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Imagenes para contenidos

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Publicado 17 agosto 2015



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Si el mundo se ve obligado a evacuar algunas de sus ciudades más pobladas, muchos de sus cismas sociales ya existentes, como racismo, sexismo, homofobia y xenofobia sufrirán por lo que seguramente será un proceso sumamente frágil.

Recientemente, James Hansen, un alto ex científico del clima de la NASA, y dieciséis de sus colegas escribieron un informe aterrador. El documento, titulado "Fusión del Hielo, aumento del nivel del mar y súper-tormentas: evidencia de los datos paleo-climáticos, la modelización del clima, y ​​observaciones modernas que el calentamiento global de 2° C es altamente peligroso", está siendo ampliamente debatido por académicos de todo el mundo.

En este momento, la comunidad científica está dividida. Algunos investigadores creen que las predicciones de Hansen son demasiado radicales y catastróficas, mientras que otros en la comunidad científica sostienen lo contrario. Además, hay científicos que esencialmente están de acuerdo con sus conclusiones.

Por el momento, vamos a suponer que las predicciones de Hansen son correctas y, hablando desde el punto de vista ecológico, las cosas van a empeorar mucho más en un futuro próximo - en particular con el deshielo de los glaciares, creando por lo tanto un más rápido aumento del nivel del mar.

Lo más inmediato, el dilema de los seres humanos es la incapacidad para prepararse adecuadamente para el futuro, tanto individual como colectivamente. Sin lugar a dudas tenemos un terrible registro histórico de predecir el futuro y mucho menos de organizar nuestras vidas e instituciones sociales de una manera que sea propicia para enfrentar las circunstancias futuras.

Sin embargo algunos fundamentos son ciertos: las comunidades que están organizadas y cohesionadas tendrán una mejor oportunidad de "capear el temporal" que las comunidades que están socialmente fragmentadas, segregadas racialmente e ideológicamente dispersas. Por lo tanto, es extremadamente importante el inculcar constante y consistentemente los valores comunitarios (el compartir, la compasión, la solidaridad, etc.).

Por otra parte, tenemos que hablar del futuro con honestidad y de una manera en que la gente común pueda entender y relacionarse. Si los científicos nos están diciendo que hay que prepararse para los desastres ecológicos, el promedio de personas deben ser conscientes de dicha información, ya que los gobiernos y las empresas se están quedando muy por detrás de la comunidad científica.

En los Estados Unidos, por ejemplo, muchas personas que viven y trabajan en el sur de la Florida conocen el terrible futuro que seguramente les espera (ciudades costeras inundadas, migración forzada, agricultura devastada, etc.), pero su gobierno estatal conservador se niega a reconocer la realidad del cambio climático (incluso yendo tan lejos como prohibir su mención), y claro, mucho menos se preparan de manera adecuada para enfrentar el aumento del nivel del mar.

Sin embargo, como los glaciares de hielo se siguen derritiendo y los niveles del mar elevando, en algún momento las personas se verán obligadas a evacuar sus hogares y comunidades. Desafortunadamente, este horrible escenario está en el horizonte. Como resultado de esta amenaza, la pregunta debe ser: ¿Cómo debemos responder?

Lo más importante, al menos por el momento, es buscar formas más amplias de educación ambiental, ya que el público en general no está enchufado con los movimientos políticos ambientales. De hecho, la mayoría de la gente está ahora despertando a la realidad que el cambio climático y la devastación ecológica asolan nuestro planeta y acechan nuestro futuro (un estudio reciente sugiere que el 40% de la población mundial nunca ha oído hablar del cambio climático).

Obviamente tenemos que ser honestos con la gente. Pero también tenemos que ser cuidadosos ya que a menudo, y con mucha razón, la gente se siente impotente al conocer la posibilidad de que haya un colapso ecológico: más aun cuando la evidencia es absolutamente aterradora.

Cuando me enteré sobre el cambio climático, no sabía cómo responder, y en cierto modo, todavía no lo sé. ¿Cuál es la respuesta adecuada cuando uno se entera de que toda la especie humana se enfrenta a la perspectiva de extinción a finales del siglo XXI?

