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En la música, la televisión, como casi en todos los ámbitos culturales y sociales, ya se percibe el inicio de otro EE.UU. (Foto: Archivo)

En la música, la televisión, como casi en todos los ámbitos culturales y sociales, ya se percibe el inicio de otro EE.UU. (Foto: Archivo) | Foto: Archivo

Publicado 8 septiembre 2014



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Acaba de arrancar el nuevo ciclo escolar en este país con algo que marca el principio del fin de un Estados Unidos y el amanecer de otro.

Acaba de arrancar el nuevo ciclo escolar en este país con algo que marca el principio del fin de un Estados Unidos y el amanecer de otro. Por primera vez en la historia, los blancos dejan de ser mayoría en las escuelas públicas del país, informó el Departamento de Educación.

Este es un aviso desde el futuro, pues se espera que para 2043 éste se vuelva un país con una población donde todos, incluidos los blancos, serán minorías, según proyecciones de la Oficina del Censo de Estados Unidos. O sea, las minorías serán mayoría.

Es un cambio con implicaciones potencialmente sísmicas y que explica en gran medida la histeria política derechista, sobre todo expresada en la retórica y política antimigrante, como en los fenómenos racistas. Todos saben que este país ya no será el mismo que existía en tiempos de sus padres o abuelos.

El cambio en la población escolar es otra prueba de que este país, dominado desde la conquista europea por anglosajones y varias olas de inmigrantes europeos blancos, está por volverse otro de muchos colores. Según el Departamento de Educación en sus proyecciones demográficas, estudiantes minoritarios en conjunto sumarán más que el total de estudiantes blancos.

En gran medida, esto es resultado del crecimiento acelerado de niños latinos y asiáticos nacidos en este país, según un análisis del Centro de Investigación Pew.

De los 50 millones de estudiantes en las escuelas públicas del país, los blancos serán 49.7 por ciento, y aunque en números seguirán siendo más que los de cualquier otro grupo racial o étnico, la combinación de todos los demás superará el de los blancos, según las cifras oficiales.

Aproximadamente 25 por ciento de los estudiantes minoritarios son latinos, 15 por ciento afroestadounidenses y 5 por ciento asiáticos, más un grupo muy reducido de birraciales e indígenas.

Sin embargo, esto no necesariamente se traduce en un nuevo panorama multirracial. En años recientes, reporta el Washington Post, ha habido mayor segregación tanto racial como económica en el sistema de educación pública en este país, incluso hay distritos escolares denominados por investigadores tipo apartheid, donde hay casi nula presencia de blancos.

Sin embargo, todo esto es parte de un cambio que ha alarmado tanto a amplios sectores sociales blancos conservadores que están presenciando un cambio de su sociedad, como a algunas partes de la cúpula de este país. No por nada son los intentos por frenar a los inmigrantes y evitar que se vuelvan ciudadanos, las maniobras políticas para buscar cómo negar derechos civiles, sobre todo el voto, a sectores no blancos (latinos y afroestadounidenses) e intentar revertir avances que festejan el multiculturalismo tanto en la academia como en otros ámbitos.

Tal vez el que mejor articuló las implicaciones de estos cambios fue uno de los politólogos más reconocidos del país, Samuel Huntington, de la Universidad Harvard, quien argumentó sobre la amenaza a la identidad estadounidense del cambio demográfico, sobre todo el impulsado por la inmigración. Advirtió que esto podría ser el fin del Estados Unidos basado en las tradiciones anglosajonas.

Huntington escribió hace 10 años en la revista Foreign Policy, después de repetirlo en libros anteriores, que “el desafío más inmediato y más serio a la identidad tradicional de América (sic) proviene de la inmensa y continua inmigración desde América Latina, especialmente de México, y las tasas de fertilidad de estos inmigrantes comparadas a las de nativos estadounidenses negros y blancos”. Argumentó que esta inmigración hispana es fundamentalmente diferente a otras anteriores, ya que ésta no se estaba asimilando de la misma manera, y eso llevaba la pregunta: “¿Estados Unidos permanecerá como un país con un solo idioma nacional y una cultura central anglo-protestante? Al ignorar esta pregunta, los estadounidenses aceptan su eventual transformación en dos pueblos con dos culturas (anglo e hispana) y dos lenguajes (inglés y español)”.

Huntington alertó de una reconquista del suroeste por mexicanos, lo cual podía llegar a fragmentar a Estados Unidos demográfica, cultural y hasta políticamente, o peor, revolucionar a Estados Unidos. Concluyó que hay un solo “sueño americano creado por la sociedad anglo-protestante” y que los mexicano-estadounidenses podrán compartir ese sueño y esa sociedad sólo si sueñan en inglés.

Aunque los escritos de Huntington provocaron feroces acusaciones de ser racistas y antilatinas, en los hechos tenía razón: su país anglo-protestante no sólo estaba amenazado, sino que ya se está esfumando. Pero su advertencia fue too late.

Ahora, lo único que se le podría haber recomendado a Huntington (murió en 2008) es que tal vez había llegado el momento de que aprendiera a soñar en español, ni modo.

El país en que nacieron los anglo-protestantes y los que se asimilaron a él está dejando de existir. Los equipos profesionales del juego estadunidense de beisbol están invadidos por latinos y asiáticos; el campeonato de basquetbol profesional fue ganado por un equipo de estrellas de otros países (franceses, argentinos, australianos), el español y la comida mexicana y latinoamericana ya se encuentran hasta en las esquinas más gringas del país (en Indiana, en Georgia y Carolina del Norte, en Idaho y Nebraska, hasta en Alaska y Hawai). En la música, la televisión, como casi en todos los ámbitos culturales y sociales, ya se percibe el inicio de otro Estados Unidos.

El futuro de Estados Unidos ya se anunció.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2014/09/08/opinion/027o1mun


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