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Con el fin de acabar con el terrorismo, los gobiernos de Estados Unidos y Rusia lideran los ataques en Siria contra el autodenominado Estado Islámico (EI), cada uno bajo sus políticas y diferencias.
Estados Unidos lidera desde el año pasado una coalición internacional conformada por Reino Unido, Francia, Alemania, Qatar, Arabia Saudí y Turquía que bombardea Siria con el fin de atacar las posiciones de EI; aunque esta no cuenta con el consentimiento del presidente de esa nación, Bashar Al-Asad.
Por su parte, Rusia inició recientemente una operación de apoyo a la lucha contra el EI en Siria, atendiendo la solicitud oficial del presidente Al Asad.
Además, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó por mayoría su participación con el fin de atacar a integrantes del grupo terrorista que mantienen el control en diferentes zonas de Siria.
Durante las operaciones de EE.UU y sus aliados iniciadas en 2014 los ataques del grupo terrorista han continuado, mientras el número de víctimas continúa aumentando.
A un poco más de un año de iniciarse los ataques, el último balance del Pentágono señala que se han llevado a cabo más de cinco mil 900 bombardeos contra el EI en Irak y Siria. También, indican que han muerto 10 mil combatientes del grupo.
Más allá de la propaganda de Washington, la capacidad operativa del grupo terrorista no ha sido mermada por la coalición occidental.
A dos días de haber iniciado el operativo ruso, han atacado más de 12 posiciones del EI. Tan solo en su primer ataque los aviones rusos lograron destruir por completo los puestos de mando de los radicales en las montañas.
Las operaciones militares de EE.UU. y la coalición se realizan por medio de bombardeos.
Rusia no contempla el envío de tropas terrestres, sino el bombardeo aéreo de los blancos vitales para los terroristas. Más de 50 aviones y helicópteros forman parte del grupo aeroespacial ruso, que trabajan en coordinación con el Ejército del país árabe, a través del grupo operativo del Ministerio de Defensa de Siria.
Analistas internacionales alegan que el objetivo del Gobierno estadounidense es obtener ganancias para su complejo militar-industrial y, a su vez, derrocar al presidente sirio, quien fue elegido democráticamente.
Los objetivos principales de los bombardeos liderados por Rusia en Siria son depósitos de armas, combustible y materiales utilizados para acciones militares de los grupos terroristas que operan en el territorio sirio.
Tras su inicio el 30 de septiembre, las operaciones rusas podrían durar tres o cuatro meses.
Las operaciones de la coalición podrían durar hasta tres años de acuerdo con lo expresado por el presidente estadounidense Barack Obama. Sin embargo, el documento presentado en febrero por el mandatario ante el Congreso de su país no especifica tiempo de duración de la intervención militar.
Desde 2011, opositores al gobierno de Bashar Al-Asad han recibido armamento por parte de gobiernos extranjeros, con el fin de derrocarlo.
Grupos armados como el EI y el Frente Al-Nusra se han hecho del control en varias ciudades en Siria, lo que ha agravado la crisis humanitaria y generado desplazamientos dentro y fuera del país.
Para enfrentarlos, el Ejército sirio ha emprendido ataques por tierra y aire.
El canciller de Siria, Walid al-Moallem, denunció ante la Asamblea General de la ONU que Israel está armando a los terroristas que operan en su país y aseguró que en la actualidad, Arabia Saudita, Turquía y Catar también están en una carrera para derramar sangre del pueblo sirio.
Criticó las sanciones impuestas por la Unión Europea, las cuales, indicó, “han perjudicado a su pueblo” y celebró la intervención de Rusia en su país.
