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El pueblo de Bojayá exhortó al Estado colombiano a garantizar seguridad a los habitantes por temor ante una nueva violencia de los conflictos armados en el país.

El pueblo de Bojayá exhortó al Estado colombiano a garantizar seguridad a los habitantes por temor ante una nueva violencia de los conflictos armados en el país. | Foto: El Tiempo

Publicado 18 noviembre 2019



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Los restos de las personas estuvieron por varios años en un cementerio improvisado en Bellavista Nueva. Tras la firma del acuerdo de paz en La Habana se encauzó la identificación de las víctimas.

Los familiares de las víctimas de la masacre de Bojayá, ubicado en Chocó, noreste de Colombia, realizan este lunes un sepelio colectivo de los restos de las personas que perdieron la vida, el pasado 2 de mayo de 2002, en una iglesia del pueblo como consecuencia de los conflictos armados en territorio colombiano.

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Desde el pasado lunes 11 de noviembre, los habitantes de Bojayá y familiares de las víctimas comenzaron a recibir los restos de casi 100 personas, de las cuales 72 personas están plenamente identificadas, para poder darle sepultura a sus seres queridos.

La comunidad de Bojayá luchó por bastante años para que las víctimas de la masacre fueran identificadas pero fue tras el acuerdo de paz, firmado en 2016, que se encauzó la petición y en 2017 la Fiscalía tuvo que acceder en la identificación de los fallecidos.

En sentido, José Flavio hermano de Jimmy Mosquera, una de la víctimas de la masacre, aseguró que “después de 17 años voy a descansar por fin, después de 17 años voy a saber en dónde va a quedar enterrado el cuerpo de mi hermano”.

Los restos serán enterrados en un mausoleo construido para rendirles honor a cada una de las víctimas.

En la ceremonia del domingo la comunidad hizo un llamado al Gobierno nacional, a la Organización de las Naciones Unidas y a la comunidad internacional ofrecer seguridad a los pobladores para que no se vuelva a repetir un episodio como el de 2002. 

El 2 de mayo de 2002 una explosión de una bomba en la iglesia San Pablo mató a casi un centenar de personas que se encontraban refugiada en el lugar tras los intensos enfrentamiento entre integrantes del grupo insurgente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y paramilitares. Este hecho es considerado el acto más cruel de la historia de los conflicto armados en Colombia.


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