Sin embargo, una vez enfrentado con la ciencia los hechos relacionados al cambio climático y la destrucción del medio ambiente, y después de sacudirme la conmoción inicial de conocer lo que el futuro probablemente nos depare, empecé a pensar en posibles alternativas y respuestas.

Por supuesto, la primera pregunta que me vino a la mente fue: ¿Podemos detener este proceso? Por razones de tiempo vamos a suponer que los seres humanos no serán capaces de transformar radicalmente la sociedad, en particular la industria de los combustibles fósiles en las próximas décadas. Si ese es el caso, entonces la gente debe prepararse para lo peor: las temperaturas más cálidas, los patrones climáticos inusuales, el aumento de desastres naturales, la escasez de alimentos, las sequías, el aumento del nivel del mar y así sucesivamente, por no hablar de las consecuencias económicas, sociales y políticas posteriores que sobrevendrán.

Aclarando, prepararse para lo peor no significa inherentemente que la gente debe caer en una cínica existencia, vacía de responsabilidades sociales, comunitarias y políticas.

Cuando la gente me pregunta si podemos revertir estos procesos, tengo que ser honesto y respondo diciendo: "Los científicos están divididos sobre el tema. Algunos climatólogos creen que ya estamos condenados, mientras que otros insisten en que podemos cambiar de rumbo. Independientemente, nuestra tarea sigue siendo la misma: la de organizar la sociedad de una manera más justa y pacífica".

De hecho, las personas no tienen que entender plenamente la ciencia para comprender sus conclusiones y lo que estas conclusiones significan para su vida cotidiana. Si los niveles del mar siguen aumentando y queremos sobrevivir, el planeta requerirá de la cooperación local, regional, nacional, continental e internacional a un nivel sin precedentes. Una vez más, la educación del público sobre el cambio climático y la ecología es una tarea vital, pero la educación socio-económica-política es igualmente importante. Sin esa educación la gente será incapaz de tomar decisiones razonables cuando se enfrenten a las futuras realidades ecológicas.

Si el mundo se ve finalmente obligado a evacuar algunas de sus ciudades más pobladas, muchos de sus cismas sociales como el racismo, sexismo, la homofobia, la xenofobia, el nacionalismo, el dogmatismo religioso y las ideologías políticas existentes sufrirán por lo que seguramente será un proceso frágil. Así, las personas harían bien en ir más allá de esas ideologías anticuadas. Es aquí cuando los seres humanos se enfrentarán a grandes desafíos.

Al final, el último informe de Hansen simplemente confirma lo que los científicos y activistas ambientales ya sabían: la humanidad se enfrenta al mayor desafío en la historia de nuestra especie. Por lo tanto, debemos hablar de nuestro dilema colectivo en términos en los que más gente se incline a unirse a movimientos ecologistas entendiendo el papel fundamental que pueden desempeñar en el desarrollo de la historia. Para decirlo de otra manera, hay que recordar a la gente que no son simplemente espectadores sino participantes en este proceso histórico.

Sin lugar a dudas es estimulante contemplar y reflexionar sobre nuestra existencia finita en este planeta. Una característica exclusivamente humana. Entonces debemos aprovechar este aspecto de la psique humana cuando se educa al público sobre temas políticos o ambientales. Al mismo tiempo, no debemos endulzar la realidad. Si los científicos del clima están hablando de migraciones forzadas, el público en general debe participar en discusiones y debates similares.

Por último, lo que logremos o dejemos de hacer hoy sentará las bases para el futuro. En otras palabras, los seres humanos puede que no sean capaces de prepararse para el aumento del nivel del mar, pero podemos asegurarnos de que la comunidad mundial este lo más preparada posible para rupturas ecológicas rápidas.

*Vicente Emanuele es un escritor, activista y periodista de radio que vive y trabaja en Rust Belt. El artículo original de Hansen y otros se pueden ver en la revista de acceso abierto en línea publicado por la Unión Europea de Geociencias.


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