Los restos de esqueletos de dos santos cristianos cubiertos de joyas de pie a cabeza reposan en la Abadía de Furstenfeld, cerca de Múnich, en Alemania.
En la capilla bávara con más de 700 años de antigüedad, descansan los restos de San Jacinto de Caesarea y San Clemente. Estos han sido preservados en cajas de vidrio por cientos de años.
>>Museo de Nueva York abre exposición en rechazo a la islamofobia
El beato San Jacinto se considera un mártir de Roma, quien al convertirse en cristiano, tomó la decisión de morir de hambre antes de probar comida ofrecida a otros dioses del imperio romano, algo que estaba prohibido por la iglesia en la época.
San Jacinto, según los datos históricos, falleció a los doce años en el año 108 d. C. La fecha de fallecimiento de San Clemente fue en el año 95 d. C. murió decapitado en Roma por ser cristiano.
>>Unesco evalúa estado del patrimonio dañado por Daesh en Iraq
La abadía fue construida a mediados del siglo XIII por el duque de Bavaria, Luis II, como castigo por asesinar a su primer esposa, según ordenamientos del papa Alejandro IV.