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Rafael Rasse del Ivic trabajará en conjunto con equipos de científicos internacionales para llevar a cabo sus investigaciones.

Rafael Rasse del Ivic trabajará en conjunto con equipos de científicos internacionales para llevar a cabo sus investigaciones. | Foto: Venezuela Hoy

Publicado 16 marzo 2016



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La idea es secuestrar el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre y depositarlo en el fondo del mar. Los estudios se realizan mediante la cooperación de científicos venezolanos y británicos. 

Un equipo de científicos venezolanos y británicos se proponen cooperar en el estudio "de nuevas técnicas para realizar observaciones oceánicas de alta resolución espacial y temporal", con el fin de crear estrategias que puedan apalear el efecto invernadero, una de las principales causas de los cambios climáticos que afectan al mundo entero.

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Aunque representa menos del 1 por ciento de los componentes que conforman el aire, el dióxido de carbono (CO2) −emitido tanto por los seres vivos como por los productos residuales industriales− es una de las principales causas de los cambios ambientales, debido a su alta capacidad para absorber y volver a emitir la radiación que proviene de la superficie terrestre.

Este fenómeno conocido como efecto invernadero se ha intensificado con el aumento de concentración de CO2 en la atmósfera en casi 40 por ciento, en comparación al que existía para la época previa a la Revolución Industrial en 1750.

La propuesta es tratar de remover este gas para reducir su concentración y minimizar el efecto invernadero y depositarlo en un lugar seguro, donde sus efectos sean menos nocivos: el océano. La teoría plantea que tomar el dióxido de carbono y encerrarlo en el fondo marino lograría reducir los efectos del calentamiento global, fenómeno que se ha acelerado con el aumento de las emisiones del CO2 principalmente por la quema de combustibles fósiles.

Equipo medidor de los parámetros fisicoquímicos del mar que intenta tomar muestra de los primeros mil metros de profundidad. Venezuela Hoy

De allí la cooperación entre venezolanos y británicos, explicó el químico del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Rafael Rasse, quien detalló que lo primero que intentarán hacer es calcular los flujos de carbono orgánico particulado del fondo marino mediante el estudio de las propiedades ópticas y fisicoquímicas en los primeros mil metros de profundidad, con base en mediciones continuas cada cinco días por dos años que tomarán con equipos autónomos de alta tecnología.

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Los científicos basan esta teoría en el planteamiento de que los océanos absorben el 30 por ciento del dióxido de carbono de origen humano, por lo que estiman que los océanos tienen un rol estratégico en la reducción del cambio climático. Esta hipótesis depende del tiempo de permanencia del dióxido de carbono en el océano.

“Mientras más profundo esté, mayor será su estancia en el fondo acuático, disminuyendo así su efecto directo sobre el incremento de la temperatura atmosférica global”, dijo el especialista del Laboratorio de Biogeoquímica del IVIC.

¿Cómo se trasladaría el dióxido de carbono?

De acuerdo con Rasse, el dióxido de carbono es removido de la atmósfera a través de la fotosíntesis, bien sea en ecosistemas terrestres por medio de las plantas o por columna oceánica. En este último caso, es el fitoplancton (diminutos organismos vegetales marinos) el que se encarga de consumir el CO2 y liberar oxígeno, que tras acabarse su ciclo de vida vuelve a convertirse en un ente generador de CO2.

Solo el 1 por ciento llega a convertirse en más dióxido de carbono por el zooplancton (microorganismos animales marinos) se alimenta del fitoplancton, estos a su vez son el alimento de peces pequeños, quienes son la dieta de los peces más grandes. De este modo, el dióxido de carbono solo pasaría a formar parte de la cadena la vida natural del fondo marino.

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Otra variable a considerar es la posible intervención de las zonas mínimas de oxígeno en la tarea natural del planeta para la reducción del calentamiento global. Sin embargo, aún está en estudio y The Royal Society del Reino Unido brindó el financiamiento a Rasse para continuar con las investigaciones en colaboración con el experto italiano, Giorgio Dall’Olmo.

“Es importante entender el papel que estas zonas mínimas de oxígeno cumplen sobre la bomba biológica de carbono, porque ellas abarcan el 24 por ciento de la superficie oceánica y se están expandiendo”, recalcó el posdoctorante del Centro de Ciencias Atmosféricas y Biogeoquímica del IVIC, Rafael Rasse.

El dato
Desde la revolución industrial se ha incrementado la concentración de este gas en la atmósfera debido a la combustión de productos orgánicos, junto a la deforestación causada por la actividad humana.
El 96.5 por ciento de todas las emisiones de CO2 provienen de los combustibles fósiles, principalmente de los derivados del petróleo. Sin embargo, entre ellos se encuentran también el gas natural y el carbón.
Cada vez que se realiza la combustión (la quema) de los combustibles fósiles, el producto residual es devuelto a la atmósfera casi por completo como dióxido de carbono

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