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El astrónomo italiano inventó hace más de cuatro siglos uno de los mayores aportes a la ciencia moderna.

El astrónomo italiano inventó hace más de cuatro siglos uno de los mayores aportes a la ciencia moderna. | Foto: Astronomy

Publicado 25 agosto 2019



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Considerado el padre de la ciencia moderna, hace 410 años, el astrónomo inventó un telescopio casero de ocho aumentos para el estudio del cosmos

En el siglo XVII se conocía la existencia de la Luna y el Sol. Podían verse desde la Tierra. Sin embargo, ¿qué había más allá? El mundo le pudo dar respuesta a esta pregunta cuando el científico italiano Galileo Galilei alumbró la oscuridad del espacio con su telescopio.

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Hace 410 años, el astrónomo de Pisa, Italia, inventó un telescopio casero de ocho aumentos para el estudio del cosmos, luego de conocer una versión original por parte de un científico holandés.

Galileo abrió un nuevo capítulo en el mundo de la ciencia y dio inicio a la astronomía moderna cuando pudo observar estrellas y fenómenos del espacio que eran imperceptibles para el ojo humano. El 25 de agosto de 1609 marcó un antes y un después radicalmente opuesto para el desarrollo del mundo a través de la ciencia.

El telescopio de Galileo aumentaba seis veces lo observado sin deformar los objetos, y si bien no fue el creador del instrumento, su versión del mismo permitía ver los cuerpos celestes con mayor dimensión y precisión.

Con su propia inventiva, el científico italiano pudo descubrir la Vía Láctea, los cráteres de la Luna, las manchas del Sol, así como los cuatro satélites de Júpiter en una época en la que se creía que la Tierra era el centro del universo.

Tales descubrimientos, Galileo Galilei los describe en su obra de 1609, El mensajero sideral, en la que refleja sus conocimientos sobre el cosmos.

El padre de la ciencia moderna, como lo conoce el mundo, fue precursor de la metodología experimental. Se basaba en hechos, experimentos, observaciones y después lo confirmaba con expresiones matemáticas.

Así fue que creó, además, el pulsómetro para medir el pulso; el primer termostato de su tipo en la historia de la ciencia, cuando era profesor de la Universidad de Padua; el termómetro de gas y el microscopio en 1610, a través de cristales inversos al telescopio.

Si bien estudió Medicina, Matemáticas y Física, la Astronomía fue una de sus mayores pasiones y el centro de su universo. Pero la Inquisición de la época no entendía de rompimientos de patrones establecidos. Y Galileo fue un transgresor, un avanzado de su tiempo.  

Fue condenado a cadena perpetua por el Santo Oficio, debido a sus descubrimientos que contradecían el canon del medioevo, y allí pudo concluir Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencias, en el que demuestra las leyes de la caída de los cuerpos y el movimiento de proyectiles.

El hombre que le descubrió la luz a la oscuridad del espacio, paradójicamente, terminó ciego al final de su vida, a causa de la intensidad luminosa que recibía cuando observaba los satélites en algo que se convirtió, además, en su pasatiempo.

Fue un privilegiado, además, y lo sabía: “Doy infinitas gracias a Dios por haber sido tan bondadoso de permitirme solo a mí ser el primer observador de maravillas que se habían mantenido escondidas en la oscuridad durante todos los siglos anteriores”.


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