Afganos guardan luto en memoria de los 80 muertos que dejó el atentado terrorista perpetrado por el autodenominado Estado Islámico (Daesh en árabe) en contra de manifestantes en Kabul, que protestaban por políticas del Ejecutivo.
El Gobierno afgano ha calificado a la víctimas como “mártires” para los que buscará “venganza”.
Este domingo los edificios públicos de todo el país asiático amanecieron con las banderas ondeando a media asta. Entre tanto, los canales de televisión y emisoras de radio han emitido programas especiales con la lectura de versos del Corán. Pero la sociedad civil ya había comenzado a honrar a las víctimas, en su mayoría civiles, con vigilas nocturnas con velas, rezos y la lectura del Corán. Las redes sociales también se llenaron de mensajes en honor a las víctimas y en condena a los hechos.
Y es que según lo informado por Dawa Khan Menapal, portavoz del presidente afgano, Ashraf Ghani, el duelo nacional fue declarado oficialmente en una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad Nacional horas después del sangriento ataque en contra de la comunidad hazara, de la rama islámica chií, minoritaria en un país cuya mayoría es de la rama suní.
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Venganza para los mártires
El presidente afgano Ashraf Ghani ha ordenado que la plaza Demazang, el escenario del brutal ataque, pase a denominarse Shuhada Chawk (Plaza de los Mártires en esta lengua afgana). Pero esta es solo una de las medidas que tomará al respecto.
En un comunicado tras el atentado, se ha dado a conocer que el presidente de la nación "ha ordenado a los órganos de seguridad vengar a las víctimas del ataque terrorista del Daesh", una moción que Menapal ha sustentado al agregar: "Como ha quedado claro que el Daesh estaba detrás del incidente, nos vengaremos".
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Rodarán cabezas
El Ejecutivo también anunció que se creará una comisión dirigida por la Fiscalía General de Afganistán, y en la que participarán funcionarios y líderes nacionales para investigar los posibles fallos de seguridad en el incidente. "Aquellos que sean encontrados culpables o de cometer negligencia, serán tratados de acuerdo con el sistema legal", advirtió el portavoz.
Este anuncio fue lanzado luego de que el Ministerio del Interior afgano expresara en un comunicado que había empleado todos sus "servicios y capacidades" para garantizar la seguridad de la marcha, pero los atacantes aprovecharon "el mínimo lapso y una situación sensible" para atentar contra la minoría chií.
En este sentido, el Gobierno prohibió durante diez días cualquier protesta pública por razones de seguridad en todo el país asiático, esto incluye "reuniones públicas”. Najib Danish, el portavoz del ministerio de Interior, indicó que lo que se pretende es "asegurar la seguridad de los ciudadanos" en general, pero más aún durante los funerales de los fallecidos en el ataque.
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En contexto
Unos 80 muertos y 231 heridos dejó el ataque suicida de dos terroristas miembros del Daesh, según datos oficiales. La misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) sostiene que el número de heridos es de 291, puesto que los datos oficiales no incluyen a posibles heridos tratados en centros privados.
Los fallecidos serán enterrados en un parque del oeste de Kabul dedicado al líder hazara Abdul Ali Mazari, donde esta comunidad suele celebrar reuniones y rezos, según el Movimiento Esclarecedor, el mismo que convocó la manifestación en la que se produjo el atentado. Ellos, además, han anunciado que pese a la prohibición, convocarán nuevas protestas.
La protesta se organizó porque se está excluyendo a dos provincias (Wardak y Bamiyán) de un multimillonario proyecto eléctrico. La nueva línea de alta tensión entre Turkmenistán y Kabul no pasará por esas dos regiones poblada en su mayoría por población hazara. El Gobierno sostiene que incluir las dos provincias costaría millones y retrasaría durante años un proyecto fundamental para abastecer de energía a Kabul.