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Las comunidades en la Amazonía brasileña están sumergidas en humo y ven impotentes los efectos de las llamas.

Las comunidades en la Amazonía brasileña están sumergidas en humo y ven impotentes los efectos de las llamas. | Foto: EFE

Publicado 30 agosto 2019



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Comunidades indígenas, la fauna y flora del Amazonía padecen los efectos de las llamas en esta zona del planeta. En Brasil, se vive la realidad más desgarradora de esta tragedia ambiental. 

Las llamas devoran a la Amazonía desde hace más de 25 días y de esta realidad se desprenden incontables historias desoladoras. Para mostrar la agonía de esta zona y en busca de los responsables de este daño ambiental, un equipo de teleSUR ha llegado a la Amazonía brasileña.

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Estaban buscando a “los tipos” que incendiaron esta zona del planeta que captura el 10 por ciento del total del CO2 y genera el 20 por ciento del agua dulce del planeta. Sin embargo, “no encontramos tipos, sino un modelo de desarrollo económico, el mismo que en las ciudades”, relató el corresponsal de teleSUR Nacho Lemus.

La causa de esta tragedia, de acuerdo con los ambientalistas, está a la vista: la deforestación provocada por agricultores, madereros y ganaderos invasores de la tierra. Para el Gobierno brasileño de Jair Bolsonaro, se trata solo de la sequía.

Pese a la versión del mandatario ultraderechista, en la Amazonía hay evidencia de la denuncia de los ambientalistas.

Asi, en medio de las jornadas de reportes, Lemus halló un lote de inmensos árboles talados sobre la ruta Transamazónica, en un camino que da a las tierras indígenas Jiahui y Tenharin, afectadas por los incendios forestales.

Y en medio de la tragedia ambiental el trabajo de los madereros no se detiene.  

Tampoco cesan las llamas ni las afectaciones, como la espesa capa de humo que cubre las comunidades cercanas y aumenta las enfermedades respiratorias de sus residentes.

Las tribus originarias denuncian los peligros de la actividad destructiva agroempresarial e insisten en su papel de guardianas de la Amazonía, pese a que se enfrentan a grandes grupos de poder empresarial.

 

 Para Bolsonaro, mientras tanto, la demarcación indígena es un obstáculo que impide el desarrollo económico.

Y aunque el presidente de Brasil decretó la prohibición por 60 días de las quemadas y con tres semanas de atraso las Fuerzas Armadas comenzaron a repeler el fuego, los daños son irreparables. Solo en julio, los incendios se destruyeron 2.254 kilómetros cuadrados.

Los ambientalistas ven poco probable la puesta en marcha de política de control responsable para la deforestación y el agronegocio.

Entretanto, la Amazonía sigue padeciendo y su agonía recorre el mundo como un grito desesperado para exigir justicia.


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