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Soy Reportero
  • ARGENTINA: LA TRISTE ¨REVOLUCIÓN DE LA ALEGRÍA¨
Fecha de publicación 10 febrero 2016 - 07:41 PM

A 60 días de la asunción del gobierno comandado por Mauricio Macri, quien prometió en su campaña producir  una ¨revolución de alegría¨, cunde en su lugar una gran tristeza en cada vez más sectores de la sociedad Argentina.

Parece ser que por ahora la alegría llegó solamente a los sectores privilegiados, integrantes de la plutocracia que gobierna entre bambalinas, (y no tanto), quienes multiplicaron enormemente sus ganancias de un día para el otro, gracias a las medidas, que ya sea por decreto común, o decreto de ¨necesidad y urgencia¨ fue tomando el nuevo presidente.  

En primer lugar, la eliminación de las retenciones a las exportaciones de granos y de la carne, (con excepción de la soja que se redujo 5 puntos), representa una obscena transferencia de riqueza de todos los argentinos a unos pocos grandes exportadores. Se suma además la ganancia extraordinaria producto de la devaluación del 40% del peso respecto al dólar.

En pocas palabras, si un exportador vendía al exterior granos por 1.000 dólares, recibía después de aplicada la retención del 30% aproximadamente 700 dólares los que debía cambiar en el mercado oficial de cambios a una tasa de 9,40 pesos por dólar. Nuestro exportador recibía entonces 6.580,00. pesos argentinos.

Con el nuevo esquema impuesto por el nuevo gobierno, el mismo exportador recibirá por la misma venta el total de los 1.000 dólares, sin ninguna retención, los que cambiará en el mercado oficial a 14 pesos por dólar. Nuestro exportador recibe ahora 14.000,00 pesos argentinos, lo que representa un incremento de su ingreso del 112,7%. Hacía falta darles tanto??

Sin querer extenderme mucho sobre el tema retenciones, hay que recordar que las mismas tienen un efecto directo sobre los precios internos. El comercializador tenderá a determinar el precio de venta interno de su producto en concordancia con lo que obtendría si lo exporta. Si no lo puede vender a ese precio en el mercado local, optará por exportarlo y por ende desabastecerá al mercado interno. 

En cualquiera de los dos casos se produce un enorme efecto inflacionario.

Por otro lado, al eliminarse las retenciones, el estado deja de recaudar impuestos por ese concepto, y más aún, deja de recaudar otros impuesto debido a la reducción del consumo interno por los altos precios del producto.

El estado debe compensar esta baja de la recaudación tomando medidas que le permitan reducir su gasto. Una de las medidas en ese sentido es la eliminación de los subsidios a los servicios de suministro eléctrico, gas y transporte, como asi también a todo aquel servicio sostenido por el estado y que resultare deficitario en términos económicos, como por ejemplo, Aerolíneas Argentinas. 

A este gobierno, netamente neoliberal y con criterios puramente empresarios, poco le importa la función social que una linea de bandera tiene en la integración del territorio nacional, por conectar aquellos destinos que una empresa netamente comercial desecharía por antieconómicos. Seguramente este criterio empresario alcanzará también al sistema ferroviario, que estaba comenzando lentamente a operar nuevamente a destinos lejanos, luego del desmantelamiento que produjo el anterior gobierno neoliberal de Carlos Menem en los años 90.

En el caso del suministro eléctrico, el gobierno sostiene que la eliminación de los subsidios sumado a un aumento de los precios del servicio son la base fundamental para que las empresas suministradoras obtengan los ingresos necesarios para hacer inversiones y mejorar el servicio, afirmación de la que me permito dudar, conociendo el accionar tradicional de cierta ¨clase empresaria¨ argentina.

En definitiva, será el usuario, o sea todos los argentinos, los que compensaremos la baja de ingreso de impuestos al estado por la eliminación de las retenciones, haciéndonos cargo del costo total de los servicios antes subvencionados.

Se estima que el monto las nuevas facturas del servicio eléctrico que los argentinos recibiremos próximamente serán unas 5 veces más que el monto antes del aumento. 

Al respecto el Ministro de Economía Prat-Gay dijo que el aumento no era significativo ya que  ¨equivalía mensualmente al precio de dos pizzas¨. Es decir que comprando dos pizzas menos por mes, el consumidor podría abonar sin dificultad su factura de suministro eléctrico. 

Analicemos lo dicho por Prat-Gay:

Suponiendo que en Argentina hay 40 millones de habitantes, si consideramos familias de 4 miembros, hay 10 millones de familias, de las cuales seguramente un 30% pertenecen a clases sociales con ingresos suficientes para absorber el mayor costo, quedando entonces 7 millones que deberán ahorrar en ¨pizzas¨para poder pagar su factura. Asi llegamos a la conclusión de que se venderán mensualmente 14 millones de pizzas menos!!!, y a 300 gramos de harina por pizza, se venderán 4.200 toneladas menos de harina!!!. 

Esta grosera disquisición, (quizás no tan grosera como la del ¨ministro¨),  pretende demostrar el enorme efecto que tiene la reducción del poder adquisitivo de la población en el consumo. Cuanto menos dinero tengo, menos gasto, los negocios venden menos, los fabricantes producen menos y comienzan a achicarse y a despedir personal, que a su vez también deja de consumir produciéndose una espiral de contracción económica que se denomina recesión.

La recesión produce en el mediano plazo una notable reducción de la inflación, pero a costa de menores salarios y desocupación, la que a esta altura supera ya las 50.000 personas entre trabajadores del estado y  trabajadores de empresas privadas. 

Ocurre que el Ministerio de Trabajo tiene orden de no inmiscuirse en los problemas laborales, lo que significa una especie de via libre a los privados para desprenderse de personal.

Se calcula que el nuevo gobierno ha generado, en el corto tiempo de su gestión, 1 millón de nuevos pobres, cifra que se irá incrementando dramáticamente, ya que pretenden poner un techo de entre el 20/25% a los aumentos salariales que se negociarán próximamente en las Convenciones Colectivas de Trabajo o paritarias, lo que haría perder entre un 15 y un 20% del poder adquisitivo, teniendo en cuenta que muchos economistas consideran que la inflación argentina para 2016 estará, como mínimo, entre el 35 y el 40%.

Con esta realidad, es muy dificil entender como pretende el presidente cumplir con su promesa de campaña de lograr la ¨POBREZA CERO¨.

Quizás los argentinos deberíamos convertirnos al Induismo para acostumbrarnos a sufrir penurias  en esta vida, a la espera de la alegría y la felicidad que vendrá en la próxima reencarnación, en la que seguramente no estará Macri para empobrecernos.



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