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Sectores muy amplios de los trabajadores se han tirado a la calle diariamente a protestar y a proponer soluciones.

Sectores muy amplios de los trabajadores se han tirado a la calle diariamente a protestar y a proponer soluciones. | Foto: Internacional Progresista

Publicado 12 agosto 2022



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El pueblo de Puerto Rico está de pie y trata de aprovechar el colapso del Gobierno colonial para avanzar hacia la descolonización y la justicia social.

Por primera vez en su historia, el pueblo de Puerto Rico sufre el colapso total de su Administración colonial, debido sobre todo a la corrupción pública de los dos partidos tradicionales, que impulsan la integración a Estados Unidos y/o la permanencia del régimen colonial.

Al momento, todos los servicios públicos básicos como la salud, la educación, la vivienda y la seguridad se encuentran prácticamente desmantelados, empobreciendo a la mayoría de la población, a pesar de los fondos que se asignan desde la metrópolis. Los fondos públicos son desviados hacia corporaciones fraudulentas, controladas por miembros de ese sector político corrupto y familiares.

Se estima que más de 10.000 millones de dólares han sido saqueados solamente durante la última década por parte de los funcionarios y empresarios vinculados al Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Popular Democrático (PPD), nombres rimbombantes que intentan disfrazar la sumisión al poder de USA, a cambio de prebendas económicas.

Ambos lideratos PNP-PPD, son neoliberales e intermediarios del gran capital estadounidense, especializados en la cultura de la corrupción pública que, según Donald Trump, ha llevado a la cárcel a más de 400 personas en la última década. De hecho, ya han sido acusados dos exgobernadores, por parte de los tribunales de USA en Puerto Rico, pues las autoridades judiciales locales se hacen de la vista larga.

Debido a este robo a manos llenas, el expresidente estadounidense Barack Obama impuso en el 2016, de manera dictatorial, una Junta de “supervisión fiscal” que controla las finanzas del Gobierno, para garantizar el pago con exorbitantes intereses a los poderosos bonistas de Wall Street. De ahí que se privilegie esa deuda odiosa, por encima de todos los servicios esenciales del pueblo, lo que ha llevado al colapso actual de la administración colonial.

Esa situación llevó al cierre de la mitad de nuestras escuelas públicas, que significa el más esencial servicio educativo a nuestra niñez y a la juventud. Lo propio se hizo con la salud pública, que previamente había sido parcialmente privatizada. Así mismo, en el caso de la Universidad pública, se le recortó el 50 por ciento de su presupuesto, con el efecto de provocar la emigración masiva, del grupo social que representa los mejores saberes, talentos y esperanzas del país.

Históricamente, se han visto obligados a partir de su nación, para buscar mejores condiciones de vida, casi seis millones de puertorriqueños y quedan poco menos de tres millones en el archipiélago de Puerto Rico. El objetivo del imperio es desplazar a la comunidad boricua por estadounidenses multimillonarios, que poco a poco han ido comprando nuestras mejores tierras y facilidades físicas.

Como producto de esta grave crisis política, económica y social, la criminalidad se ha disparado a niveles nunca antes vistos, con asesinatos a mano armada diarios, mayormente entre bandas de narcotraficantes. Estos hampones campean por su respeto y cometen fechorías a plena luz del día. En verdad, el pueblo de Puerto Rico está en medio de una guerra civil entre grupos de narcotraficantes que le perdieron el respeto al valor de la vida.

Ante toda esta situación tan alarmante, la credibilidad del liderato del PNP-PPD está en caída libre y sectores muy amplios de los trabajadores se han tirado a la calle diariamente a protestar y a proponer soluciones. Por eso, los dos partidos coloniales apoyados históricamente por USA han perdido casi la mitad de sus electores en el 2016 y 2020.

Cada día hay más conciencia en Puerto Rico de la necesidad de unir a todos los movimientos políticos y sociales en lucha, incluyendo al Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), que desde el 2020 se convirtió en la tercera fuerza del país y la segunda en la capital de San Juan, y al renovado Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).

De ahí que, al momento, se esté planificando una ofensiva legal y desde la calle para derogar la prohibición de las alianzas electorales, que se aprobó por el PNP-PPD de manera oportunista, poco antes de las elecciones del 2020. De lograrse, por primera vez un frente electoral de izquierda podría derrotar al PNP-PPD, que se han turnado durante décadas las administraciones con el respaldo de USA.

A pesar de todas las circunstancias adversas descritas, el pueblo de Puerto Rico está de pie. Al igual que derrotamos los intentos de asimilarnos culturalmente y la constante persecución del independentismo, habremos de aprovechar este colapso del Gobierno colonial para avanzar hacia la descolonización y la justicia social.


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