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El canciller Jorge Arreaza concluyó el sábado un acertado movimiento en la defensa de la soberanía de Venezuela.

El canciller Jorge Arreaza concluyó el sábado un acertado movimiento en la defensa de la soberanía de Venezuela. | Foto: Cancillería Venezuela

Publicado 14 enero 2019



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La guerra contra Venezuela es atroz e inmoral. La mafia mediática transnacional destaca las dificultades económicas del país como expresiones del fracaso del modelo venezolano y omiten el peso del asedio multidimensional contra el país.

En el poker se conoce como Bluff la acción de apostar sin tener una jugada planteada y por tanto ninguna posibilidad de ganar, salvo si se rinde el oponente. Por extensión hablamos de bluffing o hacer bluffing para referir actos que en la arena política, judicial o de negocios, están de entrada condenadas al fracaso si la contraparte se mantiene en su posición. No era otra cosa el fantasma del 10E en los predios de la derecha del continente.

El canciller de la República Bolivariana de Venezuela, Jorge Arreaza, concluyó el sábado un acertado movimiento en la defensa de la soberanía de esa nación, estratégicamente enmarcado en la doctrina bolivariana establecida desde hace 20 años por el Comandante Hugo Chávez, y mil veces ratificada a través de la gestión de la política internacional de ese país en el mismo lapso.

De acuerdo con las palabras de Arreaza, de doce países miembros del Grupo de Lima, uno no suscribió el ofensivo acuerdo del 4 de enero y otros nueve, por distintas vías, expresaron su reconsideración en el espinoso asunto de la controversia territorial de Venezuela con la República Coopeativa de Guyana, dentro del plazo de 48 horas que fijó el presidente Nicolás Maduro para tal fin. Persistiendo solo Canadá y Paraguay en su postura violatoria del Acuerdo de Ginebra. 

De este modo Venezuela vuelve a salir airosa de otra maniobra de bluffing, similar a la enfrentada en el seno de la OEA y que dio origen al actual grupo de gobiernos cartelizados en contra de la revolución bolivariana. Lo que es augurio de nuevos reacomodos y más extravagantes agresiones. Expresiones del momento de desvanecimiento del Derecho Internacional, a su vez producto de la aguda crisis que agobia a los princpales centros de poder de occidente.

La guerra contra Venezuela es atroz e inmoral. La mafia mediática transnacional destaca las dificultades económicas del país como expresiones del fracaso del modelo venezolano y omiten el peso del asedio multidimensional contra el país. Mismo que escaló a un nuevo nivel este jueves, cuando en paralelo a la juramentación presidencial, ocurrió un atentado incendiaro contra un complejo de almacenes en el centro del país, en el que se acopiaban insumos y equipamiento médico para los sistemas público y privado de salud. Acción que el vicepresidente para el Desarrollo Social calificó como el “acto criminal de mayor dimensión en contra de la salud en Venezuela”. 

El atentado dejó 6 galpones completamente destruídos y la péridida de medicamentos y equipos médicos importados para dotar a múltiples hospitales actuales y en construcción en el centro y oriente del país. Un ataque que no se puede entender como espontáneo y que constituye delito de lesa humanidad. Aún así la industria mediática lo reporta entre comillas y cuestiona la veracidad de la fuente oficial. 

La agresión contra Venezuela suele ser colocada en el marco reduccionista y torpemente propagandístico del Imperio que pretende penetrar el territorio para expoliar recursos naturales. De este modo se da insumos al agresor que argumenta que luego de dos décadas la invasión militar sigue siendo un trapo rojo.

Si echamos una mirada a la historia encontraremos que las acciones violentas del imperio estadounidense y sus aliados, procuran el sostenimiento de su condición hegemónica.

Agresiones militares como las sufridas por Líbano, Irak, Libia o Siria, así como las agresiones económicas y financieras contra contra Cuba, Irán, Grecia y Venezuela, tienen en común el efecto de hacer retroceder modelos políticos y económicos alternativos al impuesto por Estados Unidos y sus satélites. Mismos que en contrario, no tuvieron problemas en financiar onerosos programas de desarrollo industrial en Eurpa o Corea del Sur en tiempos de posguerra, con el propósito de delinear el mapa geopolítico a conveniencia.

Así pues, el asedio contra Venezuela no es otra cosa que el precio de la dignidad y un severo castigo ante la demostración de que la doctrina bolivariana de paz, integración y complementariedad, lejos de ser una amenaza a las libertades, es la alternativa probada para el desarrollo y la prosperidad de los pueblos del Sur.

Vendrán nuevas manos y serán los pueblos, desde dentro y fuera de los centros del poder hegemónico, los que jueguen sus cartas por un mundo más humano.


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

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