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Tokio es sede por segunda vez en la historia de la celebración de unos juegos paralímpicos, los de este año marcados por la pandemia de la Covid-19.

Tokio es sede por segunda vez en la historia de la celebración de unos juegos paralímpicos, los de este año marcados por la pandemia de la Covid-19. | Foto: Twitter @Tokio2020enespanol

Publicado 24 agosto 2021



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Más de 4.500 participantes de 163 países se dan cita en la capital japonesa, con un año de retraso por la Covid-19.

Con la inauguración la noche de este martes (debido a la diferencia horaria) de los Juegos Paralímpicos, Tokio se convirtió en la primera ciudad en acoger dos ediciones de esas competencias multideportivas, tras haber sido la sede también de los Juegos de 1964.

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Esta nueva edición de los Paralímpicos, atrasada un año igual que los Olímpicos que se realizaron semanas atrás en Tokio, debido a la pandemia de la Covid-10, ha salido adelante organizados en un formato burbuja que conlleva la limitación de movimientos para todos sus participantes y una constante vigilancia de su salud.

Una de las notas destacadas de la ceremonia inaugural fue el desfile, en solitario, de la bandera tricolor de Afganistán en homenaje a la ausencia de los dos atletas paralímpicos que no pudieron volar a Japón a raíz de la toma de poder por los talibanes, tras la salida desorganizada de Estados Unidos y sus aliados de ese país.

La enseña del país asiático salió poco después del arranque del desfile de los atletas paralímpicos, que abrieron el equipo de refugiados y el de Islandia, con arreglo al orden, como ya ocurriera en la inauguración de los Juegos Olímpicos, basado en el alfabeto japonés.

En los discursos inaugurales hubo agradecimiento al pueblo y Gobierno japonés por mantener, incluso en la difícil situación sanitaria la celebración de estos juegos, los cuales representan un desafío para los atletas participantes también, debido a las condiciones de salud preexistentes en algunos casos.

La ceremonia tuvo como dramaturgia la de un aeropuerto, en el cual iban aterrizando las distintas delegaciones de atletas paralímpicos, bajo los lemas "Todos tenemos alas" y "Es tiempo de volar".

El fuego paralímpico ingresó en el clímax de la ceremonia y la llama, multiplicada en tres antorchas llevadas por atletas en sillas de ruedas llegó hasta el mismo pebetero en el cual ardió hace un mes el fuego olímpico.


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