Boris Jonhson, alcalde de Londres (capital de Reino Unido), reconoció que Oxford Street, que es el núcleo comercial de esa ciudad, “es una de las calles más contaminadas del mundo”.
Estas declaraciones realizadas al Comité de Medición Ambiental (EAC), dan soporte al informe de los expertos en ecología del Kings College, que tras una serie de estudios señalaron que la famosa calle británica tiene 135 microgramos de dióxido de nitrógeno (NO2) por metro cúbico y encabeza el ranking mundial de contaminación.
La Unión Europea tiene un límite de 40 microgramos de NO2 por metro cúbico, que es superado habitualmente por unas siete ciudades británicas.
La Oxford Street está cerrada al tránsito de vehículos particulares, sin embargo, el constante flujo de taxis con motores de diésel y autobuses convierten a esta calle británica en un pote de humo.
En días previos el alcalde londinense había puesto en marcha medidas contra la contaminación que al parecer no han sido suficientes. Una de ellas fue el “Manifiesto por la calidad del aire”, que cobrará impuestos a los vehículos que usen diésel para “evitar la contaminación”, sin embargo, si pagan el impuesto todo seguiría tal como está.