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Los libros electrónicos y las bibliotecas digitales actuales son un reflejo del legado de la imprenta de Gutenberg

Los libros electrónicos y las bibliotecas digitales actuales son un reflejo del legado de la imprenta de Gutenberg | Foto: UV

Publicado 3 febrero 2021



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Gutenberg se encuentra enterrado en la iglesia franciscana de su ciudad natal Maguncia

En la antigüedad y la Edad Media, la única forma de escritura era manual, por lo que los libros eran escasos, en ediciones limitadas y disponibles solo a pequeñas élites alfabetizadas.  Por esta razón, la invención de la imprenta de tipos móviles metálicos, fue un acontecimiento trascendental de la historia de la humanidad.

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Johannes Gutenberg, a quien se le atribuye la invención, nació en 1400 en Maguncia y se formó como orfebre y aprendió a acuñar monedas desde pequeño. Su padre era un patricio orfebre de Mainz y director de la Casa de la Moneda en Maguncia.

El joven se vio obligado a huir cuando los partidos de los gremialistas quitaron del poder a los patricios. Para 1428 se refugió en Estrasburgo. Allí se asoció con Hans Riffe, Andreas Dritzehn y Andreas Heilmann y enseñó el oficio de talla de piedras preciosas y la manufactura de lentes a cambio de un sueldo

El ejercicio de perfeccionar la técnica de grabación e impresión se convirtió en algo obsesivo para él. Sus socios se mostraron interesados y firmó un contrato en 1438 que le permitió financiar su proyecto. Uno de ellos murió inesperadamente, por lo que los hermanos de este reclamaron una parte del negocio y Gutenberg no accedió. El pleito terminó en juicio que ganaron los reclamantes.

 

No es hasta 1450 en que Gutenberg retorna a Maguncia y se junta con Johann Fust, primero y luego con el calígrafo Peter Schöffer, junto a quienes fundó Das Werk der Bücher (El Trabajo de los libros). En 1455 terminaron la impresión de su obra más reconocida, la “Biblia de 42 líneas o de Mazarino” que era una recopilación de las Escrituras de San Jerónimo en un libro de 1.286 páginas con 42 líneas cada hoja.

Fust, pretendía lograr beneficios inmediatos del negocio de impresión y acabó por denunciar a Gutenberg, quien se iba más por la perfección de la impresión que por la impresión en masa. Gutemberg perdió el juicio, y también su imprenta.

Vivió en la miseria hasta que en 1465 recibió protección económica del arzobispo de Maguncia, Adolfo II de Nassau. Este lo nombro miembro de la Corte real y le eximió de pagar impuestos. El 3 de febrero de 1468 murió Gutenberg en esta ciudad y fue enterrado en la iglesia franciscana de la localidad.

La invención de Gutenberg no radica en el método para imprimir sino en la agilización y abaratamiento de la impresión de libros. La fabricación de los caracteres a partir de una matriz en la que se grababan a punzón, o el uso de una tinta más intensa que la disolución acuosa utilizada en la xilografía son parte de su contribución.

Tras la expansión del invento por toda Europa, y la impresión de libros, al período se le llegó a llamar “la era de Gutenberg”. Su éxito también le debe mucho a la invención del papel en originalmente en China. Gracias a la imprenta, la población europea tuvo acceso a la información y luego se expandió también el pensamiento.

Muchos historiadores señalan este hecho como un punto de inflexión en la transición de la Edad Media al mundo moderno. El saber escrito dejó de ser solo de una élite y la escritura sustituyó a la oralidad en la transmisión de conocimientos en grandes grupos de población.

Comparable con la hazaña de Gutenberg fue la introducción de los libros digitales, en 1971. Michael Hat comenzó, a finales de ese año, el Proyecto Gutenberg: una biblioteca digital que fuera completamente gratis con obras tanto modernas como clásicas. Así, se revitalizó en la contemporaneidad el poder de la imprenta.


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