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Nuestra América: Luces y sombras
Publicado 14 noviembre 2021



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Quienes nos hemos forjado en el exilio, debimos refundarnos varias veces. Esto no es fácil cuando no eres un académico, escritor o político reconocido. Mucho menos para quienes hemos emigrado sin oficio alguno, salvo el peculiar mote de ¿estudiante? 

                                                              "Ni el más tirano de los poderes podrá exiliarme de mi lengua".

                                                                      Sergio Ramírez (Escritor nicaragüense).

Quienes nos hemos forjado en el exilio, debimos refundarnos varias veces. Esto no es fácil cuando no eres un académico, escritor o político reconocido. Mucho menos para quienes hemos emigrado sin oficio alguno, salvo el peculiar mote de ¿estudiante? 

Más allá de los malos tratos, la ingratitud y el aluvión de desilusiones causado por la querida Patria, uno ama sin interpretar razones ni beneficios. Y toma el ejemplo de escritores y exiliados ignotos, que el paso del tiempo ayudó a disciplinar para poder tener un rumbo o, aunque sea un futuro, por más incierto que sea este. 

Sucede que el exilio no deja de ser un tránsito azaroso que sabemos cuándo empieza, pero nunca cuándo termina.

Nuestra América ha sido regada de sangre por dictaduras militares, regímenes fascistas y otras tiranías, siempre apoyadas por los medios de difusión que festejaban el destierro, encarcelamiento y hasta la desaparición forzada o crímenes de grandes héroes patrios, ciudadanos contestatarios o escritores y/o académicos que cometieron el delito de pensar, criticar y desarrollar alternativas a esos flagelos ultraderechistas.

Grandes escritores latinoamericanos fueron perseguidos y expulsados de su tierra porque sin duda que debían pagar un precio por sus palabras. Tal es el caso de Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Augusto Roa Bastos, Rómulo Gallegos, Pablo Neruda, entre tantos otros.

Los casos mencionados nos permiten afirmar que sin dudas las palabras se vuelven tan temibles, porque desafían, cuestionan, increpan, para ser la expresión misma de la libertad.

Sin embargo, en estos últimos tiempos los medios hegemónicos dirigidos por grandes empresarios no sólo desvirtúan la verdad, el debate y por consiguiente la misma palabra a través de mentiras, fake news, insultos de más variada gama de agresiones, exabruptos y otros epítetos al servicio de aquellos que no tienen las aptitudes para llevar el disenso o el cacareado debate público en términos mínimamente democráticos. 

Son los mismos que están al servicio de tiranías o pseudo demócratas de medio tiempo, los que se esconden en piel de cordero o simplemente intelectuales orgánicos, para sacarse la máscara y aparecer como lobos feroces y rapaces en busca del saqueo y la venganza cruel contra todo aquel que ose enfrentarse a sus poderes. 

Son los que amenazan y estigmatizan a todos aquellos que apoyan y reivindican un movimiento nacional y popular, tal como lo hiciera días atrás el empresario mexicano Claudio X Gonzáles contra los numerosos simpatizantes del actual presidente Andrés Manuel López Obrador.

Las duras advertencias de empresarios, políticos y grupos de la derecha opositora no sólo se reflejan en palabras altisonantes y despectivas, sino que tienen como trasfondo la sed de venganza, que radica en seguir creyendo que el aumento de derechos sociales y económicos para los más vulnerables, implica la quita de derechos y haberes para los pequeños grupos que concentran más riquezas que el 70% de la población. 

Son los mismos que si llegaran a ganar la presidencia continuarían con el saqueo, la criminal minería a cielo abierto de nuestros territorios para llevarse los minerales preciosos, y bajo advertencia de reprimir severamente a quienes se opongan o se movilicen en las calles. 

Así sucede en Río Negro, Argentina dónde la derecha local inventa y crea nuevos enemigos en la comunidad mapuche, tildándolos de terroristas, para dar inicio a una persecución y estado de excepción que le permita su ansiada escalada represiva. Abusando del marco democrático y de un gobierno cuya tibieza exaspera a los pacientes pobladores, los neoliberales sin escrúpulos como el ex presidente Macri, deambulan por la justicia como verdaderos sociópatas, acusando a los demás de los delitos cometidos por el mismo.

Sabemos que la derecha liberal devenida en ultra derecha no busca el consenso, buscan el fracaso de los gobiernos populares, ayudados también por la llamativa falta de coraje de estos, ante el temor de golpes o desestabilizaciones.

 Así lo demuestran las oposiciones en México, Perú, Bolivia, Argentina, pero también es la práctica cotidiana de las derechas oficialistas como los gobiernos fascistas de Chile - país que aún no ha superado la obsoleta constitución pinochetista-, la represión brutal y descomunal de Colombia, la obligada emigración de centroamericanos que huyen del hambre y el narcotráficos, los brutales y desproporcionados gasolinazos en Ecuador, al igual que el cada vez más cuestionado Jair Bolsonaro en Brasil, mientras que la debilidad de los funcionarios y legisladores que responden a los movimientos sociales y la izquierda en general, no dan respuestas firmes y contundentes para enfrentar una situación tan caótica como impostergable.

Son tiempos difíciles para América Latina, más allá de las palabras y el legado dejado por escritores y exiliados de pasadas dictaduras, debemos pasar de la retórica a la acción, la misma acción que por derechos constitucionales nos otorgan nuestras alicaídas democracias, contra aquellos que en su diatriba neoliberal y militarista nos ponen límites y restricciones a través de sus alquilados periodistas y políticos. 

Nadie que sea un patriota o un ciudadano de buena voluntad, querrá regresar al sombrío y obscuro pasado que mató, encarceló y exilió a cientos de miles latinoamericanos.

El tiempo se agota, debemos ya concientizar al conjunto del pueblo en diferentes espacios de reflexión, para que los más vulnerables dejen de votar por sus verdugos, y que muchos de nuestros gobiernos, cada día más cerca de la traición y el abandono de las promesas electorales, ejecuten con firmeza y valentía la voluntad de los pueblos.


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