El caso de la periodista húngara que agredió a varios refugiados abre de nuevo el debate sobre esta crisis que se acentúa en Europa, a donde llegan miles de personas que escapan de conflictos armados en países como Siria, Yemen y Libia.
Estas personas, que huyen de guerras agravadas por la intervención de potencias occidentales, no sólo se enfrentan a las agresiones de las autoridades al llegar a naciones donde esperan tener una mejor vida, sino que también deben soportar acciones discriminatorias por europeos con racismo marcado.
Petra Laszlo, camarógrafa de la cadena N1TV, quedó grabada en dos vídeos que rápidamente se convirtieron en virales en las redes sociales. En ellos se observa el momento en el que la reportera patea a un hombre con un niño en brazos para que se callera y luego hizo lo mismo con una adolescente.
Laszlo dejó demostrado su racismo contra los refugiados cuando varios periodistas registraban el momento en el que un grupo de al menos 150 de ellos huían del punto de reunión de Roszke, en el sur de Hungría y fronterizo con Serbia, hacia los terrenos agrícolas cercanos, en un intento de evitar ser registrados e identificados por las autoridades.
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Tal postura le costó su puesto de trabajo en una televisora local, ligada a un partido de ultraderecha. Aunque el canal calificó de inaceptable la “actitud de su empleada”, sin pedir disculpas, las publicaciones que tienen en su página web demuestran la ideología del medio de comunicación al tener artículos como: "Los inmigrantes pululan en todos los comercios" o "¿Guantánamo = Hungría?".
Partidos de oposición han dicho que denunciarán a la periodista para que las autoridades levanten cargos de violencia, delito que es castigado con hasta cinco años de cárcel.
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Racismo en Hungría
Hungría es un país marcado por prácticas de extremo racismo, donde se llegaron a aplicar test genéticos de pureza racial, el cual buscaba 18 posiciones en el genoma que son característicos de gitanos o judíos a fin de impedir el acceso al Parlamento a aquellas personas que dieran positivo en alguno de esos marcadores.
En junio de este año, el Consejo de Europa publicó un informe que habla de las prácticas racistas en ese país, en el que destacó que aproximadamente un 22 por ciento de los solicitantes de asilo que vive allí reside en campos cerrados, donde las condiciones de vida no solo son duras, sino que además son maltratados por los guardias.
Días antes de esta publicación, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, fustigó en el Parlamento Europeo la política de inmigración en la Unión, y defendió su legitimidad para abrir a escala nacional e independientemente del bloque comunitario debates “francos” con su población, como la reintroducción de la pena de muerte o la expulsión de los inmigrantes económicos.
El informe también advierte la discriminación que sufren los gitanos en las escuelas y en el mercado laboral húngaro. Tal es el caso de Rikardo Racz, el primer bebé en nacer en 2015 en Hungría de familia gitana.
Ante este hecho, el vicepresidente del partido de extrema derecha Jobbik, Elod Novak, dijo: “el número de los húngaros no sólo está cayendo de forma desastrosa, pronto nos convertiremos en una minoría en nuestro propio hogar. ¿Cuándo llegará el día en que ellos decidan cambiar el nombre de Hungría? ¿Y cuándo finalmente abordaremos el mayor problema de nuestro país?", escribió Novak.
“Se están reproduciendo como ratas, como parásitos", fue un típico comentario de aquellos que se sumaron al vicepresidente de Jobbik.
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Ahora, el racismo se ha disparado contra los refugiados que huyen de países como Siria, Yemen y Libia, sumergidos en guerras promovidos por Estados Unidos y países europeos, que luego de generar el caos en estas naciones se niegan a atender por completo a los miles de refugiados que han llegado a su territorio.
Tan sólo este año, las autoridades húngaras han interceptado a más de 167 mil refugiados que habían cruzado la frontera para poder pasar a Austria o Alemania.
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CE insta a países a recibir a refugiados
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, exigió este miércoles a los 28 miembros de la Unión Europea que reciban 160 mil refugiados para paliar la crisis que vive la región en esta materia.
La canciller de Alemania, Ángela Merkel, informó que auspicia que unas 800 mil personas solicitarán asilo este año y Merkel ha dicho que el país puede sostener "alrededor de medio millón por algunos años'', sin embargo, dejó en claro que está medida sería tomada de acuerdo a la solidez económica de su país y sin desviarse de su línea de la consolidación presupuestaria. "Nuestro mercado laboral es robusto, como lo es nuestra economía".
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En el anuncio de su “ayuda humanitaria”, la gobernante destacó que la medida permitirá ahora destinar los seis mil millones de euros adicionales anunciados el martes por el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, para hacer frente a la acogida de refugiados.
Alemania es el horizonte que tienen planteado miles de refugiados para poder establecer una vida lejos de la violencia. En los primeros meses del año, pidieron asilo 180 mil personas y se espera que las solicitudes superen el doble a fines de año.
20.000 refugiados sobreviven en #Lesbos, desde enero han llegado más de 100mil, estos son los rostros de las cifras http://t.co/HVZzDEmVPT
— Sergio Rodrigo (@SRodrigoteleSUR)
septiembre 9, 2015
Duras medidas contra refugiados
Los Gobiernos de los países donde han llegado los refugiados, han implementado duras medidas contra esta población.
En el Reino Unido tienen previsto crear una ley de inmigración que obligue a los propietarios de viviendas a expulsar a los arrendatarios que estén en el país en situación irregular.
El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, dijo que prepara una batería de medidas en su nueva ley de inmigración que pretenden hacer “menos atractivo” su país para los refugiados. La nueva legislación llegará incluso a perseguir a quienes alojen a sin papeles.
En Francia se han multiplicado las revisiones en la frontera italiana a los autos, camiones y trenes en busca de refugiados. Las autoridades enviaron a 120 efectivos para reforzar la seguridad en el Eurotúnel.
En Hungría, el Parlamento aprobó la construcción de una alambrada de cuatro metros de altura en unos 175 kilómetros en la frontera con Serbia. Además, aprobó leyes que castigan la inmigración ilegal con penas que pueden llegar hasta los tres años de cárcel.
En España, cuentan con una valla de 12 kilómetros y de seis metros de altura en Melilla. Además de un muro en el lado marroquí. En Ceuta la altura de la separación es menor, tres metros, y la longitud es de ocho kilómetros.