La Fiscalía y la unidad de contrainteligencia del Ejército de Colombia investigan la pérdida de más de mil armas en la Tercera Brigada con sede en Cali, Valle y el Batallón San Mateo de Pereira, Risaralda, solo en las dos últimas faltan 689 armas que van desde pistolas, escopetas hasta fusiles, reseñó Semana.
El mismo caso ha sucedido en la Policía y el Congreso, además de tres toneladas de explosivos desaparecidos de un depósito militar en Bogotá (capital). Calcularon que en menos de dos años se han perdido 957 armas de fuego, aunque estaban bajo la vigilancia de una autoridad.
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Más del 80 por ciento de los asesinatos ocurridos cada año (en 2014 fueron 13 mil 258) se llevaron a cabo con armas de fuego, indicó Semana. Un estudio de la Universidad del Rosario reveló que los hechos se complican si en Colombia al menos un millón 800 mil armas de fuego son legales, las ilegales duplican esta cifra.
El problema se agudiza cuando es en el suroeste de ese país suramericano donde se concentra el extravío de los armamentos, dado que es una región en la que se practica el narcotráfico, existen bandas criminales, en medio de un conflicto armado y social. Entre 2011 y 2012 en Cali se incautaron cuatro mil 615 armas ilegales de las cuales 143 eran fusiles. Todo este armamento bajo la custodia de la Brigada.
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Para un investigador de la Policía del que no revelaron su identidad y citado por Semana, manifestó que “no es fortuito que el carrusel se presente justamente en la zona donde se mueven toda clase de organizaciones delictivas”. Por tanto, también recogieron el testimonio del general William Torres, jefe del Comando Conjunto Suroccidente del Ejército, que coincide con este pensamiento: “Donde hay demanda, aparece la oferta y en esa tentación criminal han caído algunos de nuestros hombres”.
El Ejército informó a través de un comunicado, que la banda estaba integrada por 20 personas y durante dos años “logró comercializar cien mil cartuchos de diferentes calibres, mil granadas y diferentes armas, entre las que se destacan 30 fusiles y 10 ametralladoras M-60”.
En el informe de Semana concluyeron que las labores de las autoridades por controlar el tráfico ilegal de armas en la frontera colombiana, son insuficientes en contraste con el auge del mercado negro local. Refirieron que de acuerdo a las averiguaciones de un fiscal, afirmó en forma “jocosa” que en el contexto de armas incautadas en Colombia “pareciera que el ratón es quien cuida el queso”.
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