegar a ser como Grecia si el gobierno aumenta su carga de deuda por entrar en el gasto deficitario, los republicanos lograron provocar una versión americana de los programas de austeridad que se impone como la solución en el Sur de Europa.

Christina Romer, la jefa del Consejo de Asesores Económicos de Barack Obama, estimó que se necesitaría un $ 1,8 billones para revertir la recesión. Obama aprobó sólo menos de la mitad, ó $ 787 mil millones, para aplacar a la oposición Republicana, pero evitando una pronta recuperación. Así, el coste de las locuras de Wall Street cayó no en los bancos, sino en los estadounidenses ordinarios, donde el desempleo ha alcanzó casi el 10 por ciento de la fuerza de trabajo en 2011 y el desempleo juvenil llega a más de 20 por ciento.

¿Ganar la batalla, perdiendo la guerra?

El éxito del capital financiero para detener la reforma, el cambio de la narrativa de la crisis, y hacer que las personas asuman su costo, sin embargo, probablemente sea una pírrica victoria. La combinación de la recesión inducida por la austeridad de profundidad o el estancamiento que se apodera de gran parte de Europa y los Estados Unidos y la ausencia de la reforma financiera es mortal. El prolongado estancamiento y la perspectiva de deflación han desalentado la inversión en la economía real para ampliar bienes y servicios. Así, las instituciones financieras tienen una razón más para hacer lo que hicieron antes del 2008, que fue lo que desencadenó la crisis actual: realizar operaciones especulativas intensas, diseñadas para conseguir súper ganancias de la diferencia entre el precio inflado de los activos y derivados basados ​​en activos y el verdadero valor de estos activos antes que la ley de la gravedad haga que el accidente sea inevitable.

Con el paso a re-regular las finanzas detenido, la creación de nuevas burbujas es más que probable, con los derivados de la negociación continua sin cesar debido a la falta de una regulación eficaz. El mercado de derivados no transparentes se estima ahora a un total de $ 707 trillones, ó significativamente más alto que los $ 548 billones en 2008, según el analista Jenny Walsh. "El mercado ha crecido tan vastamente insondable, que la economía mundial está en riesgo de daño masivo incluso si un pequeño porcentaje de los contratos terminan mal. Su tamaño e influencia potencial son difíciles de comprender, mucho menos de evaluar". El ex presidente de la Bolsa de Valores de Estados Unidos y el ex Comisionado, Arthur Levitt, ex presidente de la SEC, están de acuerdo, diciendo a un escritor que ninguna de las reformas post-2008 "ha disminuido significativamente la probabilidad de crisis financieras".

La pregunta entonces no es, si habrá, sino cuando otra burbuja va a estallar, y cuando esto suceda, la probabilidad de que las finanzas sean tratadas con guantes de niño, como la “reforma” Dodd-Frank, no va a ser tan fácil.

Cosecha Amarga

El otro golpe del capital financiero es político, y es probable que se desarrolle en Europa antes que en los Estados Unidos. La troika del capital financiero, la Unión Europea, y Alemania, que ejecutaron a Grecia a la vista de la opinión pública internacional es más que probable que aumenten el fuerte sentimiento anti-UE, anti-alemán, y los sentimientos anti-bancarios que están circulando por Europa en este momento . Uno sólo puede imaginar los sentimientos de muchos europeos, si el normalmente tranquilo, columnista del Liberal Financial Times, Wolfgang Munchau, está conmovido como para escribir en términos tan emocionales:
Al obligar a Alexis Tsipras a una humillante derrota, los acreedores de Grecia han hecho mucho más que lograr un cambio de régimen en Grecia o poner en peligro sus relaciones con la Zona Euro. Han destruido la Euro Zona como la conocemos, y demolieron la idea de una unión monetaria como un paso hacia una unión política democrática. Al hacerlo, volvieron a las luchas de poder europeas nacionalistas del siglo XIX y principios del XX. Ellos degradaron a la Zona Euro a un sistema de tipo de cambio fijo tóxico, con una moneda única compartida, ejecutada en interés de Alemania, y mantenidos unidos por la amenaza de la miseria absoluta para aquellos que desafían el orden imperante. Lo mejor que se puede decir es la brutal honestidad de aquellos que perpetran este cambio de régimen.
La pregunta es: ¿quién va a cosechar estas corrientes de ebullición de resentimiento e ira en el cuerpo político europeo? Con la izquierda radical derrotada - aunque heroicamente, a la manera de las Termópilas - en el cara a cara entre Alexis Tsipras y la canciller alemana Merkel, y con los socialdemócratas en Alemania y en toda Europa reducidos a ser pequeños ayudantes de Ángela en promover agresivamente los intereses de la los bancos, el beneficiario más probable de los dramáticos acontecimientos de las últimas semanas será la creciente derecha radical, con su atractivo anti-UE, nacionalista, y populista.

No en vano, la jefa anti-euro del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen, que ata cada vez más sus discursos con retórica anti-capitalista, anti-globalización, salió en defensa de Grecia en el reciente enfrentamiento. La UE, declaró Le Pen, "se burla y hace a un lado el deseo popular expresado en las elecciones griegas y pretende imponer una política de austeridad, la continuidad de una política de austeridad que el pueblo griego ya no quiere. Ella preguntó retóricamente, "Confrontados con la elección, ¿quién va a ganar, la Democracia o la Euro-Dictadura"?

La capacidad de Le Pen para reunir a los anti-UE, anti-alemán, y los sentimientos anti-capitalistas que corren a través del continente no debe ser subestimada. "Los votantes de izquierda están cruzando la línea roja porque piensan que la salvación de su difícil situación se materializa con la señora Le Pen", un Senador Socialista francés admitió a un reportero del Times. "Ellos dicen 'no' a un mundo que parece duro, globalizado, implacable. Se trata de personas de la clase trabajadora, pensionistas, trabajadores de oficina que dicen, 'No queremos este capitalismo y competencia en un mundo en el que Europa está perdiendo su liderazgo".

Le Pen puede convertirse en presidenta de Francia en las elecciones del 2017. Y si lo hace, una contribución no poco importante para su victoria habrán sido los dramáticos acontecimientos de las últimas semanas en Bruselas y Berlín.

**Walden Bello es un asociado del Transnational Institute con sede en Amsterdam.


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