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Aung San Suu Kyi no había podido verse con sus abogados desde que la Junta Militar la arrestar tras el golpe de Estado

Aung San Suu Kyi no había podido verse con sus abogados desde que la Junta Militar la arrestar tras el golpe de Estado | Foto: EFE

Publicado 31 marzo 2021



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Los ciudadanos de Myanmar continúan en las calles exigiendo la salida de la junta militar del poder.

La lideresa Aung San Suu Kyi está bien de salud luego de dos meses de arresto domiciliario, tras la toma del poder por la junta militar de Myanmar, anunció este miércoles su equipo legal que pudo reunirse con ella por videoconferencia por primera vez.

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“El aspecto físico de DASSK (Aung San Suu Kyi) parecía bueno según su apariencia en la pantalla de vídeo", afirmaron sus abogados en un comunicado que publicaron los medios locales.

Suu Kyi, de 75 años, ha estado prácticamente sin comunicación desde que el 1 de febrero el Ejército se hizo con el control del Gobierno, impidio la instalación de nuevo parlamento electo, y la arrestara junto a parte de su gabinete.

 

   
 

La lideresa electa no había podido recibir atención legal hasta este miércoles en que se reunió con sus abogados y enfrenta varios delitos como el de importación ilegal walkie-talkies (dispositivos portátiles que transmiten y reciben), amenazar la seguridad nacional y aceptar sobornos.

Desde el 16 de febrero, la también premio Nobel de la Paz, encara un juicio sin el debido proceso en el que declara por videoconferencia sin el amparo de sus abogados en un tribunal de la capital, Naypydó.

Sus abogados han rechazado las acusaciones en contra de la antigua consejera de Estado y exministra de Exteriores, quien en la dictadura militar anterior (1962-2011) pasó 15 años bajo arresto domiciliario.

El primero de abril está prevista la otra comparecencia de la lideresa, tras dos posposiciones por problemas técnicos que tuvieron las vistas planificadas previamente.

El proceso contra Suu Kyi y los miembros de su Gobierno electo, como es el caso del presidente depuesto, Win Myint, se celebra en el contexto de una represión violenta llevada a cabo por la junta militar y la policía contra los cientos de birmanos que reclaman volver a la democracia.

Desde febrero pasado, suman más de 500 personas muertas a manos de las fuerzas de seguridad tras usar munición real contra manifestantes en las calles de las principals ciudades de Myanmar. La violencia continúa hasta este momento, pese a la condena internacional.

La base de la asonada militar está en un presunto fraude electoral en las elecciones para elegir un nuevo parlamento en noviembre pasado, donde el partido de Suu Kyi, Liga Nacional por la Democracia (LND) saliera vencedor.


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