Jaime Pardo Leal, abogado y dirigente de la Unión Patriótica, fue asesinado el 11 de octubre de 1987, luego de que fuera el abanderado de la Fuerza Izquierdista colombiana, logrando gran aceptación y respaldo popular en las elecciones presidenciales de 1986.
Este líder de izquierda era considerado uno de los políticos más carismáticos y respetados de la palestra en suelo colombiano.
En este contexto histórico, el asesinato de Pardo Leal inició una avalancha de crímenes que enlutarían a Colombia, muertes que permanecen impunes.
Luis Carlos Galán, ultimado en 1989; Bernardo Jaramillo -de la Unión Patriótica (UP)- y Carlos Pizarro, ambos en 1990, son representación de asesinatos que marcaron un hito de violencia en ese período y que fortalecerían una atmósfera de inseguridad política y social en toda la nación suramericana.
El movimiento de Izquierda que estableció la Unión Patriótica (UP) en territorio colombiano, vio socavado sus cimientos de paz y futuro para ese país con la ola de asesinatos, tanto de gran parte de sus dirigentes como de miles de militantes, entre los que figuran Pardo y Jaramillo, candidatos presidenciales.
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En preámbulo a todos estos asesinatos, el Gobierno colombiano de la época, dirigido por el ingeniero civil Virgilio Barco, estimaron un plan de paz que resultó nulo ante los ataques violentos perpetrados en contra de vitales líderes políticos de ese país.
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El proyecto de paz fue bautizado como "Política de cambio para la Reconciliación, la Normalización y la Rehabilitación", documento que pretendía sentar las bases de la paz y el cese al fuego en un sistema de tregua, como parte de la rehabilitación y reconstrucción del proceso de paz que iniciaba su resquebrajamiento.