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Soy Reportero
  • El ébola y la salud en España
Fecha de publicación 8 agosto 2014 - 05:52 AM

Ya lo decía Javier Gurruchaga con la orquesta Mondragón: viaje con nosotros a ningún lugar, y disfrute... Cuando a muchos españoles la Seguridad Social ha dejado de prestarles asistencia sanitaria argumentando la falta de recursos, la Administración no ha escatimado medios en traerse el virus del Ébola desde África, haciéndolo aterrizar en Torrejón. Al flete de la aeronave se une la formación del personal técnico del vuelo, la adaptación del transporte, a lo que se suma el traslado, que se ha costeado a expensas del dinero público.

A ello hay que sumar el desalojo de toda una planta hospitalaria para albergar al infectado mientras hay unidades de atención clínica que no dan abasto por falta de presupuesto, ciudadanos desatendidos y jubilados soportando el repago sanitario. Sí, he dicho repago y no copago, porque no se trata de un coste compartido sino individual, perpetrado contra la hacienda del usuario.

De esta sucesión de acontecimientos saco una batería de conclusiones que me hace pensar que lejos de aquel modelo sanitario, envidia de muchos países, al que aspiró a imitar Obama para implantarlo en Estados Unidos, nuestro sistema público se torna tercermundista, éso o la fórmula de un Estado intervencionista regentado por un gobierno neoliberal no funciona.

La razón de ser del Ministerio de Sanidad, su obligación legal y la del titular de su cartera, no es otra que la de preservar la salud y seguridad de los ciudadanos. Llegados a este punto me cuesta comprender cómo el ministerio no sólo no ha evitado la exposición de los españoles al virus del Ébola sino que le ha permitido la entrada en la Unión Europea sin necesidad de pasaporte y en transporte de lujo. Esta conducta irresponsable que va más allá de la omisión, es una muestra de gobierno bananero que con pleno conocimiento de causa sobre la peligrosidad del agente patógeno, a sabiendas de la inexistencia de tratamiento eficaz alguno, desconociendo su exponencialidad, careciendo de los conocimientos precisos para abordarlo y sabedores de la total ignorancia en relación a su génesis, auge, propagación y eliminación, han decidido facilitar el desplazamiento de un virus devastador con desprecio absoluto hacia la seguridad de la ciudadanía.

Y no nos engañemos: todos conocemos casos de allegados que han padecido alguna enfermedad en el extranjero y que a buenas horas estarían de regreso en suelo español esperando la repatriación por parte de las autoridades, sabiendo que el traslado lo apoquinaron de su bolsillo, caso que a lo que se ve, siendo un religioso de edad avanzada e infectado con el zoo de Dios, por tratarse de algo más exótico parece ser susceptible de costearse con el dinero de todos. La siguiente lectura es por supuesto para el misionero que a lo que se ve, en un arrebato de amor fraternal y patrio ha sopesado que más valor tiene su egoísmo que la seguridad de los españoles, dejando asomar un shivaísmo protodestructivo que se aleja tangencialmente de los postulados cristianos para, acelerando el fin de los tiempos, acercar un renacer paradisíaco a la humanidad. Familiarizado con la epidemia, el sacerdote conoce a carta cabal cuál será el desarrollo y fin de su proceso, lo que no explica su urgencia ni empecinamiento en traerse a la criatura con él a España, luego de un traslado del que apenas le quedan días.

A la zaga le va la sanidad pública que omitiendo la atención médica a muchos ciudadanos, tarde se van a enterar si alguien llegase a infectarse. Quizá es que algún ministro próximo a la santidad, después de arrearnos con el cilicio, si llega a haber caídos, a golpe de hisopo y escapulario va a hacer algún prodigio de resurrección, porque para Ejecutivo portentoso el de España, que no deja de vender el milagro de los panes y los peces en medio de una crisis económica camuflada bajo estadísticas a la carta, pese a las muchas familias que viven sin tener siquiera una sardina que llevarse al plato.  



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