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  • Obama sermonea a Cuba con DDHH a metros de su propia cámara de Torturas
Fecha de publicación 24 marzo 2016 - 08:58 AM

El Presidente de EE.UU. Barack Obama realizó lo que la prensa occidental califica de visita “histórica” a Cuba, después de décadas del aislamiento impuesto sobre la nación isleña por parte de los EE.UU. y sus aliados occidentales.

Mientras que muchos afirman que se trata de un señal de esperanza para las relaciones entre EE.UU. y Cuba, también podría comparársela con otras reconciliaciones fingidas similares, como con las naciones de Siria y Libia, a las que primero se les ofrecieron sendos acuerdos falsos de paz antes de traicionar las, y que han sido destruidas tras años de guerras respaldadas por los EE.UU., con el gobierno de Libia habiendo sido derrocado y que su líder junto con tres generaciones de su familia fueran prácticamente exterminados por operaciones militares de EE.UU. y la OTAN.

Y como si hubiera sido pensado para refutar a los defensores de Obama, el presidente de los EE.UU. utilizó su visita “histórica” para humillar en público al Presidente cubano Raúl Castro acerca de los supuestos abusos a los derechos humanos que, según denuncia EE.UU., re realizan regularmente contra los “prisioneros políticos”.

Imagen:EEUU sermonea al presidente cubano Raúl Castro sobre derechos humanos en La Habana, mientras que del otro lado de la nación insular, los EEUU mantienen una cámara de torturas en la que los detenidos son apresados y torturados por años sin cargos ni juicios.

En realidad, EE.UU. se refiere a los agitadores, traidores y provocadores financiados por el gobierno de EE.UU. que intentan derrocar al gobierno cubano, como hacen los representantes de EE.UU. en todo el mundo (incluyendo Siria y Libia).

En un artículo de Politico, “Cómo hizo Obama para entrampar a Raúl Castro,” se denuncia:

El Presidente Barack Obama bromea que le gustan las conferencias de prensa y que quiere que sean más y más largas. Suele suceder menos en la Casa Blanca que en el extranjero, donde Obama intenta argumentar contra algún régimen represivo dirigiéndose a los medios de información.

Lo hizo en China en 2013 al darle al periodista del New York Times una pregunta para el Presidente Xi Jinping después de que el gobierno de Beijing hubiera despedido a un reportero del periódico. Lo hizo el año pasado en Etiopía, cuando provocó que el primer ministro, que encarcela periodistas, se parara a su lado durante una larga conferencia de prensa en la que Obama se refirió a los derechos humanos en ese país e insistió en la política estadounidense.

El lunes a la tarde, aquí en La Habana, se lo hizo a Raúl Castro, justo en la Plaza de la Revolución, permitiendo que fuera presionado con preguntas por primera vez y uniéndose él mismo también. Y no sólo eso: tuvo que dar cuenta de los prisioneros políticos que el gobierno arrea a diario pero cuya existencia niega.

Por supuesto, un presidente de EE.UU. sermoneando al presidente de una nación que lo invitó, respecto al arresto de agitadores financiados por EE.UU., mientras que los EE.UU. mantienen literalmente una cámara de torturas en el otro lado de la misma isla en la que está, no podría ser más irónico ni hipócrita.

La base naval de la Bahía de Guantánamo alberga un “campo de detención” en el que se encierran prisioneros por años sin cargos ni juicio, donde se reconoció que se tortura mediante la privación de comida y sueño así como el método del “submarino”, una práctica por la que se ahoga repetidamente a la víctima para extraerle información o confesiones falsas.

Es, a todos los efectos, una cámara moderna de torturas, una de las muchas que mantienen los EE.UU. en todo el mundo. También está la famosa prisión de Abu Ghraib en Irak, en la que el personal militar de EE.UU. torturaba, violaba y asesinaba prisioneros, así como la prisión de Bagram en Afganistán en la que también se asesinaba a los detenidos.

Se han descubierto actividades similares en muchos otros “sitios negros” que han sido usados, y quizás lo sigan siendo, por la Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU. en todo el mundo. Pero el campo de detención de Guantánamo es, por lejos, el caso más irónico: ubicado en una nación a la que los EE.UU. acusa regularmente por violaciones a los derechos humanos, mientras que la única presencia de EE.UU. en la isla es un monumento a la crueldad humana.

Los cubanos, tanto quienes apoyan como quienes se oponen al gobierno actual de La Habana, deben tomar esta hipocresía inédita de los EE.UU. como una advertencia de hacia dónde lleva este proceso de “reconciliación”: una Cuba en la que nadie querría vivir, con un futuro del que ningún cubano se beneficiará. Cualesquiera que sean los problemas entre el pueblo de Cuba, no deberían ver a los EE.UU. como un “amigo” potencial ni como un aliado, sino como una amenaza en común.



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