El Papa Francisco celebró el sábado la víspera de la Resurrección en la basílica de San Pedro, en Roma, desde donde afirmó que el mundo está "sediento de esperanza" pero los cristianos a menudo son "prisioneros de si mismos" y son incapaces de transmitir su optimismo.
En la conocida Vigilia de Pascua, una de las ceremonias más solemnes y simbólicas de la Semana Santa, Francisco invitó a los millones de católicos a "portar el anuncio de Pascua", "resucitando la esperanza en los corazones apesadumbrados por la tristeza".
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En su discurso, dijo que que la Iglesia será una estructura internacional "con un gran número de adeptos y de buenas normas, pero incapaz de dar la esperanza que el mundo necesita".
"No podemos encontrarnos con la vida estando tristes, sin esperanza y siendo prisioneros de si mismos", manifestó.
Asimismo, destacó que la esperanza no es simplemente optimismo, ni es una actitud psicológica o una buena invitación a darnos ánimo.
"El Consolador no lo hace todo bello, no suprime el mal de un golpe con una varita mágica, pero le da una verdadera fuerza de vida, que no es la ausencia de problemas, pero una certeza de ser siempre amados y perdonados", reflexionó.
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Durante la Vigilia Pascual, el papa bautizó a 12 adultos de China, Corea del Sur y otros países. Un día antes, el sumo pontífice denunció la insensibilidad de Europa en torno a los refugiados provenientes de países árabes, especialmente de Siria.
El pontífice criticó la “conciencia anestesiada e indiferente” de las autoridades occidentales.
En la homilía también deploró categóricamente a los sacerdotes pedófilos, al tiempo que los calificó de “infieles”. El Jueves Santo, el papa Francisco lavó y besó los pies de desplazados musulmanes, ortodoxos, hindúes y católicos en las afueras de Roma.
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