El pueblo de Longyearbyen en la isla de Svalbard (archipiélago de Spitsbergen) en Noruega, es una de las localidades más cercanas al Polo Norte y una de las pocas, en todo el mundo, donde está prohibido de forma legal morirse.
Longyearbyen es una región periglacial con hermosas montañas nevadas y un clima caracterizado por las bajas temperaturas (46 grados bajo cero) que provoca permafrost (permacongelamiento), efecto en el cual las capas de suelo se mantienen permanentemente congeladas.
El efecto del permacongelamiento impide la descomposición de los cadáveres, lo que aumenta el riesgo a la propagación de virus, pestes, enfermedades mortales para los pocos pobladores, además de llamar a los roedores y depredadores.
En 1950 las autoridades se percataron de que los cuerpos de los fallecidos enterrados en el cementerio local no se descomponían y decretaron un estatuto legal para prohibir terminantemente morirse en ese pueblo. En caso de que alguna persona caiga gravemente enferma o sufra un accidente riesgoso para su vida, es trasladado a otro estado occidental de Noruega.
Longyearbyen no es el único lugar del planeta donde existe esta medida, otros países como Francia tienen tres ciudades donde se aplica la misma ley (Cugnaux, Le Lavandou y Sarpourenx).
Mientras que en Lanjarón (España) y Massico (Italia) también está prohibido morirse, pero por otras causas como la falta de espacios en los cementerios.
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