Este miércoles se espera que las delegaciones de las FARC-EP y el Gobierno colombiano anuncien los avances en las negociaciones de paz que se celebran en La Habana, entre ellas lo referente al cese el fuego bilateral, lo que implicaría la dejación de armas.
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Pero, ¿será suficiente una tregua bilateral para alcanzar la paz en Colombia? Al parecer NO, existen otros problemas estructurales que deben resolverse a fondo, tales como el paramilitarismo, la reforma rural, el narcotráfico y la desigualdad
El Senador al Congreso por el Polo Democrático Alternativo (PDA), Iván Cepeda, considera que alcanzar un acuerdo de cese al fuego sería un punto importante, pero advierte que será necesario acabar con la guerra en su aspecto militar y operativo, como por ejemplo, terminar con la actividad paramilitar, “una de las más grandes enemigas de la paz en Colombia”.
Las FARC-EP han decretado cinco cese al fuego unilateral; éste sería el primero de Santos.
Precisó que en medio del crucial conflicto armado que enfrenta al Gobierno y a las guerrillas, surgieron los paramilitares como una estrategia de guerra del Estado para la concentración de tierras y atacar con armas al movimiento político campesino, situación que debe desaparecer si se quiere alcanzar la paz.
“El paramilitarismo debe quedar proscrito en la historia de nuestro país”, dijo, al tiempo en que consideró que pudiera ser mediante un mecanismo que se adopte en los diálogos de paz que se celebran en La Habana.
Si queremos llegar a la paz en Colombia, sería inimaginable que se haga un pacto y que los paramilitares sigan generando violencia.
Recordó que en su nación nunca ha habido un proceso de paz que contemple el final de estos grupos; “tampoco lo hubo en el Gobierno de Uribe, como habían dicho”.
El senador enumeró otras acciones que deben sumarse a la propuesta de Santos, tales como: una reforma rural integral, combatir el narcotráfico, brindar atención integral a la población más desposeída en materia de salud, trabajo, vivienda; así como implementar medidas que disminuyan la desigualdad y explotación de recursos por parte de las transnacionales.
Orientó reformar el sistema judicial en aras de castigar los crímenes de lesa humanidad, la corrupción y brindar más parcialidad a las instancias de este orden.
La sociedad colombiana es una de las más inequitativas del planeta.
“Esperemos que como parte del desarrollo de los acuerdos de paz en Colombia se pueda producir una reforma a la justicia. Si bien eso no está en la Agenda de los acuerdos de La Habana, sí es un acuerdo sustancial que requiere una atención prioritaria, porque en Colombia hay una gran impunidad, especialmente con relación a delitos muy graves a la corrupción, a los crímenes de lesa humanidad, y por supuesto aquí hay en el fondo, una gran debilidad del sistema judicial, una falta crónica de recursos para fortalecer la justicia y también, hechos que atañen a la falta de independencia e imparcialidad de las instancias judiciales”.
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Cepeda opinó que estos temas serían prudentes tratarlos a través de una Asamblea Nacional Constituyente postconflicto.
Por su parte, el sociólogo y periodista colombiano Alfredo Molano, dijo que los paramilitares, agrupados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se convirtieron en los mayores perpetradores de masacres y desplazamientos forzados de la historia del conflicto armado colombiano.
Para este analista, ésta es una de las razones que mantiene vigentes los enfrentamientos entre el Estado y las FARC-EP, pues la guerrilla se alzó en defensa de la población ante los ataques de los paramilitares a los campesinos.
Molano cree que un cese al fuego bilateral requiere más que voluntad política; necesita un desenlace de un conflicto social. Precisó que los baldíos siempre han sido manipulados por los políticos y grandes latifundistas. Por lo que una alternativa para alcanzar la paz en Colombia, sería que “a los campesinos les reconozcan sus títulos por haber trabajado durante años esas tierras”.
Dato:
El Centro de Memoria Histórica de Colombia, un organismo del Estado, calcula que desde 1958 a 2012 han muerto en el país 218 mil 94 personas por la guerra. De esta cifra poco más de 11 mil en masacres; más de la mitad ejecutadas por paramilitares de la extrema derecha.