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La organización terrorista superó a Al Qaeda en materia económica.

La organización terrorista superó a Al Qaeda en materia económica. | Foto: Reuters

Publicado 31 diciembre 2015



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Después de un largo período de silencio oficial, el presidente de Afganistán prometió tomar medidas.

Kabul es la capital de Afganistán, una ciudad de más de cinco millones de personas que se ha transformado por completo desde 2001. Kandahar era, y sigue siendo, un bastión de los Talibanes. La carretera entre Kabul y Kandahar, que pasa a través de Wardak, Ghazni y Zabul, a veces se llama la Carretera de la Muerte. Un periodista británico, que escribía en 2012 la calificó como el "cráter de una bomba, una galería de tiro de 300-millas de largo". Y la mayoría de los afganos no tienen más remedio que viajar a lo largo de ella. Decenas de personas mueren en esa carretera cada año.

A principios de 2015, algunos sobrevivientes de la carretera le dijeron al periodista Samad Ali Nawazesh sobre el patrón de ataque: "Cuando salimos de la carretera entre Kabul y Kandahar, hacia Jaghoori, somos acosados por muchos tipos de ladrones y personas armadas. Registran a los pasajeros, roban a unos a otros los liberan. Y a veces decapitan a algunos pasajeros".

Antes de eso, en 2014, la carretera Kabul-Behsud (que cruza la carretera Kabul-Kandahar) se había hecho famosa como la "Ruta de la Muerte", donde la minoríaHazara de Afganistán eran específicamente asesinados por los Talibanes. LosHazara son una minoría tradicionalmente oprimida. En las últimas décadas han tenido un resurgimiento, consiguiendo oportunidades en la educación y empleos que tradicionalmente les habían sido negados. La persecución que han sufrido por parte de losTalibanes ha sido en parte sectaria (los Hazaras son Chiítas, mientras que los Talibanes son Sunitas), en parte tradicional (tratando de mantener a losHazaras en su lugar de menor estatus a través del terror). Muchas facciones en las guerras civiles que Afganistán ha sufrido desde 1979, han atacado a los civiles Hazaras con particular ferocidad.

Así que, cuando, hace unos meses, un grupo de civiles Hazara - cuatro hombres, dos mujeres y un niño - fueron secuestrados en la carretera entre Kabul y Kandahar, y fueron detenidos durante un mes, probablemente por ISIS-Afganistán (una escisión de los Talibanes), y luego decapitados, los autores de tal atrocidad, así como el Gobierno del país seguramente esperaban el mismo tipo de respuesta aterrorizadaa la que han estado acostumbrados.

Pero la respuesta no era lo que esperaban. Las familias de las víctimas se negaron a enterrar los cuerpos. Y marcharon con los ataúdes a Kabul.

Escribiendo en el FeministisktPerspektiv de Suecia, el Dr. Farooq Sulehria, un periodista con amplia experiencia en Afganistán describió la protesta masiva de 11 de noviembre en la que Kabul "estalló" en una escala vista "por primera vez en tres décadas", con una "fuerte marcha de treinta mil" que "se extendía más de 15 kilómetros". La protesta fue notable no sólo por su tamaño: "Aunque losHazaras dominan numéricamente, todas las etnias son visibles en la marcha... Miles de mujeres, algunas llevando ataúdes en sus hombros, marchan a la vanguardia". Las protestas, escribe Sulehria, marginaron al líder tradicional de losHazara, "Muhammad Mohaqiq, un jefe militar y segundo adjunto al CEO, así como a Karim Khalili, ex vicepresidente, quienes no fueron vistos en la manifestación". La diáspora afgana también se movilizó, con manifestaciones en muchas embajadas afganas de todo el mundo. Entre los cánticos había uno que destacó por su sencillez: "Muerte al Estado islámico".

Y a pesar de que desde noviembre ha habido más secuestros de Hazaras a lo largo de las carreteras y más personas han sido decapitadas, hay indicios de que las protestas pueden haber sacudido tanto a los autores como al Gobierno. Hasta la fecha, nadie ha asumido la responsabilidad por los asesinatos, a pesar de que todo el mundo hace responsable a ISIS-Afganistán.

La escala de las protestas tomó a las autoridades afganas por sorpresa. Las protestas tuvieron varias nuevas características: la solidaridad entre Pastunes, Tayikistán yUzbekasde Afganistán y los grupos Hazara; su base, dejando de lado a las autoridades tradicionales,como a los señores de la guerra; y su militancia.

Después de un largo período de silencio oficial, el presidente de Afganistán prometió tomar medidas.

Afganistán tiene muchas tradiciones. Sí, algunos de ellos son conservadores y religiosos. Pero uno rara vez recuerda la tradición del nacionalismo que unió a los grupos étnicos del país en la lucha por la soberanía y el desarrollo - hubo muchas protestas masivas sobre esa base, en la década de 1970.

Otra tradición que pocas veces se recuerda es la tradición de las luchas de las mujeres. En la primavera, escribí sobre el derramamiento masivo de rabia y protesta tras el asesinato de una mujer llamada Farkhunda, fuera de una mezquita en Kabul. Esa efusión, que también sorprendió tanto a los asesinos como a las autoridades, obligó al Gobierno a actuar, detener y encarcelar a algunos de los autores.

Es demasiado pronto para saber si las protestas de 2015 son el comienzo de algo más grande en Afganistán. Pero sin duda hay potencial. Tal vez suficiente potencial como para asustar a los que se sienten cómodos aterrando a los otros. Un gran número de personas que son militantes, que son difícil de asustar y que son difícil de dividir sectariamente, son una fuerza formidable, una fuerza que Afganistán puede ver más en 2016.


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