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El mandatario negó las acusaciones de dirigir mediante una dictadura, y alabó en cambio, el apoyo popular de su país.
Al cumplirse un año de su victoria electoral, el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko, indicó en una entrevista publicada en medios de comunicación y organizaciones civiles que la nación pasó la prueba de la unidad nacional.
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Al hacer referencia a los disturbios ocurridos un año atrás señaló que tiene un pueblo fiel y educado que defiende la soberanía y el interés nacional ante las sanciones y las campañas de desestabilización impulsadas desde Occidente.
En ese sentido también afirmó que con las elecciones del año pasado los ciudadanos apostaron por la consolidación de la paz en el país al confiar con su voto la permanencia en el poder del mandatario.
Al responder a las acusaciones de haber establecido una dictadura, afirmó que nunca ha dictado nada a nadie ni planea hacerlo, y agregó que la república no dispone de recursos para tener tal régimen.
En lo referente a las sanciones británicas contra la república, llamó a las autoridades británicas lacayos de los EE.UU. "¿Quién introducirá sanciones económicas hoy? ¿Gran Bretaña? No, conocemos esta Gran Bretaña desde hace mil años y no queremos saberlo. Secuaces estadounidenses" afirmó el presidente.
Mientras Lukashenko respondía a las preguntas de la prensa, estos dos países, además de Canadá, anunciaron al unísono sanciones económicas contra Minsk. EE.UU. sancionó a casi medio centenar de altos funcionarios y compañías de los sectores de defensa, agrícola y energético.
Las autoridades británicas también impusieron un paquete de nuevas restricciones comerciales, financieras y de aviación. En particular, están destinadas a prohibir los vuelos y aterrizajes de las compañías aéreas bielorrusas en Reino Unido.
De acuerdo a las autoridades en Londres, esto se hizo para reducir los ingresos recibidos por el Gobierno de Lukashenko.
El mandatario resultó reelecto en agosto del año pasado, con más del 80 por ciento de los votos, pero el ejecutivo británico, al igual que la mayoría de los países occidentales, se niegan a reconocer su victoria.
