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    Otro titular conmueve: "Brasil se acerca ya a los 350.000 casos de la enfermedad y los muertos pasan de 22.000"

En el verano de 2019, la reserva biológica más grande del mundo ardió causando una alarma mundial. El desastre del Amazonas, cuyo origen fue inicialmente justificado con la propensión del verano a los incendios, puso nuevamente en la mirilla las políticas medioambientales del presiente de Brasil, Jair Bolsonaro.

En el verano de 2019, la reserva biológica más grande del mundo ardió causando una alarma mundial. El desastre del Amazonas, cuyo origen fue inicialmente justificado con la propensión del verano a los incendios, puso nuevamente en la mirilla las políticas medioambientales del presiente de Brasil, Jair Bolsonaro.

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El Instituto Nacional de Pesquisa Espacial (INPE) señaló que el incremento de los siniestros no era, únicamente, a causa de la época del año o de la sequía, sino que su origen también estaba en la quema ilegal de terrenos para la crianza de ganados.

¿Ardió la Amazonía a causa de las actitudes de Bolsonaro?

Pese a que algunos especialistas afines con la política del presidente aseguraban que la agricultura de Brasil usaba el fuego como principal herramienta para limpiar la tierra y que normalmente el 85 por ciento de los focos son provocados por agricultores, no tardó en salir a la luz que la deforestación en la Amazonía brasileña saltó un 85 por ciento el 2019. O sea: de 4.213,3 kilómetros cuadrados en 2018, a 9.156,6 kilómetros cuadrados en 2019. Los datos fueron de acuerdo a mediciones satelitales del Instituto Nacional de Pesquisa Espacial (INPE).

Bolsonaro tuvo, además, enfrentamientos en Twitter con el papa Francisco, con el presidente de Francia, Emmanuel Macrom, y con la organización ambientalista Greenpeace.

Los incendios en la Amazonía brasileña habían crecido un 30 por ciento en 2019  y la sequía, insistieron muchos, no podía ser una de las razones fundamentales, pues en 2019, según datos oficiales, no fue tan severa como en otros años.

Pero, al parecer, el fuego solo comenzaba.

¿Disminuyen en verdad los índices de violencia en Brasil?

Un sondeo realizado por el instituto para la Confederación Nacional del Transporte, y que acopió información del 7 al 10 de mayo del presente año, dejaba ver cómo los índices de aprobación del actual mandatario de Brasil continuaban cayendo. La desaprobación, según este sondeo, subió de un 47 por ciento a un 55,4 por ciento. Muchos dan fe de que esta desaprobación ha sido causada por el desempeño del actual mandatario en el enfrentamiento al coronavirus (Covid-19), pero otros van más allá y continúan reflejando datos referentes a la violencia.

Y es que, cuando al cierre del año 2019 y a comienzos del 2020, Brasil mostraba un notable descenso en los índices de la violencia, otros comenzaron a analizar la noticia desde otras aristas. Tras la lectura de todas las fuentes, cabría preguntarse: ¿En verdad hubo un descenso de la violencia en Brasil?

Hay, según especialistas, dos indicadores olvidados: los feminicidios y la violencia policial. Cierto es que existió esa reducción del 19 por ciento en el número de víctimas, lo que llevó a Bolsonaro a escribir –en mayúsculas- en su cuenta de Twitter: “EN NUESTRO GOBIERNO CAEN LOS HOMICIDIOS, LA VIOLENCIA Y LAS FALACIAS. Nuestro gobierno extiende un fuerte abrazo a todos los agentes de seguridad del país. Brasil sigue caminando en el rumbo correcto”.

Así decía Bolsonaro, pero expertos en seguridad ofrecían otras teorías sobre la reducción de los crímenes. En varios estados, según mostraban las estadísticas, el descenso de la violencia era muy controversial. Río de Janeiro, por ejemplo, tuvo en 2019 el mayor registro de muertes –cinco por día– desde 1998. Según muchos de estos expertos, Brasil está utilizando la violencia para combatir la violencia. Esa violencia policial –aseguran– ha hecho que los ciudadanos no abandonen el estado de desconfianza e inseguridad.   

Por otra parte, la encuesta del portal de noticias G1 echó por tierra la alegría de Bolsonaro al hacer públicas algunas cifras que daban fe del aumento de feminicidios.

Según G1, Brasil registró en 2019 un aumento del 7,3 por ciento en casos de feminicidios. Este hecho refuerza la teoría de los expertos en seguridad que plantean la necesidad de estrategias que busquen educar, y no matar.

