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Rafael Correa propuso que en caso de que AP pase a manos de Lenín Moreno se forme otra organización bajo el nombre de Partido de la Revolución Ciudadana.

Rafael Correa propuso que en caso de que AP pase a manos de Lenín Moreno se forme otra organización bajo el nombre de Partido de la Revolución Ciudadana. | Foto: Reuters

Publicado 8 diciembre 2017



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¿Cuál es el futuro de la Revolución Ciudadana? ¿Correa se aleja de la dinámica política nacional y de su influencia en las disputas y conflictos tras el rompimiento con Lenin Moreno?

Rafael Correa regresó a Bruselas y en Ecuador quedó marcada ya una nueva hegemonía política y mediática. Al menos eso parece por las expresiones, publicaciones y comentarios de lo que significó la presencia del líder de la Revolución Ciudadana durante diez días en su país. Y al mismo tiempo quedó claro que Alianza PAIS (AP) ya no será la organización del ex presidente ni de sus seguidores y militantes más cercanos.

¿Cuál es el futuro de la Revolución Ciudadana? ¿Correa se aleja de la dinámica política nacional y de su influencia en las disputas y conflictos tras el rompimiento con Lenin Moreno? ¿La naturaleza política del Gobierno será de la misma dimensión y perspectiva con la que se construyó AP en estos diez últimos años? ¿Con quiénes se sostendrá y desarrollará el programa de AP presentado para las elecciones de 2017? 

Estas son algunas preguntas que rondan en la discusión de analistas y académicos que sin mirar la disputa interna aprecian este momento como el cierre de un ciclo político, sin arriesgarse a imaginar una resignificación del proyecto liderado por Correa sin su presencia en Ecuador.

De todos modos hay algunos indicios: la nueva hegemonía se dibuja a partir de una aparato mediático (que ahora incluye a los medios públicos y a los oficialistas) que minimizó la presencia de Correa, desplegó una cortina –pesada y oscura- alrededor de los hechos ocurridos en las ciudades y eventos a donde llegaba el ex mandatario, llenando plazas y generando entusiasmo en miles de personas. 

Esa hegemonía, además política, hizo prevalecer la agenda oficial del Gobierno de Lenin Moreno, las determinaciones alrededor de la Consulta Popular, ocultando los comentarios y matices de la legalidad de una decisión que debió pasar –para su legitimación- por la Corte Constitucional y también por enfatizar (como ya es costumbre) los juicios por corrupción donde algunos medios y periodistas parece que no solo gozan sino que asumen el episcopado de su moralidad.

Sino hubiera ocurrido el “ruido” producido en las redes sociales y en algunos medios de comunicación digitales y otros locales, la presencia de Correa habría quedado en el silencio mediático como un acontecimiento de bajo orden informativo, poca atención ciudadana e irrelevante impacto. 

Sin embargo la realidad fue otra: por fuera de los medios, los mismos adversarios de Correa estuvieron atentos a lo que decía y hacía, por lo que se ve en sus cuentas de Twitter y Facebook. Más de uno de los periodistas que dirigenmedios o al menos tienen responsabilidad en su agenda diaria comentaron en sus cuentas de la visita (lo cual prueba además la paradoja de estar atentos a un asunto de interés público y obviarlo en su trabajo profesional, quizá por una estrategia de orden político). Y más de un político, vía Twitter, hizo lo propio con respecto a la visita de Correa, en particular representantes del llamado “bucaramismo” y los miembros del extinto partido maoísta MPD.

Pero más allá de eso, lo de fondo es preguntarse qué pasa con AP, cuál será su futuro y quiénes van a dirigir y liderar una organización que durante diez años ha logrado 14 victorias electorales y se constituyó en la primera fuera política de orden nacional, pues desde el retorno a la democracia, en 1979, todos los partidos políticos solo tenían peso específico en sus ciudades, provincias o localidades de origen de sus líderes, pero no lograron constituirse en organizaciones con presencia territorial nacional. Esto pasa porque algunas decisiones de orden legal darían pie a la destitución de sus actuales dirigentes como Gabriela Ribadeneira y Ricardo Patiño. Además, un tribunal de garantías penales (no electoral como habría sido lo lógico) le garantizó a Lenin Moreno permanecer como Presidente de AP tras una decisión de la Dirección Nacional de separarlo del cargo, después de no participar de las reuniones de esta instancia del movimiento político. 

Fuera de Ecuador no se entiende bien cómo una organización, con un líder que la impulsó y sostuvo desde hace diez años, con una estructura en todas las provincias y cantones del Ecuador, ahora se deshaga y quede a merced de vaivenes legales y con una división bien marcada entre los legisladores que fueron elegidos por formar parte de las listas 35 de AP.

Una posible explicación es la naturaleza misma de AP desde su origen: una suma de organizaciones, grupos y personalidades que participaron para impulsar la candidatura de Correa a la Presidencia del Ecuador en el año 2006, que luego no logró una estructuración orgánica unificada, aunque en el organigrama lucía como tal. Hoy, algunos de esos grupos y personas forman parte del gobierno de Moreno. Por ejemplo, María Alejandra Vicuña, la actual vicepresidenta encargada, formó parte del Movimiento Alianza Bolivariana Alfarista (ABA) y como tal participó en los procesos electorales de los cuales fue elegida asambleísta.

De hecho, algunas ocasiones el mismo gobierno de Correa, la Asamblea Nacional y los gobiernos locales fueron un espacio de disputa entre esas organizaciones, grupos y personalidades, la mayoría de orientación izquierdista, sin descontar la presencia de socialdemócratas y personas con una militancia u orientación ideológica liberal y conservadora. 

De ahí que por ahora la posible desintegración de AP (ya advertida por Correa en varias ocasiones) no sea una sorpresa (https://videos.telesurtv.net/video/691477/enclave-politica-691477/). Pero también queda la duda de quién se hará cargo de ella cuando en el mismo gobierno de Moreno hay disputas internas ya no solo con quienes en su momento fueron parte de AP sino con otras organizaciones que han plegado como soporte y base del proyecto del actual presidente. 

Por lo mismo, aunque el fin de año y las fiestas navideñas pueden abrir un paréntesis para las definiciones, parece que en la actual dirigencia de AP (la misma que organizó la VII Convención en la ciudad de Esmeraldas, el pasado 3 de diciembre) hay resignación sobre su futuro. Y por eso en esa convención el mismo Correa propuso que en caso de que AP pase a manos de Moreno se forme otra organización bajo el nombre de Partido de la Revolución Ciudadana.

En ese sentido queda pendiente no solo el futuro de AP bajo la conducción del actual presidente sino la composición política del Ecuador con el surgimiento de nuevas organizaciones, divisiones y disputas por controlar el poder político, la participación en las elecciones municipales de febrero del 2019 y las presidenciales y legislativas del 2021.


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