La duda de muchos es si la proliferación de armas, fomentada por Bolsonaro el 7 de mayo de 2019, no ha incidido en el aumento de estos feminicidios. Para muchos activistas de derechos humanos no hay dudas de que, con más armas en circulación, más mujeres morirán.

La medida de Bolsonaro, según el instituto Sou da Paz, amplía el derecho de portar armas de fuego a 19 millones de personas. Muchas organizaciones han llamado a actuar de manera innovadora en los campos de seguridad y defensa, luchando porque matar no sea la solución para erradicar los males. Un repaso a ese 19 por ciento de reducción de víctimas en 2019 ofrece un elevado número de lecturas.

La economía: reacciones encontradas

En marzo de 2020, el ministro brasileño de economía, Paulo Guedes, aseguraba que Brasil crecería más del 2 por ciento este año. El ministro alegó que la economía brasileña, por ser cerrada, podría sufrir menos el avance de la enfermedad.

“De la misma forma que Brasil no se benefició del crecimiento mundial por tener una economía cerrada, sentirá menos los efectos de la desaceleración global provocada por el avance de la enfermedad”, dijo hace poco más de dos meses. “Tan solo tenemos dos casos confirmados, y durante muchos años tuvimos una economía relativamente cerrada”, agregó. 

Pero, al parecer, las llamas comenzaban a moverse. Ya el secretario del Tesoro local, Mansueto Almeida, había admitido que Brasil estaba atravesando enormes dificultades. “No duermo tranquilamente”, dijo.

Hace solo unos días, el Círculo de Estudios Latinoamericanos (Cesla) dejaba ver un análisis del Banco Central de Brasil: la economía brasileña podría contraerse en más de un 5 por ciento este año.

La nueva previsión está muy por debajo de la contracción del 4,1 por ciento reflejada una semana atrás. De igual forma, un sondeo semanal de FOCUS a varios economistas mostró declives muy fuertes en las tasas de interés y de la inflación. Otro que ha mostrado preocupación es el secretario de Política Económica, Adolfo Sachsida, quien aseguró que las proyecciones de crecimiento probablemente se verían afectadas por la expansión del Coronavirus. No obstante, el propio ministro de Economía volvió a minimizar las eventuales consecuencias de la enfermedad y ató el futuro de Brasil a la profundización de las reformas propuestas por Bolsonaro al Congreso. El agresivo programa de privatizaciones que requiere tres enmiendas constitucionales ha provocado fuertes tensiones entre el presidente de Brasil y el Congreso.

Adiós, ministros

Pero, en la medida que los analistas del mercado predicen una recesión económica –no ocurre desde 2016, cuando cayó un 3,3–, otros temas se mueven junto a la presidencia de Brasil. Dos ministros de Salud que salen en menos de un mes: Luiz Henrique Mandetta, el 16 de abril de 2020; y Nelson Teich, el 15 de Mayo. Ambos se oponen a las políticas del actual presidente en el enfrentamiento al coronavirus.

No pocos, entonces, culpan también al mandatario y lo hacen responsable, a su vez, de la crisis económica. Las opiniones parecen coincidir: “el coronavirus tomó a muchos gobiernos por sorpresa, pero en Brasil no se ha enfrentado como es debido”, “la enfermedad se minimizó desde el inicio”, “lo que ha distinguido a los gobiernos es la forma de enfrentar el virus”.

Más allá de la pandemia, otra inesperada dimisión ha marcado el ritmo del último mes: la renuncia de Sergio Moro, ministro de Justicia y Seguridad Pública. El hombre que propuso un amplio paquete de propuestas legislativas para enfrentar el delito y la corrupción dice adiós. La salida de Moro supone ya otro entramado de dificultades para Bolsonaro.

 

Las fuerzas armadas

Ante esto, la pregunta que ya comienzan a hacerse muchos investigadores es la siguiente: ¿cómo reaccionarán las fuerzas armadas brasileñas ante la crisis, teniendo en cuenta, además, que ya han mostrado desacuerdo en la entrega a Estados Unidos de la base militar de Alcántara en el estado de Maranhao?

El escenario se torna complejo, pues a las crisis y renuncias se suman las divisiones entre los poderes Ejecutivos y Judiciales. Los próximos meses podrían ser –y en eso concuerdan la mayoría de opiniones- muy difíciles; la tendencia muestra una  intensificación de la crisis en un estado de inestabilidad, ingobernabilidad y conflictos políticos. 

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